A lo largo de la historia reciente de Venezuela, el petróleo ha sido moneda de cambio y ventaja competitiva de la nación, aunque la dependencia exclusiva de sus ingresos para mantener al país a flote haya puesto en aprietos a más de un Gobierno en el país sudamericano.
La llamada maldición del valioso recurso ha sido por el costo que le ha impuesto a la gobernabilidad, debido a los riesgos e inestabilidad que supone, tanto para la economía como la política.
Tradicionalmente, cuando las cifras de venta están altas la renta petrolera aumenta, lo que proporciona al Estado ingresos adicionales que permiten poner en marcha un política expansiva de gasto público, lo que se traduce en mayor dinero para el consumo, mayor demanda y la reacción del aparato productivo en mayores oportunidades para la creación de empleos que al final provoca una situación de bienestar.
Aunque en el año 1998, cuando Hugo Chávez fue electo presidente, el precio del petróleo venezolano se hallaba en 11 dólares el barril, a partir de 1999 la situación cambió a su favor.
Entre 1999 y 2014 Venezuela recibió 960.589 millones de dólares. O sea, un promedio de 56.500 millones de dólares anuales durante 17 años, algo que el Gobierno venezolano aprovechó, sin contemplaciones, para financiarse a bajo costo por la vía del endeudamiento con el exterior, principalmente de China.
Chávez dispuso de un cheque en blanco para financiar sus políticas a voluntad, tanto nacionales como internacionales.
Ahora que los precios del petróleo se encuentran en alza, impulsados por los recortes en la producción de los Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y los informes de que Estados Unidos y China se están acercando cada vez más a un acuerdo en el que Pekín parece estar inclinado a eliminar los aranceles sobre los bienes procedentes del país norteamericano, además de otras reformas estructurales, se han levantado esperanzas de que la disputa comercial entre los dos países llegará pronto a su fin y Nicolás Maduro espera que la coyuntura petrolera salga en su favor.
Desde esa perspectiva, no hay duda de que Madura cuenta con que una subida de los precios petroleros, que ahora se encuentran alrededor de los 65.00 dólares el barril, lo ayuden a financiar su permanencia en el poder.
Por ahora, el suministro de la OPEP cayó a un mínimo de cuatro años en febrero, mientras el principal exportador, Arabia Saudita, y sus aliados, superaron el pacto de suministro del grupo, en tanto que la producción venezolana registró un nuevo descenso involuntario.
Mientras tanto la vicepresidente actual de Maduro, Delcy Rodríguez, viajó a Moscú para involucrar directamente al Kremlin en la crisis venezolana con el pedido de impedir cualquier intervención de Estados Unidos en Venezuela, a cambio de “mover” a la capital rusa la oficina europea de Petroleos de Venezuela (PDVSA) y mandar las seguridades necesarias al régimen de Vladimir Putin, de que Venezuela honrará las deudas con su acreedor ruso.
Venezuela ha buscado la protección de Moscú ante las sanciones económicas de Washington, pero también porque Maduro parece presentir que sus días están contados.
La historia de Venezuela se mide una vez más a través de las curvas de subidas y bajadas de los precios del petróleo, para determinar la próxima crisis política y su duración.
El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, dijo, en una reciente entrevista, que aunque hace más de 15 meses que el Gobierno de Maduro dejó de pagar sus aportes a la institución bancaria internacional, lo que técnicamente lo puso en la condición de impago, default, y toda la relación se suspendió, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, pidió al banco que trabajen con el presidente legítimo Juan Guaidó y reconozcan al enviado de su gobierno en el multilateral, una vez se nombre.
“Hay una serie de problemas que hay que entrar urgentemente a atender. La economía venezolana hoy es básicamente la mitad de lo que era hace cinco años. Las exportaciones petroleras pasaron de ser de tres millones a un millón de barriles” dijo Moreno, quien además compartió el dato de que la existencias de harinas y aceites no alcanza para atender la demanda de más de una semana.
No será una tarea difícil la que enfrente el presidente Guaido, quien tendrá que lidiar con un 93% de pobreza en Venezuela, según dijo Moreno, pero también es cierto que si la democracia se abre paso hay nuevas posibilidades para que el país deje de vivir en el pasado y se reencuentre con su futuro.