El diccionario de la Real Academia Española define la expresión “la flor y nata” como “lo más escogido de algo” y pone como ejemplo para su utilización la frase “la flor y nata de la sociedad”. En la Fundéu, la Fundación del Español Urgente, se apunta como alternativa su versión francesa “crème de la crème”, que tiene además un matiz si cabe más irónico.
Saco esto a relucir porque esta semana en Miami hemos recibido la visita del periodista argentino Jorge Lanata y después de escucharle en la entrevista que nos concedió en DIARIO LAS AMÉRICAS y en el evento que protagonizó en el Koubek Center, tuve la sensación de estar disfrutando de la “flor y nata” del periodismo latinoamericano.
Acostumbrado al periodismo de trinchera que se practica en el sur de la Florida, impregnado siempre de opinión y prejuicios y en el que la investigación se presupone más a los científicos que a los informadores, siento una sana envidia de los argentinos porque pueden disfrutar de Lanata, “la flor y Lanata” del periodismo de denuncia frente a los excesos del régimen K de Cristina y su difunto esposo.
No me imagino a Lanata pontificando sobre valores teledirigidos por el poder político ni cruzando el Río de la Plata para hacerse el héroe. Tampoco vendiendo su dieta de adelgazar ni su pasado de problemas con el alcohol o las drogas. La vida personal de los rostros de la televisión no le interesa a nadie por mucho que insistan Univision y sus medios imitadores. Es la cruz que nos toca sufrir a aquellos que un día soñamos que otra forma de hacer periodismo en español era posible en los Estados Unidos.
Lo que practica este comunicador barbudo y orondo es otra cosa: investigar al poderoso, controlar su ejercicio público y cuando hay materia criticar con el dardo de la palabra amparada en pruebas. Por eso Cristina Kirchner nunca le concederá una entrevista por eso los servicios secretos venezolanos le siguieron, detuvieron, borraron su material que dejaba en evidencia a la bestia chavista y le expulsaron del país.
Lo mejor de todo es que a este hombre que encandiló a todos en Miami con sus palabras en el Koubek Center, no le hace falta mentir ni exagerar para poner contra las cuerdas a aquellos que denuncia. Afirmó rotundo en respuesta a la pregunta de una periodista venezolana que en Argentina no hay fraude electoral. Irónicamente dijo que los kirchneristas no son tan listos como para organizar un fraude masivo. “Si fueran capaces les votaría”, respondió entre las risas de la audiencia. “Los argentinos somos responsables de que Cristina esté en el poder”, aseguró en una frase que en el sur de la Florida duele como una puñalada pues su caso es extrapolable a Venezuela o Cuba.
Los dictadores no vienen de Marte en un platillo volante. Son fruto de la descomposición moral de una gran parte de la población de un país. Así fue la lección magistral de “la flor y Lanata”.
