Sin embargo, los contaminantes, documentados con cifras y datos, continúan afectando el aire que respiramos y las riquezas naturales que dan alimentos y vida en el planeta.
De esta manera, la salud de los humanos y todos los seres vivientes está a merced de los impactos ambientales y climáticos que ocasionan los combustibles fósiles.
Energía sucia
La llamada energía sucia, dada mayormente por el carbón y el petróleo, tiene múltiples repercusiones sanitarias y ejerce una presión adicional sobre las redes de salud de los países.
El resultado es una mayor incidencia de las afecciones relacionadas con las altas temperaturas, mayor riesgo de enfermedades infecciosas y creciente incidencia de la inseguridad alimentaria. Así lo indica el informe Countdown on Health and Climate Change (Cuenta atrás para la salud y el cambio climático), elaborado por la revista científica Lancet.
El documento recalca que la pobreza energética y las muertes por exposición a la contaminación atmosférica son otros efectos derivados que “amenazan cada vez más la salud de todas las personas que hoy habitan la Tierra y de las generaciones futuras”.
Esta situación “facilita la esparsión y transmisión de muchas enfermedades infecciosas”, destacó el informe, que fue realizado por 99 expertos de 51 instituciones, incluidas la Organización Mundial de la Salud (OMS), y dirigido por el University College de Londres.
Con el aumento del movimiento de personas y bienes, los virus transmitidos por personas, mosquitos, moscas y demás se propagan rápidamente, y el resultado es que ahora la mitad la población mundial vive en países donde el dengue está presente.
Es fue el caso del temido COVID-19, que rápidamente se propagó y acabó con la vida de cerca de siete millones de personas.
“Nuestro informe de este año revela que nos encontramos en un momento crítico. Vemos cómo el cambio climático está impactando gravemente en la salud en todo el mundo, mientras que la persistente dependencia global de los combustibles fósiles agrava estos daños para la salud en medio de múltiples crisis mundiales”, afirmó Marina Romanello, directora ejecutiva de Countdown de Lancet en el University College London.
La propagación del coronavirus y el aumento de las enfermedades infecciosas provocaron errores de diagnóstico, presión sobre los sistemas sanitarios y dificultades para gestionar los brotes simultáneos de enfermedades.
Además, la exposición al calor extremo exacerba tanto enfermedades subyacentes como cardiovasculares y respiratorias, y provoca golpes de calor, alteraciones de sueño, problemas de salud mental y aumento de las muertes relacionadas con accidentes laborales.
Realidad
Sin embargo, la realidad es que hay gobiernos que siguen fomentando la producción y el consumo de combustibles fósiles.
Por ello, 69 de los 86 gobiernos analizados en este informe subvencionan el uso de combustibles fósiles, por un total neto de 400.000 millones de dólares, si se tiene en cuenta la contribución a su explotación como las subvenciones.
Entretanto, hay países que hacen su parte, teniendo en cuenta las circunstancias y la economía, para contrarrestar la contaminación, hay otros que miran al otro lado mientras hacen un giño a los demás.
Hace apenas seis meses el grupo de estudio UN Climate Change certificó que China no solo es el primer contaminante del mundo, sino que los gases que emite superan la suma de la polución que provocan todas las naciones desarrolladas juntas.
El informe fue dado a conocer por el grupo adscripto a la Organización de Naciones Unidas (ONU), ante lo poco o nada que hace el mundo para contener la contaminación china.
En efecto, China lanzó a la atmósfera el 31% de los contaminantes dióxido de carbono, metano y óxido nitroso que produjo el mundo en 2021.
En julio un nuevo informe será emitido. Mientras tanto, el estudio más reciente señaló que Estados Unidos, Unión Europea, Canadá y Japón juntos suman el 22% de las contaminaciones.
En solo dos años, China aumentó su porción contaminante de 27 a 31% y los científicos advierten que, sin un acuerdo serio, que sea verdaderamente respetado por China, será difícil evitar el peligro contaminante.
“Mientras medio mundo busca energías menos dañinas, incluso nuclear, para sostener sus industrias y economías, China continúa aumentando el uso de carbón, que es un combustible fósil altamente contaminante”, señaló la especialista en hidrocarburos Camille Toussaint.
Solo hay que mencionar que el consumo de carbón en China aumentó de 957 millones de toneladas en el año 2000 a 2.912 millones de toneladas en 2020.
Por otra parte, Estados Unidos, el segundo mayor contaminante, con 11% de las emisiones en el mundo, disminuyó el uso del carbón de 1.600 a 1.286 millones de toneladas.
En tercer lugar figura India, con cerca del 8%, en cuarto Rusia, con 5%, y en quinto Japón, con 4%.
En otros países, donde la industrialización es menor, las cifras son igualmente menores, pero la aplicación de otras prácticas, como el uso del petróleo y sus derivados como principales fuentes de energía, así como el empleo de fertilizantes químicos en la agricultura, suman el 41% de la contaminación.
“El carbón y las centrales térmicas de carbón son las mayores fuentes de emisiones de dióxido de carbono que produce el ser humano, y si no paramos a China de nada servirá que el resto del mundo haga su tarea”, resaltó.