martes 3  de  diciembre 2024
ANÁLISIS

A tres meses de la invasión a Ucrania

Como la historia de David y Goliat, el Estado soberano ha puesto cara al gigante ruso con el apoyo de Occidente y la carga de un considerable precio a pagar que pone al mundo al borde de otra crisis
Diario las Américas | JESÚS HERNÁNDEZ
Por JESÚS HERNÁNDEZ

MIAMI.- Después de tres meses de invasión, Rusia no logra ocupar a Ucrania, pero sí destruir pueblos y ciudades a su manera, matar a miles de sus antiguos conciudadanos ucranianos y poner al mundo al borde de una crisis alimentaria.

Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, lo hizo con la aspiración de tomar el país en una ofensiva relámpago de apenas unos días o pocas semanas. Muchos analistas occidentales también pensaron que sería así.

Sin embargo, el conflicto supera los 90 días y Moscú parece atascado en lo que cada vez se ve más como una guerra de desgaste entre todos.

Primero, las agencias de noticias reportaron que las tropas rusas se quedaron trabadas a las afueras de Kiev y otras grandes ciudades ante una firme defensa ucraniana, respaldada militarmente por Occidente.

Después, Moscú decidió dar prioridad a la zona del este, donde se encuentra el Donbás, donde separatistas prorrusos, con apoyo de Moscú, combaten con fuerzas ucranianas desde 2014.

Desde luego, Rusia ha tomado extensiones considerables de territorio en torno a la Península de Crimea, que Moscú se anexionó hace ocho años. También ha logrado cortar el acceso ucraniano al mar Negro y asegurado por fin el control del puerto clave de Mariúpol, tras un asedio que impedía a parte de sus tropas pelear en otros lugares mientras combatían a persistentes fuerzas ucranianas atrincheradas en un enorme recinto metalúrgico.

“Los rusos siguen muy por detrás de donde creímos que querían estar cuando iniciaron la invasión”, señaló el secretario de prensa del Pentágono, John Kirby, que describió los combates en el Donbás como muy dinámicos, con pequeños poblados y localidades que cambian de manos todos los días.

Pero en sus esfuerzos por ganar terreno, las fuerzas rusas también han atacado ciudades sin descanso y asediado algunas. En un ejemplo reciente del coste de la guerra, se encontraron 200 cadáveres en un edificio derruido en Mariúpol.

Ucrania, por su parte, sigue recibiendo armas de Europa y Estados Unidos.

“El plan de Ucrania es sencillo y evidente: desgastar todo lo posible a las fuerzas rusas en los próximos meses, ganar tiempo para recibir armas occidentales y la instrucción sobre cómo utilizarlas, y después lanzar una contraofensiva en el sureste”, opinó Mykola Sunhurovskyi, el director de programas militares del Razumkov Centre, con sede en Kiev.

Impacto mundial

Europa y Estados Unidos continúan buscando formas de ayudar a Ucrania, sin tener que intervenir directamente en la guerra, así como aislar a Rusia y su socio Bielorrusia, pero el precio a pagar sube por día y eso preocupa a todos.

Primero, el mercado energético, el petrolero, sobre todo, padece aún más de lo que adolecía con altos precios antes de la guerra.

Ahora, con una invasión que no da muestras de fin, una crisis más profunda se perfila en el camino: una escasez de alimentos.

“Una porción crucial del trigo, el maíz y la cebada del mundo está atrapada en Rusia y Ucrania a causa de la guerra, mientras que una porción todavía mayor de los fertilizantes del mundo está atascada en Rusia y Bielorrusia”, comentó el analista Jack Nicas, desde Brasil, para The New York Times.

De hecho, tanto Latinoamérica como Europa y Estados Unidos reportan altos índices de inflación, que comenzaron con el paso de la pandemia de coronavirus y la parálisis parcial de la economía y los gastos multimillonarios que incurrieron.

Europa

Entretanto, la prensa en Europa reporta que los precios de los alimentos y los fertilizantes se disparan.

Por ejemplo, los precios del trigo han aumentado en 21%, los de la cebada un 33% y los de algunos fertilizantes en 40%.

Por otra parte, hay países europeos que comienzan a cuestionar ciertas medidas contra Rusia.

Hungría, el país de la Unión Europea más dependiente de del gas natural ruso (85% de sus importaciones), se opone al rápido embargo de esta fuente de energía como Alemania y otros, y rechaza también el embargo del petróleo ruso (representa más del 60% de sus importaciones de crudo), veto que cuenta con el apoyo de Bulgaria.

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