BERLÍN.-EFE
El número de desplazados por conflictos y violencia ascendió en 2015 a 65.3 millones de personas, cerca de un 10% más que un año atrás
BERLÍN.-EFE
El Gobierno y el Parlamento alemanes recordaron este lunes el destino de los desplazados por la guerra o la violencia en todo el mundo, en un acto institucional salpicado por las denuncias de activistas por las muertes de refugiados en el Mediterráneo.
"El mundo actual no puede explicarse sin tener en cuenta las experiencias del pasado", afirmó el presidente del Parlamento, Norbert Lammert, en el Museo de Historia, en ocasión del Día del Refugiado y en alusión a la situación tras la II Guerra Mundial.
En los años siguientes a la derrota del nazismo, una Alemania arrasada por el conflicto fue capaz de acoger -"en condiciones de precariedad que hoy serían inaceptables", destacó- a hasta 15 millones de desplazados en apenas cinco años.
La mitad de ellos tuvieron que acomodarse en campamentos y centros de acogida, pero su adaptación discurrió "sin mayores problemas", recordó Lammert, pese a proceder de lugares muy distintos.
"Quien llega a un país tiene que estar dispuesto a integrarse, si quiere quedarse en él. Quien vive aquí, debe estar dispuesto a integrar a aquellos que vienen para quedarse", aseveró Lammert, de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel.
El presidente del Parlamento aludió así a las tensiones creadas en Alemania tras la llegada en 2015 de 1,1 millones de refugiados y advirtió sobre la multiplicidad de tragedias personales que hay detrás de un colectivo en dramático ascenso.
"Hace diez años, cada seis minutos una persona debía dejar su hogar. Hoy, cada minuto son 24 los que se ven expulsados", dijo.
Recordó ahí las cifras difundidas por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), según las cuales el número de desplazados por conflictos y violencia ascendió en 2015 a 65,3 millones de personas, cerca de un 10 % más que un año atrás.
El acto, en el que por parte del Gobierno de Merkel intervino el ministro del Interior, Thomas de Maiziére, estuvo salpicado por las protestas de un grupo de voluntarios de la ONG "Moabit hilft" -"Moabit ayuda", alusiva a ese barrio de Berlín-.
Los activistas portaban carteles alusivos a los 2.510 refugiados que, solo hasta marzo, murieron en el Mediterráneo tratando de alcanzar territorio comunitario e increparon al ministro por lo que califican de "política hipócrita" del Ejecutivo hacia esas personas.
El grupo había entrado con invitación nominal -su organización tuvo una parte muy activa en la acogida de la primera gran oleada de refugiados en Berlín, el pasado año- y sus miembros fueron obligados a desalojar el acto tras unos pocos minutos.
"Practican una política asesina", comentó a Efe, ya en la calle, Diana Henniges, para quien Merkel "ha firmado un pacto con el diablo", en alusión al acuerdo alcanzado con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para que sean deportados a ese país los refugiados ilegalmente llegados a Grecia.
La acción de ese pequeño grupo de voluntarios no fue la única en este Día del Refugiado. A unos metros del acceso al Museo de Historia, otro grupo de activistas denunciaba la situación de los gitanos en toda Europa.
A escasa distancia del Museo, el colectivo Centro para la Belleza Política presentó el segundo acto de una polémica acción, titulada "Comer refugiados" y consistente en pretender que un grupo de refugiados se ofrezca a ser "devorados" por seis tigres.
Los felinos están desde hace una semana en una gran jaula instalada ante el Teatro Maxim Gorki y hoy se presentó a la prensa a la primera de las candidatas, la actriz siria May Skaf, quien se dijo dispuesta a "dejarse comer" por los tigres.
May Skaf, detenida en varias ocasiones en Siria, se sumó como refugiada a la campaña, que vuelve a desdibujar la frontera entre la realidad y la ficción para protestar contra la política de asilo y denunciar las muertes en el Mediterráneo.
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