domingo 3  de  noviembre 2024
OPINIÓN

China-EEUU: Poniendo las cartas sobre la mesa

A propósito de la primera reunión entre Washington y Pekín bajo las riendas de Joe Biden
Diario las Américas | SONIA SCHOTT
Por SONIA SCHOTT

La fiebre del oro que se inició en el Valle de Sacramento, California, a principios de 1848, fue uno de los eventos más importantes en la historia de Estados Unidos.

Cuando el presidente James K. Polk pronunció su discurso sobre el estado de la Unión en 1848 dijo: “Las exploraciones ya realizadas justifican la creencia de que el suministro es muy grande y que el oro se encuentra en varios lugares, en un extenso distrito del país".

Tras esta confirmación oficial, la fiebre del oro se contagió no sólo por Estados Unidos, sino que también atrajo a un gran número de personas de una docena de países, dando a paso a una migración masiva sin precedentes.

Un recuento informativo de la página web del Departamento de Estado da constancia de cómo, durante la década de 1850, muchos trabajadores chinos emigraron a Estados Unidos atraídos por las minas de oro, el trabajo en el sector agrícola, la industria textil y la construcción de ferrocarriles. Muchos de ellos se convirtieron luego en empresarios.

La competencia laboral desarrolló un sentimiento antichino en el país, lo que finalmente impulsó una legislación cuyo objetivo era limitar la migración de la nación asiática.

Este fue uno de los muchos eventos que marcarían los altos y bajos de un camino plagado de tensiones entre Washington y Pekín.

Ahora, la primera reunión entre altos funcionarios de la administración de Joe Biden y sus homólogos chinos en Alaska, en marzo, pareció empezar con mal pie.

El equipo estadounidense, encabezado por el secretario de Estado, Antony Blinken, y el asesor de seguridad Nacional, Jake Sullivan, acusó al Gobierno chino de “amenazar la estabilidad mundial” en una apertura de conversaciones caracterizada, por mutuas acusaciones de abusos contra los derechos humanos.

Los estadounidenses citaron los ataques de la policía contra manifestantes en pro de la democracia en Hong Kong y del genocidio perpetrado contra la minoría étnica uigur en la región de Xininjang.

En tanto que, Yang Jichi, uno de los funcionarios chinos de más alto rango, señaló a Estados Unidos de “masacrar” a las personas afroestadounidense y destacó la falta de confianza de los estadounidenses en su democracia.

¿Puede esto representar una señal del creciente deterioro de las relaciones con Pekín y el lenguaje incendiario utilizado por el funcionario chino tener un impacto peligrosamente negativo en Estados Unidos?

El asesinato en Georgia de ocho mujeres, seis de ellas asiáticoestadunidenses, aunque al parecer sin fundamento racista, sirvió para amplificar otros incidentes violentos cometidos contra asiáticos a nivel nacional.

La percepción general de que la pandemia de coronavirus comenzó en la ciudad china de Wuhan y luego se extendió por el mundo a través de descontrolados viajes internacionales desde China, encendió una furiosa reacción contra esa nación.

El deterioro de las relaciones con Pekín y la incertidumbre sobre las ambiciones futuras de China parecen haber motivado un alarmante número de incidentes anti-asiáticos en Estados Unidos.

Por lo pronto, los estadounidenses de origen asiático no se sienten representados en los puestos políticos más importantes del país.

Quizás es aquí donde Andrew Yang puede desempeñar un papel único como el primer estadounidense de origen asiático que fue candidato presidencial en las elecciones de 2020 y que ahora está haciendo campaña para ser el próximo alcalde de la ciudad de Nueva York, una ciudad que ha abrazado el multiculturalismo como bandera.

En todo caso, para aquellos que interpretaron el lenguaje del pasado encuentro como el aviso de una nueva guerra fría, entre China y Estados Unidos, se equivocan, según dice Thomas Wright del Instituto Brookings de Washington.

“La reunión habría sido un fracaso si hubiera resultado en declaraciones generales de cooperación y minimización de la competencia, una estrategia común de Estados Unidos cuando sabe que las intenciones de China no son claras. Organizar la relación en torno a la cooperación es teóricamente deseable como objetivo final, pero será inalcanzable en el futuro previsible, dada la realidad en desarrollo de una China asertiva y represiva y un Estados Unidos desafiante”.

En otras palabras, la estrategia estadounidense logró exponer la verdadera posición china despojándola del barniz diplomático y forzándola a abordar los temas sin disimulos.

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