El asesinato de la actriz de novelas y exmiss Mónica Spear conmocionó en tan sólo unas horas a toda Venezuela.
Las redes sociales consiguieron propagar la tragedia a través de las fronteras y tuiteros famosos y anónimos han lamentado la pérdida absurda de la actriz y su marido a manos de unos delincuentes que les asaltaron para robarles tras la avería de su auto en una autopista a 180 kilómetros de Caracas. n
La vida de un personaje popular que triunfa en los medios no vale más que la de un ciudadano anónimo pero en este caso ha servido para poner de manifiesto la locura violenta que sacude a Venezuela ante la pasividad de un Gobierno que está demasiado ocupado en asegurar su supervivencia como para ocuparse de los problemas reales de la gente. n Spear y su esposo, Thomas Henry Berry, regresaban como cualquier familia cargados de ilusiones tras unas vacaciones y encontraron la crueldad de la violencia que segó para siempre sus sueños. Dejan huérfana a la hija en común que les acompañaba, que resultó herida. n
La inseguridad y la impotencia se ha instalado en todos los hogares de Venezuela que asumen con dolor que la degradación de sus gobernantes ha conseguido que la vida en su país ya no valga nada.
Se estima que 25.000 personas perdieron la vida en el país que preside Nicolás Maduro, que una vez más aportó su palabrería como única receta para detener la hemorragia de un país que se desangra. nLa pérdida de valores y la inculcación del odio y del resentimiento de clase desde las estructuras del estado, unidos a una Policía y una Justicia inoperante, hacen muy difícil vislumbrar una solución a corto plazo. n
Esperamos que el pueblo venezolano saque alguna lectura constructiva de esta matanza y se ponga a en marcha para propiciar el cambio político que el país necesita para sacudirse esta lacra de la violencia.