Para nadie es un secreto que la recepción de los largometrajes del Universo Cinematográfico de Marvel(UCM) post Avengers: Endgame (2019) ha sido bastante irregular. A pesar de lo atractivo que puede sonar el multiverso como caja de resonancia para complacer a los fans, la articulación de la fase 4 ha tenido más detractores que defensores. El crecimiento exponencial de contenido a través de las series de Disney+, la aparición constante de nuevos personajes y el “reciclaje” de otros, la repetición en la fórmula en los guiones y una especie de hastío por parte de los espectadores parecieran marcar el declive de la llamada “edad de oro” del cine de super héroes. Sin embargo, todavía quedan producciones de Marvel Studio para rato y en su larga lista de títulos conseguimos joyas, aclamadas por la crítica y el público, como Guardians of the Galaxy.
Parte del éxito de esta franquicia se debe a la autonomía de la que siempre ha gozado (por no tener como piedra angular a los héroes mainstream del mundo de cómic), lo que le ha permitido a James Gunn —su guionista y director— trabajar con rienda suelta. El resultado es una serie de largometrajes que rebosan de personalidad, humor negro, comedia física, secuencias musicales (con bandas sonoras increíbles) llenas de acción trepidante y personajes entrañables que se salen del molde de sus homólogos heroicos más pop (solo hace falta echarle un vistazo a los pósters de Guardians of the Galaxy: todos se asemejan más a la portada de un disco de rock que una épica del género). Esta excentricidad sirve de “empaque” para el desarrollo de historias aparentemente naive, pero que esconden temas sumamente densos (como la construcción de la identidad, el complejo paterno y el luto) y que no solemos conseguir en el cine de Marvel. Concebida desde 2014 como una trilogía y después de 9 años de películas maravillosas, llega a las salas de cine el capítulo final de la saga con Guardians of the Galaxy Vol. 3.
Guardians of the Galaxy Vol3 C - Marvel /vía Luis Bond
Guardians of the Galaxy Vol.3.
Marvel /vía Luis Bond
Ambientada unos meses después de The Guardians of the Galaxy Holiday Special, la historia comienza cuando Adam Warlock (Will Poulter) ataca por sorpresa Knowhere, la nueva base de operaciones de los Guardianes de la Galaxia. Este enfrentamiento desencadena un ticking clock que obliga al equipo a iniciar una tortuosa travesía para enfrentarse a un nuevo antagonista: The High Evolutionary (Chukwudi Iwuji), una suerte de cyborg obsesionado con crear un mundo perfecto. En paralelo, conocemos la historia de orígenes de Rocket (Bradley Cooper), los primeros “amigos” que tuvo y todos los horrores que lo llevaron a ser quien es, mientras que las dinámicas interpersonales entre los Guardianes se ven sacudidas por el regreso de un antiguo miembro del equipo. Siguiendo con el tono lúgubre de algunos títulos de la fase 4 (como Wandavision, Spider-Man: No Way Home, Doctor Strange in the Multiverse of Madness y Black Panther: Wakanda Forever), pero sin renunciar a la comedia que caracteriza a esta serie, Guardians of the Galaxy Vol.3 nos hace pasar por una montaña rusa de emociones donde las lágrimas de tristeza y risa se yuxtaponen sin que nos demos cuenta.
Guardians of the Galaxy Vol3 - Marvel /vía Luis Bond
Fotograma de Guardians of the Galaxy Vol3.
Marvel /vía Luis Bond
A diferencia de muchas películas del UCM, el principal acierto de esta entrega radica en no poner el centro del conflicto en un amenaza macro cósmica (al estilo Kang, Thanos o Celestials) y decantarse por explorar las dinámicas personales de cada uno de los integrantes del grupo. Si bien es cierto que la confrontación de Rocket con su traumático pasado es el hilo conductor de la historia, todos los demás personajes crecen de una forma u otra. Peter Quill (Chris Pratt) debe aceptar que la Gamora (Zoe Saldaña) con la que comparte no es “su” Gamora (y cuyo arco dramático es completamente distinto al que tuvo su antecesora). Drax (Dave Bautista) y Mantis (Pom Klementieff) tienen que superar la relación simbiótica que tienen. Nebula (Karen Gillan), por primera vez, muestra algún tipo de vulnerabilidad y se ve confrontada con su capacidad de sentir. Inclusive, personajes tan pequeños como Kraglin (Sean Gunn), Cosmo (Maria Bakalova) y el recién llegado Adam Warlock tienen un cambio de paradigmas al final del metraje. A pesar de la impecable construcción y resolución de los conflictos de nuestros héroes, sin lugar a dudas, el que se roba el show es Chukwudi Iwuji. Con una mezcla entre histrionismo y sangre fría, es de los mejores antagonistas de Marvel y con una justificación atroz revestida de motivos “humanos” (una quimera que nos recordará a muchos dictadores de nuestra historia que, “en nombre del bien común”, cometieron crímenes horrorosos).
Todo el guion está lleno de diálogos ingeniosos y cargados de humor negro (de lejos, una de las más ácidas y “políticamente incorrectas” del UCM), situaciones que se salen de control y se resuelven de forma ingeniosa. Al igual que sus predecesoras, esto es solo la primera capa. En el fondo, Guardians of the Galaxy Vol.3 va construyendo un tejido profundamente trágico alrededor del trauma y su aceptación para poder crecer. Sin caer en lo aleccionador o el melodrama, sus personajes nos acercan a experiencias profundamente arquetípicas y complejas como la necesidad de conseguir nuestro lugar en el mundo, la importancia de honrar los vínculos de amistad, el pasado y la noción de destino, la valentía de dejar de huir de nosotros mismos, la importancia de perdonarnos y perdonar a otros para avanzar, lo vital que es permitirnos expresar nuestras emociones, la titánica necesidad de los seres humanos de hacer daño bajo la bandera del “progreso”, la manía de jugar a ser dioses y nuestra incapacidad de entender nuestros límites. Reflexiones harto necesarias para los tiempos que vivimos donde la superficialidad y la inmediatez nos alejan de la introspección.
Como siempre, Gunn se luce en la dirección, regalándonos momentos de slapstick comedy que rayan en lo absurdo, secuencias de acción de una pericia técnica increíble, pequeños “momentos musicales” épicos (con un nuevo y maravilloso Awesome Mix) y una naturalidad en las interacciones de todo el cast que es sumamente envidiable (y que no veíamos desde hace tiempo en Marvel). Siguiendo con el aspecto técnico, la cinematografía de Henry Braham, colaborador de Gunn en sus 3 largometrajes anteriores, se pasea por una explosión de luces entre naves espaciales, celdas lúgubres y suburbios “terrícolas” (por nombrar alguna de las locaciones más “variopintas”), creando en todo momento ese “colorinche” que forma parte de los sellos distintivos de esta franquicia. El diseño de producción de Beth Mickle (al igual que su trabajo en Suicide Squad), se luce en la construcción de espacios “orgánicos” y “vivientes” que son sumamente kinestésicos —y desagradables— paseándose entre lo cutre y lo paródico. Por último, el montaje de la dupla Fred Raskin y Greg D’Auria (ambos editores de Gunn en Peacemaker y Suicide Squad, además de trabajar con directores como Justin Lin y Quentin Tarantino), nos pasean por un laberinto espacial y psicodélico de emociones intensas, brincando entre trama y subtramas, cambiando de géneros y manteniéndonos siempre en una “divertida” tensión. Gracias a todo esto, las 2 horas y media de duración de esta historia pasan volando —cosa que se agradece profundamente.
Guardians of the Galaxy Vol3 - Marvel /vía Luis Bond
Una de las escenas de Guardians of the Galaxy Vol3.
Marvel /vía Luis Bond
Guardians of the Galaxy Vol.3 hace que nuestra fe por el cine de superhéroes se renueve. James Gunn logró darle un cierre emocional y satisfactorio al grupo que ensambló en 2014, haciendo que cada personaje se transforme profundamente sin caer en la tentación de las resoluciones fáciles y complacientes que a veces toma el UCM. Su tetralogía reposa en lo alto del Olimpo de este género como un faro que deberían seguir muchos realizadores. Como espectadores, necesitamos más historias como esta: valientes, humanas, habitadas por personajes complejos y únicos, ejecutadas por autores que tengan carta blanca para imprimirles toda su personalidad, buscando movilizar al público más que simplemente entretenerlo. Gunn se despide por todo lo alto de Marvel Studios dejando su estela en el género y regalándonos una valiosa lección personal que nunca debemos olvidar: todos merecemos una segunda oportunidad.
Lo mejor: su delicada mezcla entre drama, acción y comedia. Las referencias a otros episodios de la tetralogía. El nuevo Awesome Mix que acompaña la película. Los antagonistas y todo lo que ponen en riesgo dentro de la historia. Los amiguitos del pasado de Rocket.
Lo malo: el no poder disfrutar del desarrollo de personajes como Cosmo, los Ravagers o Howard The Duck de la mano de James Gunn. Aunque el cierre del arco de todos los personajes fue perfecto, es inevitable desconfiar de la próxima película que pueda incluirlos.