jueves 16  de  enero 2025
OPINIÓN

El neoantisemitismo encubierto

Un análisis preciso para contar las cosas como son

Por Mookie Tenembaum

The Economist, fundada en 1843, es una de las publicaciones más influyentes y respetadas del mundo. Su prestigio consolidó como una referencia obligatoria en el análisis político y económico global, leída por líderes políticos, académicos y empresarios de todo el mundo.

Sin embargo, incluso una institución de tal renombre puede perpetuar narrativas problemáticas cuando no se somete a un escrutinio crítico. Esto es evidente en el artículo titulado en inglés “A Rise in Antisemitism Puts Europe’s Liberal Values to the Test”, en español, “Un aumento del antisemitismo pone a prueba los valores liberales de Europa”.

Este artículo aborda el resurgimiento del antisemitismo en Europa y pretende ser una denuncia del problema. Sin embargo, al analizar su contenido y su estructura, el texto no solo falla en condenar el antisemitismo, sino que lo justifica de manera indirecta. Este enfoque lo convierte en un ejemplo paradigmático de neoantisemitismo, una forma contemporánea y más insidiosa de perpetuar el odio hacia los judíos bajo la apariencia de objetividad y defensa de valores liberales.

¿Qué dice el artículo del Economist?

El texto comienza con una referencia al filósofo Karl Popper y su paradoja de la tolerancia, según la cual una sociedad abierta no puede permitir que los intolerantes operen libremente sin poner en peligro sus propios valores. Desde esta premisa, el artículo enmarca el resurgimiento del antisemitismo como una amenaza para los valores liberales de Europa. Según el texto, el antisemitismo nunca desapareció por completo y ahora ha vuelto con fuerza, citando datos alarmantes: el 96% de los judíos europeos reportaron haber sufrido antisemitismo en el último año, más de la mitad temen por su seguridad, y muchos consideran emigrar.

El autor clasifica el antisemitismo contemporáneo en Europa en tres formas:

  • El antisemitismo tradicional, basado en estereotipos históricos sobre la codicia y teorías conspirativas.
  • El antisemitismo “importado”, relacionado con comunidades musulmanas que, según el texto, traen consigo prejuicios hacia los judíos debido al conflicto israelí-palestino.
  • El antisemitismo vinculado a Israel, donde las críticas a las políticas israelíes a menudo se convierten en prejuicios hacia los judíos como colectivo.

Aunque este análisis parece legítimo en apariencia, el artículo está cargado de matices y omisiones.

El uso de Karl Popper: Un detalle revelador

Es significativo que el artículo elija a Karl Popper como punto de partida para enmarcar su narrativa. Popper, aunque de ascendencia judía, se convirtió al cristianismo durante su juventud. Este detalle no es menor: de todos los filósofos, pensadores y figuras históricas que podrían haber sido citados para reflexionar sobre el problema de la tolerancia y la intolerancia, la elección de Popper no es casual. Existen innumerables ejemplos de pensadores judíos y no judíos que abordaron temas similares, pero The Economist opta por una figura cuya identidad judía fue, en algún momento, abandonada.

Esta elección contribuye a la narrativa del artículo, donde el antisemitismo se aborda de manera superficial, casi como un problema abstracto desligado de la experiencia judía contemporánea. Utilizar a un “judío convertido” como referencia inicial puede ser interpretado como un intento de distanciar la discusión del contexto judío actual, reforzando la idea de que los judíos, para ser tomados en serio, deben abandonar su identidad o asimilarse por completo. Esta selección no solo añade una capa de complejidad al texto, sino que también refleja un patrón recurrente en discursos antisemitas modernos: destacar a figuras judías que, de algún modo, “trascendieron” su identidad para validar narrativas externas.

La Justificación Implícita del Antisemitismo

El artículo perpetúa el neoantisemitismo a través de matices que parecen inofensivos, pero que, en realidad, diluyen la gravedad del problema. Uno de los ejemplos más claros es cómo describe los disturbios en Ámsterdam tras un partido entre el Maccabi Tel Aviv y un equipo local. Según The Economist, los hinchas israelíes “se comportaron incluso más groseramente de lo que es usual para los hooligans”, derribando banderas palestinas y cometiendo “actos peores”. Este énfasis en las acciones de las víctimas sugiere implícitamente que las agresiones posteriores —descritas como un “pogromo”— fueron provocadas por estos actos. Este tipo de narrativa perpetúa el prejuicio al insinuar que el antisemitismo es una reacción comprensible, casi inevitable.

Otro ejemplo es cómo el texto aborda el antisemitismo entre comunidades musulmanas.

Aunque reconoce la existencia de prejuicios, describe estos como una consecuencia “natural” del conflicto israelí-palestino y de diferencias culturales, lo que normaliza el odio y diluye la responsabilidad de los perpetradores.

El paralelismo con Himmler y la atomización del odio

El discurso de The Economist recuerda la estrategia de Heinrich Himmler en su discurso en Posen (1943). Himmler enfrentaba un desafío práctico: muchas personas conocían a judíos individuales que no encajaban en los estereotipos negativos propagados por el régimen nazi. Para resolver esta contradicción, Himmler argumentó que las simpatías hacia judíos individuales eran un error y que el odio debía dirigirse hacia el colectivo como un todo.

De manera similar, el artículo de The Economist atomiza el odio al sugerir que las acciones de individuos o grupos judíos específicos son las responsables del antisemitismo. Esta narrativa traslada la culpa de los perpetradores a las víctimas, perpetuando el prejuicio mientras se presenta como un análisis objetivo.

El uso del anonimato: Tirar la piedra y esconder la mano

El artículo está firmado por “Lexington”, es un seudónimo que oculta la identidad de Bennet y en realidad representa la postura editorial del medio. Si bien son pocas las instancias en las que el semanario británico publica el nombre de un autor, lo cierto es que es anónima para el común de la gente.

Y este anonimato es problemático por varias razones. Primero, permite que el autor difunda narrativas peligrosas sin asumir responsabilidad personal. Segundo, transforma a The Economist en cómplice de esta narrativa, ya que la revista presta su prestigio y autoridad a un texto cuyo autor no se hace responsable de sus palabras. Este anonimato recuerda una dinámica recurrente en el antisemitismo: el acto de “tirar la piedra y esconder la mano”.

La trampa de la defensa que condena

El neoantisemitismo es especialmente peligroso porque se disfraza de defensa de los valores liberales. En el caso de este artículo, “Lexington” pretende condenar el antisemitismo, pero lo hace perpetuando narrativas que lo justifican. Al enfatizar la “provocación” de las víctimas y minimizar la responsabilidad de los perpetradores, el texto refuerza los mismos prejuicios que dice combatir.

Conclusión: Un ejemplo paradigmático de neoantisemitismo

Este artículo de The Economist es un ejemplo emblemático de cómo el neoantisemitismo opera en la actualidad. Bajo la apariencia de un análisis objetivo, perpetúa narrativas que justifican el odio hacia los judíos. La elección de Karl Popper, el anonimato del autor y los matices del texto contribuyen a una narrativa que diluye la gravedad del antisemitismo y normaliza su existencia.

En un mundo donde el antisemitismo adopta formas más sutiles, es esencial denunciar estas dinámicas y desmantelar las narrativas que perpetúan el odio. Solo así podemos proteger los valores de igualdad y tolerancia que estas publicaciones afirman defender.

Las cosas como son.

Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.

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