Las actividades de la política exterior de la Federación Rusa en nuestro Hemisferio tiene una intención clara: socavar la influencia diplomática y el prestigio de los Estados Unidos en esta región.
El cuidadoso intercambio entre Vladimir Putin y sus emisarios busca crear aliados geopolíticos en la región que apoyen las políticas expansionistas de Rusia en los foros internacionales
Las actividades de la política exterior de la Federación Rusa en nuestro Hemisferio tiene una intención clara: socavar la influencia diplomática y el prestigio de los Estados Unidos en esta región.
El cuidadoso intercambio entre Vladimir Putin y sus emisarios busca crear aliados geopolíticos en la región que apoyen las políticas expansionistas de Rusia en los foros internacionales. No es coincidencia que Argentina, Cuba, Nicaragua y Venezuela fueron de las pocas naciones en apoyar en la Asamblea de las Naciones Unidas la resolución que declaraba nulo el referendo de secesión de Crimea.
Desafortunadamente, el intercambio no se detiene en la diplomacia internacional, ya que éste se perpetúa en la formación de alianzas militares, incrementando la cooperación bélica. Estas asociaciones conceden a los efectivos militares de Rusia la proyección de sus fuerzas armadas en nuestro patio trasero. Con alarma hemos visto al ministro de Defensa ruso declarar que bombarderos supersónicos regularmente patrullan el Caribe y el Golfo de México para “Monitorear las actividades militares y las comunicaciones de poderes extranjeros”.
También debemos recordar las provocaciones del aparato de inteligencia ruso. Hace pocos meses se anunció a bombo y platillo la reapertura de las instalaciones de espionaje de comunicaciones en Lourdes, Cuba. Igualmente debemos recordar que un buque de inteligencia ruso, que regularmente opera alrededor de la costa este de Estados Unidos, ancló en La Habana el día antes de que tuvieran lugar las negociaciones entre nuestros diplomáticos y los funcionarios del régimen de los Castro.
Estas demostraciones por parte de Vladimir Putin son un reto al escaso liderazgo de Estados Unidos en nuestra región. Si nuestro Presidente y su Departamento de Estado no logran mostrar interés por los problemas que aquejan a nuestro Hemisferio, como la pobreza, la falta de seguridad y la ausencia de oportunidades económicas, debemos esperar que otros factores internacionales llenen el vacío de liderazgo que EEUU está dejando.