sábado 12  de  octubre 2024

Alevosías

Quisiéramos perdonar de corazón. Dar otras oportunidades. Intentar comprender al que nos ha traicionado. Resistirnos al dolor

Claudia creía estar preparada para todo tipo de cataclismo pero la traición de una amiga le demostró su equivocación.

u201cMi amiga Daniela había hecho una fiesta en su casa. Estaba borracha. Maribel, una amiga en común, le preguntó por mí. Ella se disparó a hablar horrores. Que yo era una loca sin propósito en la vida, que mis novios no me duraban ni una semana, que de todos los trabajos me echaban por mediocre, que la ropa me lucia horrible, que sería muy conveniente que me operara todo el cuerpo y de paso volviera a nacer para que me dieran otro cerebro, que lamentaba mucho conocerme y tener que tratar con una u201cperdedora u201d, que el amor de mi vida nunca me había querido, que me había engañado con todas su amigas, que ella me acompaño a una clínica porque me habían pegado sífilis. No quería continuar escuchando aquella conversación que había grabado Maribel en su celular. Le pedí que se fuera de mi casa. Quería llorar a solas, llorar con todas mis fuerzas u201d

Claudia y Daniela no se han vuelto a ver desde entonces.

En ocasiones la extraña. No puede evitar sentir dolor cuando mencionan su nombre, visita los lugares que antes frecuentaban juntas u observa las fotografías que aún conserva de ella. Recuerda su cumpleaños. Ellas dormían y se bañaban juntas. Compartían la misma ropa. Lloraron abrazadas de madrugada, por amores perdidos. Se hicieron compañía en sus embarazos. Claudia llevaba a la madre de Daniela al doctor. u201cLo más lamentable es que nada vuelve a ser igual después de una traición u201d.

Isabel nunca imaginó que su marido fuera capaz de mentirle. u201cMe dijo que su tío lo había llamado con urgencia. El carro tenía problemas y él debía ir a socorrerlo. Le propuse ir, me dijo que no hacía falta. u201cEra un domingo familiar, estábamos en el parque con los niños. Ellos no quería irse a casa, subieron al auto llorando. Llovía a cántaros. Él se puso una ropa sucia como de macanear y partió. Sentí un presentimiento extraño. Por alguna razón me dieron ganas de ir a casa del tío para averiguar qué había pasado u201d.

u201cEl tío me abrió la puerta, estaba en casa. Me estaba mintiendo. Me derrumbé. Lo llamé para confrontarlo. Él me hizo un cuento aun peor. Estaba en Miami con un amigo haciendo un negocio. Su amigo se llamaba Miguel. Intenté creerle. Esa noche no pude dormir en paz. Al día siguiente llamé al servicio al cliente y pedí que me enviaran a casa el registro de todas las llamadas del mes u201d

u201cEn mi inspección había un número que se repetía. Eran llamadas largas y a toda hora. Tenía miedo de llamar y comprobar que era una voz de mujer. Lo hice. Sucedió lo que esperaba. Ella estaba nerviosa, se sentía descubierta, le hice algunas preguntas pero no aclaró ni una sola de mis dudas. Se había pasado el mes hablando con esa tipa. Finalmente me confesó que ese domingo había ido a encontrarse con ella u201d.

Isabel y Raúl terminaron la relación. Este mes cumplirían 5 años de casados. Tenían dos hijas gemelas de 2 años. Él le lleno la cabeza de excusas, promesas y justificaciones.

u201cConozco a esa mujer desde hace años y siempre quise estar con ella, más para probar que para comprometerme en serio. No pasó nada. No me acosté con ella. Ella no es importante, no significaba nada. Está vieja y fea, sólo tiene tetas postizas. Tú eres la mujer de mi vida, la madre de mis hijos. Yo vivo enamorado de ti. Te juro que jamás en la vida te vuelvo a mentir u201d.

Para Claudia e Isabel el daño es irreversible. Son múltiples las historias, los casos y los ejemplos que pudiéramos citar. La mayoría de los sucesos son catastróficos. No sentimos almas imbéciles. Cuerpos decrépitos. Nos llenan de vacíos espantosos, de decepciones y abismos, de noches sin paz, de pasos perdidos u2026

Quisiéramos perdonar de corazón. Dar otras oportunidades. Intentar comprender al que nos ha traicionado. Resistirnos al dolor. Asegurar que lo vamos a asimilar con tranquilidad. Garantizar que no tocaremos más el tema.

Quisiéramos ser idealista y creer que una traición se olvida. Quisiéramos estar en el equipo de los inteligentes, esos que son capaces de rechazar toda memoria fastidiosa que huela a deslealtad.

Lo peor de todo esto es que la traición nunca llega sola. Aparece con toda su parentela perversa. Duda, tristeza, desconfianza, depresión, incertidumbre, preocupación, inquietud, insomnio, baja autoestima, desánimo, melancolía, angustia, desconsuelo.

Y una vez que se instala con toda su pandilla de males, y con todo su equipaje de calamidades, es muy difícil desalojarla.

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