@IlianaLavastida
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Historia, tradiciones, identidad propia y un vasto desarrollo científico, especialmente en el campo de la salud, son algunos de los rasgos que distinguen a Taiwán, una isla ubicada en el Pacífico occidental que a fuerza de trabajo duro y la perseverancia de sus pobladores, en apenas siete décadas ha logrado posesionarse entre las primeras 25 economías del mundo, por lo que muchos le consideran el corazón de Asia.
El archipiélago, que lleva por nombre el de la isla principal, tiene como países vecinos a China continental, Japón, las islas Ryukyu y Filipinas.
Pero hay un gran reto que a lo largo de su historia contemporánea les ha tocado enfrentar a los taiwaneses y es el reconocimiento de su existencia como nación independiente, incluso por parte de gobiernos democráticos que ante el fuerte lobby financiero de China continental y sus presiones optan por no fijar posición oficial respecto a la existencia de este país soberano, con una estructura gubernamental autónoma y un desarrollo económico social del que muchas naciones del mundo libre podrían tomar referencia.
El sistema universal para el cuidado de la salud, implementado desde 1995, es uno de los parámetros que colocan la calidad de vida de los taiwaneses en un alto estándar, con relación a los sistemas existentes en otros países del llamado primer mundo, según pudimos conocer en un reciente viaje realizado por un grupo de periodistas latinoamericanos y de España, del que DIARIO LAS AMÉRICAS formó parte.
Un ciudadano taiwanés tiene garantizado el cuidado de su salud, para él y cada uno de los integrantes de su núcleo familiar a partir del descuento de un porciento, proporcional a sus ingresos y al número de personas a su cargo, e igualmente gracias a ese sistema, tiene acceso a tratamientos especializados y a la compra de medicamentos que les sean prescritos.
Ese mismo beneficio es aplicable a cualquier extranjero a partir del tercer mes de que se encuentre residiendo legalmente en el país, por razones de estudio o trabajo.
Unido a la existencia de un sistema sanitario asequible a todos, las autoridades taiwanesas de salud están entrenadas para el manejo de emergencias en casos de desastres o epidemias, así como en adoptar medidas para la prevención de brotes de enfermedades contagiosas.
Existencia
Taiwán es la octava nación en el mundo que se somete al sistema de Evaluación Externa Conjunta (JEE, por su sigla en inglés) encargada de mejorar la red mundial de prevención de enfermedades infecciosas.
Sin embargo, durante la visita realizada por este grupo de reporteros a Taiwán, conocimos que la Organización Mundial de la Salud ignoró la solicitud enviada por el ministerio taiwanés de Salud para asistir como país observador a una de las sesiones de este foro en el que se debaten asuntos y se comparte información para poner al servicio de la salud en el orbe.
La ambigüedad asumida por algunos gobiernos y organismos internacionales - como son los casos de la Organización Mundial de la Salud y el propio EEUU- que aceptan la existencia de Taiwán como nación independiente y no sostienen sin embargo relaciones diplomáticas formales con ese país, además de significar colocarse del lado desleal de las presiones impuestas por China continental, acarrean una gran desventaja para los países que por esa razón se ven limitados de establecer un intercambio sistemático de información científica con un país que avanza a la vanguardia en esas disciplinas.
En el National Health Research Institute, fundado en 1996, gracias al testimonio ofrecido por el doctor Shih-Feng Tsai y otros representantes de la directiva, los reporteros que recorrimos el país durante una semana, supimos que esa institución, respaldada con un presupuesto de operaciones de 90 millones de dólares anuales, 1.500 empleados y 150 investigadores, colabora con centros similares de EEUU, Europa y Asia.
También fuimos informados de que resultado de las investigaciones que allí se realizan, el instituto identifica los problemas más urgentes de salud y ha servido de gran ayuda para el Gobierno en momentos de crisis sanitarias presentadas como el SARS (enfermedad respiratoria severa) en el 2003, la epidemia de H5N1, en 2005 y un brote de dengue en 2016.
En el caso específico del dengue, que anualmente cobra miles de vidas en países de Latinoamérica y África, Taiwán tiene experiencia para compartir en cuanto al manejo de esta epidemia. A partir de medidas preventivas adoptadas, el número de personas afectadas por el dengue en Taiwán ha disminuido considerablemente, de 55.000 casos reportados en 2015 a 543 en 2018.
En este momento, gracias al avance de las investigaciones, Taiwán está a la espera de patentar una vacuna contra el dengue, que abriría las puertas a la erradicación de un mal casi endémico en países pobres.
El hecho de que Taiwán no sea admitido en la Organización Mundial de la Salud por las presiones políticas de China continental limita la colaboración y con ello que se pueda expandir la aplicación de descubrimientos para beneficio de otras naciones.