sábado 7  de  diciembre 2024

EEUU entre el proteccionismo y el mercantilismo

Varias ideas proyectadas por el presidente estadounidense se orientan en concepciones nacionalistas y prácticas económicas proteccionistas (las aplique o no y de qué forma, esa es otra cuestión), aunque responden a tales definiciones
Diario las Américas | EUGENIO RODRÍGUEZ BALARI
Por EUGENIO RODRÍGUEZ BALARI

Analistas internacionales dedicados a las cuestiones estratégicas o influencias geopolíticas mundiales consideran que la globalización neoliberal se debilitará y a cambio se fortalecerán las medidas proteccionistas, orientándose los capitales hacia dentro de sus países o regiones y acelerándose procesos de mayor cooperación e integración en zonas de afinidad geográficas.

Es probable que a partir de lo manifestado por Donald Trump (como candidato y luego presidente) tengan razón, pues los fundamentos de la globalización neoliberal pueden comenzar a resentirse o entrar en terreno escabroso; sin embargo, hay otra parte del mundo, entre ellos China y Europa, que continúan defendiendo la liberalización global del comercio y se oponen a estimular guerras comerciales.

Varias ideas proyectadas por el presidente estadounidense se orientan en concepciones nacionalistas y prácticas económicas proteccionistas (las aplique o no y de qué forma, esa es otra cuestión), aunque responden a tales definiciones.

Los señalamientos del ejecutivo estadounidense causan movimientos telúricos y sacuden al pensamiento y prácticas neoliberales, especialmente las relacionadas en el marco de las acciones globales.

Con independencia a lo que ahora se diga sobre la globalización neoliberal, agregaría que si las ideas a las que ahora se quiere retornar avanzan (como al parecer es voluntad), de no asumirse con racionalidad y precaución, pueden comportarle a EEUU situaciones difíciles y empañar sus relaciones con muchos países, entre ellos los de hispanoamérica.

El lastimarlos sería el empujón definitivo para resolver diferencias y avanzar hacia una mayor cooperación e integración regional.

Prestigiosos economistas de EEUU han considerado que las ideas del presidente se encuentran más relacionadas al mercantilismo que a las prácticas proteccionistas y han comentado que Trump lo que desea es beneficiar las exportaciones y asegurar las fronteras para reducir importaciones, evitar que emigren las riquezas, reducir el déficit comercial y equilibrar la balanza, estableciendo para ello fuertes tasas aduaneras a las importaciones.

Pero mientras se especulan diferentes consideraciones teóricas, sin que la práctica las sancione, lo cierto es que las empresas transnacionales y el capital financiero internacional han sido los privilegiados de la globalización neoliberal. Mientras, las economías y sociedades en los países han sufrido las consecuencias de la emigración de capitales, ausencia de inversiones, monopolización del comercio internacional, decrecimientos económicos y experimentar significativos desequilibrios en la balanza comercial.

La globalización neoliberal no ha sido beneficiosa para los países y sus gentes; el pastel se lo repartieron las grandes empresas transnacionales y el capital que no tiene patria, se distanció de sus lugares de origen.

La rica y poderosa nación del norte y una mayoría de las europeas se han visto golpeadas, destacándose sus crisis económicas, procesos recesivos e involuciones sociales.

Las cosas suceden por algo y siempre hay razones o causas.

La paradoja ha sido que sea precisamente EEUU el que se distancie de esos principios, los que defendió durante décadas, como esencia y práctica de su accionar en las relaciones económicas y comerciales internacionales.

¿Acaso a la globalización neoliberal la responsabilizan con las crisis económicas, la insegura, caótica y preocupante situación mundial, con sus migraciones, conflictos y guerras en que vive el mundo y sus gentes?

Esa zona del capitalismo (la de la globalización) cometió el desacierto de obviar las diferencias de intereses con los otros capitales; porque no todos deseaban ni podían insertarse en los procesos de la transnacionalización comercial y financiera, o participar de los mercados liberales y anti-proteccionistas que se abrieron por el mundo.

Muchos capitales en los países se mantuvieron firmes o a la expectativa, conscientes de que las necesidades domésticas continuarían creciendo y como consecuencia se requerirían grandes inversiones.

Esa insensible e imperdonable omisión al parecer les arroja consecuencias indeseadas, comenzando por EEUU y buena parte de los países de Europa, cuestión que al llegar la nueva administración y con ella el grupo de poderosos empresarios con Trump al frente, ha posibilitado identificar las contradicciones que ha ocasionado la globalización neoliberal al capitalismo contemporáneo.

El marco mundial y forma generalizada como la globalización neoliberal hubo de expandirse, fue demasiado ambicioso y en ello se encierran parte de sus debilidades y contradicciones. Desconocieron o apartaron otros capitales, no tomaron conciencia de la unilateralidad de sus acciones (las sociales), ni de racionalizar su voracidad monopólica, generándoles los problemas actuales.

El mundo no se encuentra ni plena, ni elementalmente equilibrado, menos integradas sus economías, si a ello se suma que las utilidades quedaron en las reducidas manos de las transnacionales, piensen en los cuestionamientos habidos.

El neoliberalismo de la globalización nació con fórceps, luego círculos económicos y empresariales lo promovieron para su beneficio y consolidación, logrando en el tiempo desarrollar lucrativos y polifacéticos intereses, pero concentrándose buena parte de sus actuaciones en el sector financiero, donde no faltó especulación, ni corrupción.

Me pregunto si con las políticas de la actual administración estadounidense, se modificará la globalización neoliberal, dado que su búsqueda intensa de ganancias impidió distinguir límites y racionalidades.

Países emisores de capital como EEUU, se vieron padeciendo importantes necesidades para dinamizar su economía, mientras las inversiones se fugaban hacia otros confines.

¿Entonces, hacia qué nuevos derroteros se conducirán los esfuerzos económicos o se orientarán los capitales?

¿Se desplazarán cómo dicen analistas, por países o vertientes regionales?

Son interrogantes que de momento no cuentan con respuestas esclarecidas y no queda otra que esperar, para luego analizar los resultados de las decisiones que surjan, pero no sólo las de EEUU, sino de otras muchas partes (países) influyentes del mundo, teniendo en cuenta que al parecer, tradicionales alianzas se debilitan o resquebrajan y surgirán nuevas configuraciones.

Las inquietudes con la globalización, ahora paradójicamente dentro de su misma ideología, ponen de manifiesto las contradicciones del sistema, sus alcances y lo irreversible de sus crisis periódicas, aunque las razones de estas sean por otras razones.

Pero mientras los capitales retornan a EEUU, en el marco de la política de la administración Trump (mirar hacia dentro, dejando de industrializar al mundo para hacerlo en USA). Los países de Latinoamérica y el Caribe con menos desarrollo y economías abiertas, sólo cuentan para defenderse o desarrollarse, acudiendo a la unidad u orientándose hacia una mayor cooperación y acciones integracionistas.

Las condiciones por cercanía y compactación geográfica, orígenes comunes, historia, cultura, similares lenguas y niveles de desarrollo, elementos importantes todos para edificar una integración, existen, aunque resultaría imprescindible efectuar un proceso justo, incluyente y respetuoso de las diversidades nacionales.

Es convincente. Se aprecian amplios esfuerzos de cooperación e integración en América Latina y el Caribe, por lo que merecen atención y darles seguimiento, sobre todo ahora que se estrena la administración republicana del señor Trump.

Se ha ganado madurez política en el área, cuando con independencia de diversidad de visiones políticas, antagonismos, confrontaciones y luchas, más allá de izquierdas, centros o derecha, continúan vigentes y activos (aunque con avances y retrocesos), un conjunto de organismos regionales creados en años anteriores y orientados hacia la unidad y cooperación, como el MERCOSUR, UNASUR, la CELAC, el ALBA, la AEC o el CARICOM.

Sería ingenuo subestimar el papel que ahora juegan esas instituciones regionales. Varias de ellas en las últimas semanas se reunieron en diferentes países: la V Cumbre de la CELAC, en República Dominicana; el ALBA, en Venezuela; la VII Reunión Ordinaria de Ministros de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) y el CARICOM, en Cuba, por lo que América Latina y el Caribe marca el interés de continuar orientándose activamente y con urgencia hacia una mayor cooperación e integración regional.

Cuando internacionalmente y en EEUU crecen las contradicciones e incertidumbres, las conferencias Latinoamericanas y Caribeñas mencionadas (sin tapujos), expresan las intenciones de reforzar acciones de mayor cooperación e integración, apelando fundamentalmente a la idea de la unidad, porque saben que en ella está la fuerza que les permitiría complementariedades económicas, diversidad y potencialidad de recursos naturales, materiales y humanos, para de esa manera posibilitarse crecer y enfrentar los retos y necesidades del presente y futuro.

Lo coyuntural o novedoso se encuentra en que esto sucede cuando la hegemonía unipolar de EEUU se desvanece y se configura otro mundo multipolar donde entre otros países destacan China y Rusia, se transforman las esferas de influencia geopolíticas y las naciones en vías de desarrollo comienzan a jugar un papel cada vez más importante.

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