martes 10  de  diciembre 2024
OPINIÓN

El síndrome del 'hermano mayor' y el 11 de septiembre.

A propósito de la publicación de documentos secretos sobre los sucesos del 11 de septiembre de 2001
Diario las Américas | SONIA SCHOTT
Por SONIA SCHOTT

Desde su publicación en 1949, la novela 1984, del escritor inglés George Orwell, sigue siendo una referencia del declive social con personajes en estado de conflicto e infelicidad.

El relato inspiró películas, programas de televisión, obras de teatro, una pieza de ballet, una ópera, un álbum de David Bowie, así como a Lee Harvey Oswald, el asesino del presidente John F. Kennedy, al Partido Pantera Negra, una organización política armada de estudiantes universitarios que vigilaban los posibles excesos de oficiales del Departamento de Policía de Oakland o a la Sociedad John Birch, un grupo ultraconservador de extrema derecha defensor del anticomunismo y el gobierno limitado.

La escalofriante trama ocurre en Oceanía, un supuesto país dominado por un ente omnipresente, el ‘hermano mayor’, que mantiene a sus ciudadanos constantemente vigilados, espiando incluso sus pensamientos para mantener el orden.

1984 causó una profunda impresión y sus ideas se incorporaron a la cultura de una manera poco lograda por otros libros y muchos de sus conceptos como Gran Hermano y Policía del Pensamiento. Se reconocen y comprenden instantáneamente, a menudo como sinónimos de abusos políticos y sociales modernos” sostiene una de las entradas de la Enciclopedia Británica, escrita por Cathy Lowne.

Uno de los legados de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 fue el fortalecimiento de las capacidades antiterroristas a través de tácticas de inteligencia, que marcaron un aumento significativo en la supervisión del gobierno sobre sus ciudadanos, a través de una maraña clandestina de vigilancia telefónica y de redes.

El Congreso a su vez aportó una amplia legislación para reforzar los esfuerzos antiterroristas incluida la Ley PATRIOTA, para recopilar y analizar información privada relacionada con ciudadanos estadounidenses para descubrir y neutralizar ataques terroristas.

La controversia no estuvo ausente pues para los críticos, los poderes ampliados del Estado iban en contra de las libertades civiles.

Los documentos clasificados filtrados en 2013, por el excontratista del gobierno Edward Snowden, detallan el alcance de una vigilancia en contra del derecho de millones de estadounidenses a la privacidad

Esta semana marca el vigésimo aniversario de esos ataques terroristas de Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001, que mataron a casi 3.000 personas y dejaron profundas heridas con un antes y un después.

Sin embargo, este año será diferente porque la guerra en Afganistán, para combatir a Al Qaeda terminó y porque el presidente Joe Biden autorizó la publicación de documentos clasificados sobre los ataques del 11 de septiembre.

Los familiares de los desaparecidos en ese día fatídico han estado insistiendo durante años en conocer los pormenores, alegando que muchas preguntas siguen sin respuesta.

La pesquisa sobre los ataques del 11 de septiembre, que inició bajo el código PENTTBOM, fue la más grande hasta la fecha, según el propio FBI.

“En la cúspide del caso, más de la mitad de nuestros agentes trabajaron para identificar a los secuestradores y sus patrocinadores y, con otras agencias, para evitar posibles ataques futuros. Seguimos más de medio millón de pistas de investigación, incluidos varios cientos de miles de pistas del público. Los sitios del ataque y el accidente también representaron las escenas de crímenes más grandes en la historia del Buró Federal de Investigaciones”, indicó el informe.

Ahora, al desclasificar miles de documentos, cubriendo un período de seis meses, no es más que un intento de la administración Biden por cerrar el capítulo de 20 años de guerra y abrir nuevos objetivos de política exterior.

El informe final de la comisión del Congreso del 11 de septiembre, publicado en 2004, incluía una sección de 28 páginas sobre Arabia Saudita, que no hablaba de pruebas sobre la participación del gobierno saudí.

Saudí-Arabia ha negado cualquier apoyo a Al Qaeda y parece poco probable que Biden quiera publicar documentos comprometedores dado que ese país sigue siendo un aliado estratégico en Oriente Medio ante la creciente amenaza de Irán.

Aunque Biden reconoce, al igual que sus predecesores, Donald Trump y Barack Obama, que el mayor desafío vendrá de China y en menor medida de Rusia, ha prometido que Estados Unidos siempre conservará la capacidad de rechazar ataques terroristas de Afganistán o de cualquier parte del mundo.

Entonces, después de todos estos años, ¿podemos decir que estamos más seguros?

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