ROMA.-EFE
"Detrás de ese gesto (el atentado de Bruselas), hay fabricantes y traficantes de armas que quieren la sangre, no la paz; que quieren la guerra y no la fraternidad", dijo el Sumo Pontífice durante la misa de Jueves Santo
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El papa Francisco arremetió este jueves contra quienes financian y proveen de armas a los terroristas que provocan atentados como los de Bruselas y abogó, ante cientos de refugiados, por la convivencia entre religiones como método para lograr la paz.
"Hace tres días, un gesto de guerra, de destrucción, en una ciudad de Europa. Gente que no quiere vivir en paz. Pero detrás de ese gesto, como detrás de Judas, había otros", dijo el pontífice durante la misa de Jueves Santo en un centro de refugiados.
"Detrás de ese gesto (el atentado de Bruselas), hay fabricantes y traficantes de armas que quieren la sangre, no la paz; que quieren la guerra y no la fraternidad. Dos gestos. Lo mismo. Jesús lava los pies y Judas vende a Jesús por dinero", agregó.
De este modo, aludió a los ataques terroristas que el martes sacudieron la capital belga, con 31 muertos y unos 300 heridos y cuya autoría asumió el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
En su opinión, detrás de ello están quienes se lucran con el terrorismo, algo que equiparó con las autoridades que, según las Escrituras, ofrecieron treinta monedas a Judas para que hiciera el mal y traicionara a Jesucristo.
Para celebrar esta misa de Jueves Santo, el pontífice eligió como escenario el centro de acogida de refugiados de Castenuovo di Porto, a las afueras de Roma, donde actualmente residen casi 900 solicitantes de asilo, en su mayoría de confesión musulmana.
Allí lavó los pies a once refugiados y a una trabajadora social, un rito con el que quiso subrayar el valor de la fraternidad.
Si el ataque de Bruselas representa el interés doloso de los terroristas y de sus supuestos financiadores, el hecho de lavar los pies sirvió al pontífice para ejemplificar el valor de la paz y de la integración, como él mismo explicó.
"Hoy, en este momento, cuando haga el gesto de Jesús de lavar los pies, todos nosotros estamos realizando el gesto de la fraternidad y todos debemos decir: 'Somos diversos, somos diferentes, tenemos culturas y religiones distintas, pero somos hermanos y queremos vivir en paz'", recomendó.
Tuvo palabras de consuelo para los refugiados, que le escuchaban atentamente, y recordó las "muchas cruces" que han soportado durante su travesía hacia Europa, emprendida con el objetivo de huir de la guerra y la destrucción en sus países.
"Cada uno de nosotros tiene una historia encima. Con muchas cruces y muchos dolores, pero tiene un corazón abierto que quiere la fraternidad. Cada uno, en su lengua religiosa, reza al Señor para que esta fraternidad se contagie", consideró.
Acto seguido Francisco, emulando a Jesucristo en la Última Cena, lavó los pies a la trabajadora social Angela Perri y a once refugiados: tres musulmanes, un hindú, tres cristianas coptas procedentes de Eritrea y cuatro católicos nigerianos.
Se arrodilló ante ellos, uno a uno, sujetó sus pies descalzos, los lavó con la ayuda de una palangana, los secó con un trapo y finalmente los besó.
Concluida la ceremonia, una parte de los asistentes entonó un cántico tradicional copto que Francisco escuchó con atención, sobre el púlpito.
Tras unos instantes meditando, rompió su silencio para afirmar: "Es bello vivir juntos como hermanos, con culturas y religiones diferentes".
Después dedicó más de una hora a pasear entre los congregados y saludarles personalmente, ocasión que muchos aprovecharon para fotografiarse junto al Papa.
Como en los Jueves Santos precedentes, Bergoglio volvió a rendir tributo "a los más pequeños" de la sociedad, con la particularidad de que este año eligió a los refugiados, en un momento en el que la Unión Europea trata de atajar la ola migratoria.
Por otro lado, Francisco ofició la misa Crismal en la basílica de San Pedro, un acto con el que se celebra el día de la institución del sacerdocio, por lo que dedicó su homilía a ofrecer consejos a los curas presentes.
Esencialmente les recomendó entregarse a los más débiles, ayudar a los descartados de la sociedad.
"Como sacerdotes, nos identificamos con ese pueblo descartado, al que el Señor salva, y recordamos que hay multitudes incontables de personas pobres, ignorantes, prisioneras, que se encuentran en esa situación porque otros las oprimen", dijo el Papa.
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