martes 14  de  enero 2025
EDITORIAL

A paso de tortuga

Aunque algunos comerciantes son conscientes de los beneficios futuros de la obra, en el presente ven cómo se esfuman sus pocas posibilidades de supervivencia si las obras no logran tomar un ritmo más acelerado
Diario las Américas | EDITORIAL DIARIO LAS AMÉRICAS
Por EDITORIAL DIARIO LAS AMÉRICAS

Las demoras en la reconstrucción de un pequeño tramo de la histórica calle Flagler, en Miami, tienen virtualmente halándose de los cabellos a diversos actores de la comunidad que, de una u otra forma, guardan relación o resultan afectados con el desarrollo de esta obra.

Por un lado están los conductores que completan más de un año esperando la terminación de la segunda de trece fases del proyecto, que se ejecuta en un área de solo media milla. De tal suerte, pocos logran explicarse por qué siendo tan reducido el tramo intervenido, el contratista avanza en su cronograma de actividades a paso de tortuga.

En otra acera encontramos a los comerciantes, quizás los más golpeados en los bolsillos por el cierre obligado de la vía y la consecuente pérdida de clientes. Aunque algunos son conscientes de los beneficios futuros de la obra, en el presente ven cómo se esfuman, como agua entre los dedos, sus pocas posibilidades de supervivencia si las obras no logran tomar un ritmo más acelerado.

Si empezamos a buscar responsables encontramos que todos se pasan la pelotica y finalmente nadie es culpable. El ayuntamiento de Miami, a través de la oficina de Obras Públicas, estima que el contratista seleccionado tenía un buen récord en trabajos anteriores. Comisionados como Francis Suárez, por su parte, afirman que el órgano legislativo local seleccionó al contratista atendiendo las sugerencias de los expertos de la Ciudad.

Lo bueno, si algún día lo pusieran en práctica, es que el contratista está obligado a pagar 3.300 dólares por cada día de retraso en esta obra de gran envergadura, tasada en 13 millones de dólares y pautada para entregarse a cabalidad en abril del año 2018, fecha que nadie cree factible por el lento transcurrir del plan de trabajos.

Que los comerciantes afectados por la eventual negligencia en la terminación de la segunda fase del proyecto reciban un poco de auxilio económico podría ser un precedente interesante.

Mientras tanto, los miamenses siguen esperando que la calle Flagler, no sabemos cuándo a ciencia cierta, se convierta en un corredor emblemático para caminar, hacer compras y montar en bicicleta, transformándose de paso en otro atractivo turístico de la ciudad. Todos hacemos votos para que sea pronto.

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