Los tiempos que corren no son buenos ni para la economía de la isla ni para los cubanos. Un nuevo Periodo Especial se avecina aunque los gobernantes intenten negarlo. Los miles de litros de petróleos subsidiados que Cuba recibía de Venezuela se acabaron y por ese motivo regresan los tiempos de apagones.
Ya muchos establecimientos estatales prestan servicio a tiempo parcial o sin aire acondicionado, el transporte particular ha disparado los precios porque ya no aparece el petróleo de contrabando que se robaban de las empresas e incluso, de las Fuerzas Armadas, y en sentido general, la economía de la isla va como el cangrejo, hacia atrás.
Resulta contradictorio que esto suceda precisamente después de que Cuba y Estados Unidos tengan relaciones diplomáticas. Supuestamente la situación iba a mejorar pero parece que se equivocaron los expertos. Tampoco aparecen los dólares que gastan los millones de turistas y cientos de miles de estadounidenses que visitaron la tierra prohibida en un “intercambio pueblo a pueblo”.
Mientras tanto, el país sufre una de las peores crisis migratorias luego de 1959 y las transformaciones económicas prometidas por Raúl Castro solo se quedaron en los lineamientos del Congreso del Partido Comunista porque en la mesa del cubano lo que se ve es un encarecimiento cada vez mayor de los alimentos.
Esta es la realidad de los cubanos y un tiempo peor se avecina. Si el mercado negro (ilegal) no tiene como abastecerse, los cubanos de a pie la pasarán peor.
Primero la culpa fue de la Unión Soviética, ahora seguro le tocará a Venezuela cargar con la debacle de un sistema parásito que para estar bien siempre necesita alimentarse de algún “socio” o país víctima. La historia se repite y lo cierto es que la miseria sigue siendo el pan con el que cada día se sustentan los cubanos.