Si funcionarios importantes de la administración Trump de repente se sienten obligados a convocar conferencias de prensa para negar que están a punto de renunciar, envían una señal de que algo está pasando en el Gobierno.
Si funcionarios importantes de la administración Trump de repente se sienten obligados a convocar conferencias de prensa para negar que están a punto de renunciar, envían una señal de que algo está pasando en el Gobierno.
Prácticamente desde que Rex Tillerson asumió el cargo de secretario de Estado se desataron los rumores sobre su renuncia. Un tema que se avivó luego de un reciente incidente en el que los medios le atribuyeron haber utilizado un insulto para referirse a la falta de inteligencia y sensibilidad del Presidente, algo que despertó las alarmas sobre su aparente dimisión.
Tillerson ha tenido muy pocas conferencias de prensa desde que asumió sus funciones, pero en esta ocasión consideró necesario hacer una declaración para negar públicamente las versiones mediáticas de su inminente salida.
El turno también le tocó al general John Kelly, jefe de Gabinete, quien igualmente salió al paso de las especulaciones que corrieron como pólvora en Washington, de que estaba a punto de irse de la Casa Blanca.
Kelly sostuvo mediante conferencia de prensa que se quedaba en su trabajo y no estaba pensando abandonarlo.
En julio pasado las sospechas giraron en torno al fiscal general Jeff Sessions, después de enviar un tuit altamente crítico sobre el presidente Trump, en el que lo calificó de "débil", lo que hizo pensar que Sessions difícilmente lograría sobrevivir en su cargo.
Tanto Sessions, como Tillerson y Kelly continúan al frente de sus obligaciones, sin embargo, persiste la sensación de que cualquiera de los altos funcionarios o asesores especiales pueden irse o verse obligados a dejar sus puestos en cualquier momento si Trump los convierte en el blanco de sus críticas.
Hay informes extraoficiales, casi diarios, que dan cuenta de enfrentamientos entre Trump y sus asesores, en particular sobre temas de política exterior.
Tillerson nunca negó el insulto a Trump lo que llevó al Presidente a desafiar al secretario de Estado a una prueba de inteligencia, mientras la vocera de la Casa Blanca insistía en que era solo una broma.
Pero el daño ya está hecho. Tillerson ahora tendrá que medir lo que dice en público y en privado aunque recientemente dijo que estilo del Mandatario era “inusual”.
Kelly por su parte, no parece el tipo de persona que renuncia a la primera señal de problemas, tomando en cuenta que es un general retirado de cuatro estrellas del cuerpo de marines.
Los rumores de su posible renuncia probablemente fueron solo eso, rumores. Pero hay tantas filtraciones desde la Casa Blanca sobre el clima de enfrentamientos que prima entre Trump y su equipo, que es difícil distinguir entre habladurías, hechos, ficción o noticias falsas, como diría Trump.
Ciertamente, una renuncia de Tillerson, Kelly o Sessions a estas alturas sería un golpe devastador para la reputación e integridad de la administración Trump.
Hasta el momento no han habido rumores dentro del Pentágono de que Jim Mattis haya considerado alguna vez renunciar como secretario de Defensa. Él es una de las estrellas de la administración, y Trump no podría permitirse el hecho de perder a alguien de su estatura y competencia, especialmente en momentos cuando hay un potencial conflicto bélico en cada esquina del mundo.