lunes 19  de  mayo 2025
EL JARRÓN CHINO

La gripe de The New York Times

La crisis de los diarios empieza a ser una pesadilla de la que parece imposible despertarse. Porque si le va mal a The New York Times, referente del periodismo de calidad y cuyos lectores se cuentan por millones, a los pequeños se nos complica aún más el futuro

Por MANUEL AGUILERA

Cuando The New York Times estornuda en el resto de periódicos del planeta nos ponemos la bufanda y el abrigo no vaya a ser que enfermemos de pulmonía. Esta semana nos enteramos que los dueños del periódico referente en Estados Unidos y el mundo tienen previsto despedir a decenas de periodistas para hacer frente a la caída de ingresos por publicidad e invertir en su futuro digital.

La crisis de los diarios empieza a ser una pesadilla de la que parece imposible despertarse. Porque si le va mal a The New York Times, referente del periodismo de calidad y cuyos lectores se cuentan por millones, a los pequeños se nos complica aún más el futuro. En una carta enviada a los empleados se cifraba en 100 el número de trabajadores que serán sacrificados en busca de la rentabilidad imposible. "Los recortes de plantilla son necesarios para controlar los costes y que nos permita seguir invirtiendo en nuestro futuro digital", se asegura en la misiva, pero a estas alturas debemos de dejar de engañarnos a nosotros mismos. Los ingresos de los medios en la parte digital siguen sin paliar el problema de fondo. Los tiempos en que se pagaban millonadas por una página de publicidad en un diario no volverán y los banners de las ediciones digitales no satisfacen a los anunciantes y perturban a los lectores.

Para seguir con las malas noticias, el propietario de The New York Times, Arthur Sulzberger, y el consejero delegado, Mark Thompson, confesaron que los costes operativos del diario aumentaron en el tercer trimestre del año fiscal, por lo que los resultados de cierre de año serán peores que en 2013.

¿Qué hacemos entonces? La opción del pago por los contenidos en la red -otra vez apelo al que no debemos engañarnos- tampoco acaba de funcionar. Tenemos un problema a tres bandas y debemos sentarnos a negociar: el dueño de la empresa anunciadora que no quiere pagar, el lector que tampoco quiere rascarse el bolsillo y el editor de periódicos que se ha convertido en el empresario menos afortunado del mercado. El día que los diarios dejen de existir los corruptos serán más felices, las comunidades perderán identidad y la cultura sufrirá un golpe irreparable. Tenemos que pensar algo rápido, el tiempo se agota y el papel de estos medios tradicionales no pueden ser puestos a la altura de un disco de vinilo. Algo bonito, romántico y evocador para guardar en el salón de la casa de la abuela.

Queridos lectores y anunciantes somos todo oídos. Les invito a escribirnos a [email protected] o si prefiere de puño y letra a nuestra redacción de Brickell Avenue. Abramos ese debate. ¿Qué nos sobra? ¿Qué nos falta? Construyamos juntos el periódico del futuro pero no dejemos que mueran. De ese futuro se hablará dentro de unos días en la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en Santiago de Chile. En América Latina se viven malos tiempos para la libertad de prensa y para revertir la tendencia debemos luchar porque los diarios mantengan su protagonismo.

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