viernes 21  de  marzo 2025
TECNOLOGÍA

La mala memoria

VERACRUZ.- Y nos convertimos en la primera generación de la historia de la humanidad en la que los hijos enseñaron a sus padres como funcionan las maquinas.

Diario las Américas | JOSÉ LUIS RUMBAUT LÓPEZ
Por JOSÉ LUIS RUMBAUT LÓPEZ

VERACRUZ.- En la primavera de 1992 escribía mi tesis para licenciarme en periodismo en una extraordinaria maquina conocida como computadora y tenia el apellido de 386. El disco que llevaba y traía tenia 10 pulgadas y podía romperse debido a mas de 450 posibilidades.  En 1998 nació mi hija mayor y yo tenia una fabulosa Pentium 4 con un disco duro de 6 GB, toda una joya para la época.  Hoy, luego de 20 años, no nos acordamos.

Tampoco nos acordamos cuando los teléfonos dejaron de ser para hablar y pasaron a ser correos de envio de textos, comunicación cara a cara, control de temperatura ambiental, coordinador de taxis, localizador de restaurantes o centro de entretenimientos.  Eso vino rápido,  pero a su vez tan despacio que paso sin apenas darnos cuenta.

Y nos convertimos en la primera generación de la historia de la humanidad en la que los hijos enseñaron a sus padres como funcionan las maquinas.

La memoria es corta, sobre todo para lo que nos conviene olvidar.  Ayer mirábamos todas las facilidades que hoy tienen las madres con sus hijos recién nacidos (algunas solo meros artefactos para gastar nuestras tarjetas de crédito, pero otros muy útiles definitivamente) y alguien que quiero mucho se preguntó como se criaron los niños nacidos en el siglo XVI.  Sin dudas tampoco sabría decirles como llegaron desde Europa los conquistadores si nunca conocieron un Audi 3.

La memoria es muy corta, sobre todo en política.  Esta sucediendo en estos momentos con Venezuela.  A menudo llegué a la conclusión de que los americanos ( entiéndase los políticos nacidos y ejerciendo en los Estados Unidos de América) eran brutos en política.  Una y otra vez los gobiernos que ellos combatían los utilizaban para afianzarse en el poder.  Sus demostraciones imperiales servían sobre todo para desviar la atención de los problemas internos y perpetuarse de ese modo.

Nada une mas a los latinoamericanos que la imagen del marine yanqui pisando su territorio.  Lo han hecho en tantos países y tantas veces en los últimos 120 años, que cuando necesitamos personificar el Coco ( esta vez me refiero al malo del cuento con que asustamos a los niños, no a un prominente personaje de la actualidad) los americanos nos dan la imagen mas pródiga y ajustable a las múltiples realidades que existen desde el Rio Bravo a la Patagonia.

Las medidas anunciadas por Estados Unidos para sancionar a Venezuela, sobre todo la que ubica a este país como una amenaza a la seguridad nacional de la nación del norte, es un exceso que solo ayuda a que los problemas actuales de Venezuela queden bajo la nube de las medidas que ahora de manera extraordinaria anuncia el gobierno de Nicolás Maduro.

Y esto también es una muestra de mala memoria.  Tal parece que nadie recuerda lo que ha sucedido en Cuba en los últimos 50 años, cuanto han influido en momentos clave las decisiones, declaraciones, amenazas, el propio embargo/bloqueo y los muchos intentos por influir en cambios políticos al interior de Cuba. 

El ex presidente Jose Mujica de Uruguay decía que era un asunto interno de Venezuela.  Y tiene razón, hay muchas maneras de sancionar diplomáticamente a un país donde se cree hay violaciones de los derechos humanos.  Existen muchas formas de incidir en esos asuntos.  Pero en Venezuela hay una guerra, los seguidores de Hugo Chávez tratan de sobrevivir a la difícil situación política interna y a una baja de los precios del petróleo que pudiera incluso ser peor para ellos.  Y no hay dudas de que la campaña mediática  internacional es muy fuerte.

Los venezolanos ya tienen suficientes problemas internos, propios.  Si nuevamente el gobierno norteamericano comete el error de distraer la atención hacia fuera, al menos debiéramos decir Remember Cuba, mister president!   O la historia se repetirá con consecuencias tal vez peores.  Aquí no se trata de recordar como eran los teléfonos o las computadoras 20 años atrás, estamos hablando de un país con millones de personas dispuestas a defender sus ideas no importa  que puedan convertirse en el mayor baño de sangre de la historia moderna  de América Latina.

Creo que es suficiente para que recobremos la memoria.

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