Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia definitivamente no pasan por su mejor momento. Y menos ahora que hemos conocido, gracias a una información publicada en The New York Times, que funcionarios de Putin ocultaron información clave sobre los autores del atentado de la maratón de Boston de 2013, Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev, en las investigaciones que el FBI hizo dos años antes de la masacre. n
Hubo que esperar hasta después de los atentados, con un balance de tres personas muertas y 260 heridos, para que las autoridades rusas compartieran con la inteligencia de EEUU datos relevantes como la conversación entre Dzhokhar y su madre en la que discutían sobre la yihad islámica, según apunta The New York Times. n
Estamos a punto de conmemorar el primer aniversario del sangriento atentado que sacudió a todo el país, que presenció angustiado cómo una jornada festiva, familiar y deportiva en Boston era atacada por dos desalmados. n Los últimos acontecimientos vividos en Ucrania, en lo que Putin y su Gobierno lejos de trabajar por la concordia y el diálogo se han destacado por su beligerancia y egoísmo, demuestran igualmente que, aunque se ha superado la Guerra Fría, Rusia está lejos de convertirse en el aliado que Estados Unidos necesita para velar por la paz mundial. n Igual que el movimiento se demuestra andando, las convicciones democráticas no sólo hay que exponerlas verbalmente o usarlas como argumentos cuando los asuntos afectan directamente.
Putin, como tantos otros gobernantes, se vale de las garantías de los sistemas de libertades pero una vez que accede al poder se comporta de forma autoritaria y personalista.
El Gobierno de Obama debe tomar buena nota de los actos del Gobierno ruso.