Las imágenes de mujeres iraníes quemando sus velos y cortando su cabello en protesta por el estricto código de vestimenta, además de las manifestaciones multitudinarias y la respuesta represiva han ocupado los titulares de los más importantes medios en todo el mundo. Sin embargo, desde Cuba, aliada del gobierno iraní, la “prensa” oficial omitió del todo los hechos durante más de una semana para luego criminalizar las protestas.
El gobierno iraní no podía esperar menos de La Habana, cuando un año atrás su canciller condenó las protestas en Cuba y responsabilizó a Estados Unidos. Los dos países tienen además un largo historial de cooperación militar, científica, económica y diplomática.
Hasta hoy, los principales diarios impresos de Cuba siguen sin mencionarlo explícitamente. Solo algunas webs (Prensa Latina, Radio Habana Cuba y el blog Razones de Cuba ) han referido lo ocurrido, aunque no apegados a la realidad. La postura oficial de Cuba es que los manifestantes son unos “terroristas” y “matones y alborotadores al servicio de poderes extranjeros”, muy similar a como describieron a quienes tomaron las calles el 11 de julio de 2021.
Pero no solo desde el aparato de difusión estatal Cuba ha respaldado abiertamente a su homólogo islámico, la cancillería también ha movido sus fichas para dejar claro el aval.
Este 26 de septiembre, Bruno Rodríguez se fotografió sonriente junto a su homólogo iraní Hosein Amirabdolahian en una reunión donde “fortalecieron lazos” y hablaron de las áreas de cooperación. Ahí, y no en las violaciones de derechos humanos, está el interés del gobierno cubano. Porque, en efecto, la cobertura que han dado los medios nacionales del asunto no sorprende. Realmente es muy similar a la de 2019 cuando Teherán y otras ciudades fueron sacudidas por reclamos ciudadanos.
Lo que dijo o calló La Habana es totalmente coherente con sus intereses económicos y políticos. Desde 1979 Cuba ha sabido aliarse a otro tirano y sacarle provecho. Tanto es así que el régimen ayatolá le ha extendido a los Castros millonarios créditos, los que la isla ha pagado con servicios de inteligencia, cooperación en biotecnología y su posición geográfica a solo 90 millas de Key West.
¿Qué pueden tener en común un gobierno laico y comunista del Caribe con una teocracia del Medio Oriente, si son tan distantes culturalmente? Denuncias internacionales de violaciones de derechos humanos y restricción de libertades en sus territorios, por supuesto; pero sobre todo comparten un discurso anti-imperialista y una larga relación de enemistad con Estados Unidos, quien ha impuesto múltiples sanciones a ambos países.
Favor con favor se paga
A raíz de la Revolución iraní en 1979, el entonces mandatario Fidel Castro decidió acercarse a la República islámica y fue uno de los primeros jefes de estado en reconocer a los nuevos líderes, encabezados por Ruhollah Jomeini.
Curiosamente el exdictador cubano, responsable de una larga trayectoria de discriminación por motivos de fe, dijo que “no había contradicción entre revolución y religión”. Incluso Cuba fue uno de los principales precursores para que Irán se sumara al Movimiento de Países no Alineados. Recordemos que el 3 de septiembre de 1979 Castro asumió la presidencia de dicho movimiento y consolidó el liderazgo de la isla en la organización.
En lo adelante las relaciones bilaterales continuaron afianzándose, aunque el boom llegó en los 90. Justo cuando Cuba perdía la tutela y recursos soviéticos, y el país entraba en una crisis sin precedentes, el gobierno echó mano de su aliado en el Medio Oriente
Fue el campo de la biotecnología el área principal de intercambio, según ha documentado el profesor y experto en estudios cubanos Jaime Suchlicki. La Habana comenzó capacitando a científicos iraníes, a la par que expertos caribeños se formaban en Irán. También exportan productos biofarmacéuticos de un lado a otro.
A lo que luego agregaron una cooperación más específica en biotecnología médica hasta conformar un importante Centro de Biotecnología e Ingeniería Genética cerca de la capital iraní. Ya para 2005 la relación entre Castro y el presidente Mohammad Khatami era tan sólida que la isla disponía de una línea de crédito de 200 millones de euros para comercio bilateral. Tres años después anunciaron que Irán había incrementado el crédito y que ahora ascendía a 500 millones.
No es casual que en aproximadamente diez años Cuba lograra aumentar su crédito inicial 25 veces. Además de la cooperación científica, que era la cara visible, Irán obtenía otros dos principales beneficios de La Habana. Por esa época, el Movimiento de Países no Alineados, en el que Cuba tenía un sólida influencia, defendió públicamente el derecho iraní de desarrollar energía nuclear con fines pacíficos. Pero este no fue el único favor que Castro le hizo a su homólogo, previo al crédito.
En 2003 el régimen ayatolá logró interferir las transmisiones que desde Los Ángeles, Estados Unidos, se emitían en lengua farsi para informar a la ciudadanía iraní sin censura. Como era imposible hacerlo desde el propio Irán por la distancia geográfica, Teherán usó a su aliado del Caribe.
Se ha comprobado que las señales que bloquearon las transmisiones fueron originadas en las afueras de La Habana.
El gobierno cubano, ya contra la pared, tuvo que admitir que en efecto había sucedido, pero agregaron que lo iraníes habían actuado a espaldas de las autoridades locales. Una declaración un tanto inverosímil, teniendo en cuenta no solo el estado constante de vigilancia en toda la isla, sino también la experiencia de Cuba bloqueando transmisiones americanas (por ejemplo, Radio y TV Martí) y su estrecha relación con sus pares de la República islámica.
Hasta 2015, el académico Jaime Suchlicki contabilizó que Cuba había recibido el equivalente a más de mil millones de euros en préstamos de Teherán desde 2005. “Irán está financiando unos 60 proyectos que van desde la adquisición de 750 vagones de ferrocarril fabricados en Irán hasta la construcción de centrales eléctricas, represas y carreteras. Esta inyección de capital islámico ha fortalecido la estabilidad del régimen cubano”, escribió el experto siete años atrás.
sello postal aniversario 40 relaciones diplomaticas Cuba Iran. Foto Granma vía Cubanet
Cancelación del sello postal por el aniversario 40 del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba e Irán.
Foto Granma vía Cubanet
La vacuna en tiempos de crisis
En los últimos años el grifo de dólares que representaba Irán se ha cerrado ligeramente para Cuba, debido a la crisis económica en el país persa y probablemente a que la isla es un agujero negro. De hecho, desde 2010 la inversión del régimen iraní en sus aliados de América Latina, principalmente Cuba y Venezuela, no era bien vista. Unos 122 miembros del Parlamento iraní redactaron una carta en la que lamentaban que su país dedicara tanto esfuerzo, tiempo y recursos a un espacio tan alejado en todos los aspectos y que no garantizaba resultados proporcionales a lo invertido.
Aunque las relaciones de cooperación se mantuvieron, previo a la crisis que golpeó a Irán en 2019 y sacó a las personas a las calles, el volumen comercial entre ambos países decayó considerablemente.
Según datos disponible en el Observatorio de Complejidad Económica (OEC), en 2018 Cuba exportó apenas $ 97,000 a Irán, mientras que este último envió solo $ 60,000 a la isla. Esta cifra insignificante no provocó que la Habana desatendiese sus “obligaciones” de respaldo público a su aliado. Un año antes el gobierno caribeño se abstuvo de votar en contra de la pena de muerte a homosexuales en una sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Casualmente Irán es uno de los pocos países que aún castiga las relaciones entre individuos del mismo sexo con la muerte al miembro con el rol “pasivo”, y 100 latigazos al “activo”.
Ese mismo año Cuba envió a Ulises Rosales del Toro, entonces vicepresidente, a la toma de posesión del presidente iraní Hasán Rohaní en un simbólico acto de respaldo y coherente a la ruta diplomática entre ambas naciones, que se mantiene hasta hoy.
Actualmente, a pesar de que Irán vive un período de inestabilidad económica, agravado por la pandemia, la falta de agua y el duro impacto de las sanciones estadounidenses, la cooperación ha encontrado otros derroteros.
En junio de 2021, la vacuna Soberana-2 fue aprobada para usarse en Irán. El 28 de julio, la agencia Reuters informaba que Irán no solo la usaría con sus ciudadanos sino que produciría la vacuna a escala industrial. Apenas siete días después, Alireza Biglari, director del Instituto Pasteur de Irán, recibió el Premio Carlos J. Finlay a propuesta de la ministra cubana de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
“El apoyo del científico permitió realizar la fase III de estudios clínicos con ese candidato vacunal y luego obtener la aprobación para el uso de emergencia de este producto en Irán”, destacaron medios persas.
Irán, con la aceptación de la vacuna cubana, que aún no ha sido avalada por la OMS, una vez más ayudaba a su aliado caribeño a mantenerse a flote.
La Habana no solo encontró en Teherán una potencia dispuesta a defender las violaciones de derechos en la isla, sino también una fuente de ayuda económica. A la que ha tenido que pagar con peligrosos favores.
Estados Unidos en abril de 2020 instó a Cuba y Venezuela a rechazar dos buques de guerra iraníes que supuestamente llevaban armas. Marzia Giambertoni, asistente de investigación en el Programa de Irán del Middle East Institute (MEI) escribió al respecto: “La ubicación geoestratégica de Cuba frente a EEUU atrae a potencias extranjeras que siguen una política exterior anti-EEUU”.
Ya lo dijo el entonces vicepresidente cubano Rosales del Toro en 2017, sin importar el contexto: “Irán siempre puede contar con la solidaridad del Gobierno y el pueblo cubano”.
Por: CLAUDIA PADRÓN CUETO