A pesar del reciente acercamiento con Estados Unidos, el régimen cubano continúa fiel a su naturaleza represiva. La ola de detenciones y golpizas a las Damas de Blanco y opositores pacíficos en toda la isla a menos de una semana de la visita del papa Francisco así lo demuestran.
Cuando todo el mundo esperaba un cambio de actitud en el tratamiento de los derechos humanos y los opositores, Cuba insiste en su postura intolerante. Estados Unidos le puso en bandeja de plata una oportunidad única en la historia de cambiar o, lamentablemente, disimular la falta de libertades políticas y económicas, pero esa oportunidad está siendo pisoteada una y otra vez.
Tal parece que es marcado el interés del régimen en que se conozca en todo el mundo, incluyendo en el Vaticano, su proceder despiadado e inhumano contra los opositores pacíficos. De nada valen los esfuerzos del primer Papa latinoamericano por transformar cinco décadas de historia ni que su visita a la isla esté muy próxima.
Cuba aprovecha la coyuntura para comunicarle al Sumo Pontífice que nada ha cambiado, que su naturaleza opresiva permanece inamovible, salvo su interés por sobrevivir porque su principal aliado, Venezuela, hace aguas.
Ahora solo falta que Francisco le dé la espalda a los más oprimidos de Cuba, los opositores pacíficos que por el simple hecho de pensar diferente en materia política pueden sufrir el mismísimo infierno en la tierra.
Quienes creen en las enseñanzas de Jesús, quieren ser optimistas y pensar que la Iglesia no les dará la espalda.