VIENA.- DPA
Después del acuerdo nuclear alcanzado en julio de 2015, Irán cumplió rápidamente sus compromisos disipando así la preocupación por la eventual fabricación de una bomba atómica
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Un total de 13.000 centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio están desmanteladas. Las reservas de uranio enriquecido han sido reducidas de 12 toneladas a algunos cientos de kilogramos. El núcleo del reactor de agua pasada de Arak ha sido rellenado con cemento. Después del acuerdo nuclear alcanzado en julio de 2015, Irán cumplió rápidamente sus compromisos disipando así la preocupación por la eventual fabricación de una bomba atómica.
"Este es un día histórico porque hemos sentado la base para crear confianza y para abrir nuevos capítulos en nuestras relaciones", destacaron en una declaración conjunta la jefa diplomática de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini, y el ministro de Relaciones Exteriores de irán, Mohamed Yawad Zarif.
Poco antes, el organismo Internacional de Energía atómica (OIEA) había certificado una notable reducción de las capacidades nucleares de la República Islámica. Como consecuencia, la UE y Estados Unidos levantaron las sanciones económicas y financieras impuestas a Teherán. En resumen: la diplomacia internacional consiguió lo que probablemente es su mayor victoria en la presente década.
Evidentemente, los reformistas agrupados en torno al presidente Hassan Rohani tenían prisa para lograr este éxito y aprovechar el ambiente de euforia en el país con miras a las elecciones parlamentarias del próximo 26 de febrero, porque el fin de las sanciones parece inaugurar en Irán un cambio hacia un futuro mejor.
"Todos han ganado con este acuerdo, tanto dentro del país como en el exterior", proclamó Rohani este domingo en el Parlamento iraní.
En contra de lo que se esparaba, la recta final de las conversaciones en la sede de Naciones Unidas en Viena exigió a los negociadores una ardua labor. Durante más de diez horas, la discusión se centró una vez más en detalles técnicos. "Nada grave. La diplomacia requiere de paciencia", escribió Zarif en un tuit para tranquilizar a sus compatriotas.
Lo que la diplomacia es capaz de lograr lo demostró durante las negociaciones el anuncio de que Estados Unidos e Irán habían llegado a un acuerdo sobre un canje de prisioneros. Teherán puso en libertad al periodista Jason Rezaian, reportero del diario The Washington Post, y a otros cuatro presos estadounidenses. Por su parte, Estados Unidos anunció la excarcelación de siete prisioneros iraníes.
Según el secretario de Estado norteamericnao, John Kerry, los dos asuntos no estaban necesariamente relacionados. Sin embargo, admitió que el pacto nuclear también dio un impulso a la búsqueda de un acuerdo para la puesta en libertad de los prisioneros. Todo esto fue posible gracias a la química adecuada forjada en innumerables contactos entre Estados Unidos e Irán durante los dos últimos años.
Los dos archienemigos no van a ser nuevos amigos de la noche a la mañana pero se perfila un cambio propiciado por el acercamiento. Muchos de los 78 millones de iraníes habían celebrado el acuerdo alcanzado en julio del año pasado de la misma manera que en otros países se celebra una victoria durante el Mundial de fútbol.
El acuerdo nuclear también es de gran importancia para Estados Unidos. El presidente Barack Obama puede reivindicar el acuerdo pacífico con Teherán como uno de sus mayores éxitos en política exterior. "El mundo ha evitado así una nueva guerra", recalcó Obama en su reciente discurso sobre el estado de la nación, alabando de esta manera el impresionante esfuerzo desplegado por John Kerry durante dos años de negociaciones.
Para los republicanos, en cambio, el acuerdo con Irán es obra del diablo porque en términos generales ellos consideran que no se debe negociar con mulás fundamentalistas. Además, el ritmo que los negociadores iraníes imprimieron a las negociaciones tuvo como consecuencia que al Senado estadounidense le faltó tiempo para verificar algunos documentos fundamentales.
La relación entre Washington y Teherán ha sido tensa desde hace décadas, por decir lo menos. Pese a las negociaciones nucleares, los dos países no mantienen relaciones diplomáticas desde hace 35 años. Si dependiese de los candidatos republicanos a la presidencia de Estados Unidos, esta situación no cambiará. La cuestión iraní ya irrumpió hace tiempo como tema de discusión candente en la campaña electoral norteamericana.
La implementación del acuerdo nuclear no va a significar que se disipe inmediatamente la desconfianza hacia Irán. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) está convencido de que Teherán trabajó hasta el año 2003 efectivamente en el desarrollo de una primera bomba atómica. Por consiguiente, Irán tiene que aceptar que los expertos del OIEA vayan a vigilar de forma muy intensa su programa nuclear.
En caso de asomar la sospecha de que Irán no respeta lo acordado, las sanciones de Naciones Unidas podrían aplicarse nuevamente. Ese mecanismo de "reversión" no puede ser neutralizado por un veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero su entrada en vigor implicaría seguramente el fin del acercamiento entre Occidente e Irán.
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