Ahora, como la crisis del coronavirus ha hecho evidente la manipulación y la falta de transparencia por parte de China, que empeoró, en lugar de mejorar la crisis, y resaltó el liderazgo de Taiwán para enfrentar el virus, muchos en la región están comenzando a hacer preguntas.
Como señala un artículo de Hilton Yip publicado en la revista Foreign Policy del 16 de marzo de 2020:
"La estrategia de Taiwán contra el coronavirus consiste en una combinación de vigilancia temprana, medidas proactivas e intercambio de información con el público, así como la aplicación de tecnología en forma de análisis de big data y plataformas en línea. Todo esto hecho con un nivel impresionante de transparencia pública y compromiso, en marcado contraste con el uso de medidas draconianas y coercitivas, así como la censura para manejar el brote de coronavirus por parte de China".
Estas realidades han llevado a cuestionamientos por parte de muchos latinoamericanos. El congresista costarricense Dragos Dolanescu, quien encabeza el Partido Republicano Socialcristiano, expresó en declaraciones recientes en la capital de su país:
"Es extraño que Costa Rica tenga una relación tan estrecha con China y ninguna relación con Taiwán. Taiwán ha mostrado liderazgo no solo para enfrentar con éxito el coronavirus, sino también económicamente, tanto en desarrollo como en infraestructura. Costa Rica debería volver su vista a Taiwán y buscar una relación normal con ese país".
En una carta al Ministerio de Relaciones Exteriores de Costa Rica y con un franco desplante de arrogancia imperial, el embajador de la República Popular China en Costa Rica, Tang Heng, respondió con enojo a las declaraciones de Dolanescu.
“Las declaraciones del congresista Dragos Dolanescu tocan la línea roja de la política de “Una China” y van en contra de las de las buenas relaciones entre China y Costa Rica. La cuestión de Taiwán concierne a los intereses fundamentales de China y a los sentimientos nacionales de su pueblo", escribió Tang.
En una declaración pública, Dolanescu respondió al embajador Heng:
“Negar la existencia de Taiwán, un país que comparte la tradición democrática de Costa Rica y que tiene una fuerte presencia cultural en nuestro país, es cegarse ante la realidad del mundo porque Taiwán es reconocido por otros países de nuestro hemisferio. El uso de canales diplomáticos para intentar evitar que un congresista ejerza su derecho a la opinión política (Artículo 121 de nuestra constitución) es tocar la "línea roja", para tomar prestada la frase utilizada por (el embajador de la RPC) Teng, de intervención extranjera en los asuntos internos de Costa Rica”.
En una entrevista personal con este autor, Dolanescu agregó:
“Costa Rica es un país soberano y tiene derecho a tener relaciones diplomáticas con quien creamos conveniente. Si durante la Guerra Fría, tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética no nos instruyeron con quién podríamos tener relaciones, no entiendo por qué la República Popular de China quiere imponernos que no tengamos relaciones con Taiwán, que es un país democrático como Costa Rica, que tiene elecciones libres cada cuatro años como Costa Rica y que, como Costa Rica, ama la libertad”.
Por otro lado, en República Dominicana, Pelegrín Castillo, un formador de opinión y líder del Think tank ProNacion, escribió recientemente: “La experiencia nos muestra que las sociedades abiertas son más aptas que las sociedades cerradas para enfrentar estas crisis, ya que estas apelan a estrategias autocráticas y totalitarias. Taiwán e Israel son dos de esas naciones que han mostrado el camino”.
Durante su usual rueda de prensa, el 19 de marzo, en una aparente reprimenda a Castillo y a aquellos que comparten su pensamiento en la República Dominicana, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China, Geng Shuang, dijo que la República Dominicana y otros países latinoamericanos se habían beneficiado de las relaciones con China, y advirtió severamente que las autoridades taiwanesas "no tenían salida" si buscaban aplicar la política de "dos Chinas" o "una China, una Taiwán".
China insiste en que Taiwán es su provincia bajo la política de "Una China". Cualquier nación que elija establecer relaciones formales con Beijing debe pretender que Taiwán no existe.
Muchos países de América Latina han elegido la política de "Una China", moviéndose hacia la órbita económica china a pesar del costo moral de tener que romper con la democracia taiwanesa, la cual es un modelo al que aspiran los latinoamericanos.
En Uruguay, el gobierno conservador recientemente electo, encabezado por Luis Lacalle Pou puso fin al control de 20 años del Frente Amplio, una coalición de organizaciones izquierdistas y comunistas. Durante el período en que el Frente gobernó Uruguay, China se convirtió en el principal socio económico del país.
No todos los uruguayos están de acuerdo con el destino que esto podría tomar.
Un estudio reciente del Think Tank CESCOS, perteneciente a la Universidad ORT de Montevideo, Uruguay, declaró que:
“Las actuales experiencias comparativas de China y Taiwán son útiles para resaltar estos puntos clave: No es verdad que el costo del alto crecimiento económico sea la limitación de las libertades y la violación de los derechos humanos. No es cierto que los occidentales deban aceptar que "hay otras culturas" donde "los derechos se valoran de manera diferente" y donde existe un sentido colectivo que oprime al individuo y, por lo tanto, es legítimo impulsar el crecimiento económico a cualquier costo. Al mismo tiempo, en el actual contexto sanitario global, no es cierto que sea tolerable buscar soluciones al problema para limitar la propagación del virus a toda costa, especialmente porque implica el uso brutal de la fuerza policial y la violación de los más elementales derechos humanos. Taiwán comparte la misma cultura, tradición, historia y costumbres que quienes han provocado el supuesto "milagro económico" en China continental y, sin embargo, en la isla, no han tenido que violar los derechos humanos para llevar a cabo otro milagro económico. En este caso, es un verdadero milagro porque la prosperidad es real cuando una persona puede elegir cómo vivir su vida y no cuando, como con la falsa prosperidad de China continental, el crecimiento tiene un costo para la persona, incluso a costa de la vida de esta persona”.
En Chile, que hasta hace poco ha sido un modelo de libertad política, inclusión y crecimiento económico, hay un movimiento ciudadano que impulsa demandas sociales, que ha sido secuestrado por una violenta insurgencia de tipo antifa.
Las fuerzas prodemocráticas han tomado las calles para defender al país, para evitar dirigirse hacia donde los supuestos líderes de la izquierda radical chilena quieren que vaya: Los modelos cubano y venezolano.
Muchos en este movimiento sienten que las políticas exteriores del establishment de centroizquierda, vigente incluso bajo administraciones conservadoras, han socavado el orden republicano de Chile.
René Barba, director del prestigioso Bertait College en Santiago de Chile, quien es concejal de la comuna de clase media de Lo Barnechea, y líder del movimiento cívico - patriótico de base que se ha organizado para evitar la toma del poder por los comunistas en el país, resumió, en conversación con este autor, un sentimiento compartido por muchos en la región:
“Chile debería fortalecer sus relaciones con Taiwán, con quien compartimos un modelo económico y político, y buscar un comercio abierto y un libre intercambio de ideas. ¿Qué ha hecho Cuba por nosotros? Durante los últimos 60 años ha exportado el comunismo a toda nuestra sociedad civil e incluso ha entrenado y armado guerrilleros armados y entrenados que han llevado a cabo asesinatos como el del senador Jaime Guzmán. Deberíamos cortar los lazos con Cuba y avanzar en nuestra relación con Taiwán”.
Incluso antes de la crisis del coronavirus, era evidente que el mundo se estaba alejando de una globalización sin restricciones de los años 90 y hacia un nuevo alineamiento mundial. Parecería que, en una comunidad de democracias regionales, un acercamiento entre las democracias latinoamericanas y un Taiwán económicamente poderoso con el que comparte valores fundamentales no debería descartarse fácilmente. Del mismo modo, las autoridades chinas tendrían que evaluar si su intento de monopolizar las políticas exteriores de los estados soberanos es aceptable para la región en un mundo de crisis posterior al coronavirus.
El Dr. Orlando Gutiérrez-Boronat es escritor, educador, cofundador y portavoz del Directorio Democrático Cubano (Directorio).