Barak Obama, Raúl Castro, la normalización de relaciones, el embargo/bloqueo, la disidencia, los derechos humanos, los que se encuentran a favor o en contra de la visita, Guantánamo, los debates presidenciales con el tema Cuba, los Rolling Stones y un partido de pelota; de momento, son los ingredientes más comentados alrededor de la visita del cuarto presidente de los EEUU de Norteamérica a tierras cubanas.
Debo decir que Obama será el cuarto y no el segundo presidente estadounidense, que en 88 años como se ha dicho pise suelo cubano; sólo que lo analizo desde otro enfoque, uno que toma en cuenta las visitas no oficiales y sobre todo, las de dos presidentes que lo hicieron viajando a una zona del territorio cubano que se le demanda su devolución a las autoridades de EEUU.
Cierto que el presidente Calvin Coolidge visitó el país en 1928 para participar en la VI Conferencia Panamericana; pero los otros dos mamdatarios que pisaron suelo cubano y ello se omite, fueron Franklin D. Roosevelt en 1939/40 y Harry Truman en 1948; estos dos últimos lo hicieron en el territorio donde se asienta la base naval de Guantánamo, que de acuerdo a lo que establece el Tratado de 1903, nunca dejó de ser territorio de soberanía cubana y sólo concedido en arriendo hasta que las partes lo consideren conveniente.
Con la próxima visita de Obama a la isla, tendríamos al cuarto presidente estadounidense que se encuentre en territorio nacional y probablemente, la primera de carácter oficial para hacer avanzar la normalización y promover las relaciones amistosas entre los dos países.
Pasando brevemente a otras cuestiones, resulta algo desconcertante para este tipo de visitas oficiales o de estado, que antes de efectuarse la misma y por las razones que sean; ambos gobiernos se hayan visto en la necesidad de reiterar públicamente sus posiciones e intereses políticos; más cuando se conoce lo sensible, contradictorio o polémico de varios de los temas en discrepancia.
Ello permite especular cuánto pesa la campaña electoral en EEUU, si existió la suficiente comunicación o la previa y eficiente negociación diplomática, que hiciera más comprensible la conveniencia de la no intromisión en los asuntos políticos internos del país que se visita, incluso por arriba de cualquier razón de peso que pudiera existir para ello.
Más cuando se conoce que la disidencia cubana viaja, sale del país, participa en los medios de comunicación, se reúne con funcionarios de otros países, incluyendo a los de EEUU tanto fuera como dentro del país, amén de otras restricciones políticas a que se les sometan en Cuba.
Pero utilizar las circunstancias de esta histórica e importante visita de Obama, (quiérase o no) presiona o desencadena nuevas desconfianzas o recuerda viejas heridas, tanto para Cuba como para otros países de la región, por lo que no parece ser la mejor decisión, ni el momento más oportuno para hacerlo.
Lo que se presumía podía ser un encuentro relajado entre Raúl y Obama para revisar los avances del proceso de normalización y las situaciones que lo detienen o enturbian, quizás no lo sea.
Tampoco dudo que se enfocarían en aquellos aspectos políticos no coincidentes, o incluso polémicos, pero sin la algarabía previa y desarrollando las conversaciones de manera tolerante, con mayores comprensiones históricas, de forma cordial y sobre todo tras la búsqueda de encontrar soluciones viables.
No hay dudas que ambos líderes, Obama y Raúl Castro, son extremadamente celosos y además vigilantes del irrestricto respeto a la soberanía de sus naciones, por lo que la prudencia política supone la necesidad de distanciarse de circunstancias, que para alguna de las partes pueda interpretarse como provocadoras sobre sus competencias nacionales.
No obstante es de esperar que la madurez política y buena voluntad de los gobernantes impida, que algo surja o empañe la imprescindible práctica de negociar las diferencias e impedir el surgimiento de nuevos distanciamientos o conflictos; entre otras cosas porque el camino transitado habría sido estéril y la opinión pública mundial y no sólo la de EEUU y Cuba se sentiría decepcionada, dado el favorable interés despertado en la opinión pública internacional sobre el proceso de normalización de relaciones.
Probablemente y en el marco de las competencia del ejecutivo norteamericano, seamos testigos de nuevas medidas de flexibilización económica hacia Cuba, e igualmente infiero se conocerán gestos de reciprocidad de la parte cubana.
En cuanto a la eliminación del embargo/bloqueo, como es ley del congreso norteamericano, sencillamente se pasará la página.
Pero no todo será problemático, tenso o grave, porque en el contexto de la visita del presidente estadounidense y para agradar o relajar el ambiente, allí se encontrarán los famosos Rolling Stones, la célebre banda de rock londinense que hizo historia, y además, un esperado e interesante juego de pelota entre un equipo de EEUU y una selección cubana.
Por cierto y aprovechando ese partido de baseball, se reinaugurará el antiguo estadio del Cerro, que desde hace muchos años es conocido por los cubanos que viven en la isla como el Estadio Latinoamericano.
De todos modos no abrigo dudas: se saltarán obstáculos y será una trascendente e histórica visita para Cuba y su pueblo, para el ciudadano norteamericano, el presidente Obama y el partido que representa.