El encuentro entre el papa Francisco, el presidente palestino, Mahmmud Abbas, y el presidente israelí, Simón Peres, que tuvo lugar este domingo en el Vaticano, no será"un acto litúrgico" ni tampoco una"oración interreligiosa" sino una"invocación por la paz".
Así es como el papa Francisco, ese hombre que se crece ante los imposibles, ha definido la histórica reunión que tendrá lugar en Roma y que busca la anhelada paz entre israelíes y palestinos. n
Tras su viaje a Tierra Santa este pasado mes, el pontífice argentino dejó claro en su discurso la necesidad de que ambas partes retomasen las conversaciones de paz y llegasen a un acuerdo más pronto que tarde. nCargado de buenas intenciones, como viene siendo habitual en él,
Francisco se ha dirigido a ambas partes en los últimos tiempos con un claro mensaje: la paz es necesaria y nada puede frenarla. nSin embargo, la realidad, que no es ni de lejos tan benévola como este nuevo Papa, parece querer marcar otro camino.
Por un lado, los palestinos se encuentran en un complicado momento, después de que Hamás y Al Fatah, el partido de Abbas, hayan creado un nuevo Gobierno de unidad nacional. n
Esto no supondría mayores problemas para la paz sino fuese porque Hamás es considerado por buena parte del mundo occidental como organización terrorista.
Algo que no sorprende, si tenemos en cuenta las muchas ocasiones en las que han pedido públicamente la destrucción de Israel. nSi bien el contexto político no parece ser el ideal, no hay más remedio que agradecer al papa Francisco por su valentía y voluntariedad.
Pase lo que pase, el máximo mandatario de la Iglesia católica parece no haberse amedrentado ante las posibles críticas, y ha tomado una decisión de la que todavía no conocemos el resultado, pero que a buen seguro no puede empeorar la actual situación.
Por ello, debemos afrontar el encuentro del domingo con escepticismo pero con cierta esperanza, y siempre con la firma creencia de que en ocasiones, sólo en ocasiones, los milagros existen.