En nuestra cultura se dice que la familia apoya a la familia. Eso suena bonito, pero la verdadera razón por la que sucede es sencilla: los padres no planearon su jubilación y necesitan del apoyo de los hijos para sobrevivir. Si los padres estuvieran en una mucho mejor situación que los hijos, es muy probable que el apoyo fluiría del lado contrario. Unos padres económicamente estables dirían: “Hijos, estamos bien, no se preocupen por nosotros, háganse cargo de sus familias”.
Un señor me dijo que no invierte para la jubilación porque ya tiene un plan de retiro alternativo: tuvo ocho hijos y cada uno le va a mandar $500 dólares por mes. Es chistoso, pero no es la realidad. Yo me senté con muchas parejas mayores y ninguno de ellos quería convertirse en una carga para sus hijos y éste debe ser nuestro plan también. Conozco historias donde los padres exigen ese apoyo, pero eso no es la norma. La norma es que los hijos eligen apoyar a sus padres porque conocen la situación financiera de ellos. A las familias que apoyan a sus padres se les conoce como la “generación sándwich” porque están haciéndose cargo de la generación menor (sus hijos), y de la generación mayor (sus padres).
La mayoría de las veces, los hijos no son presionados; los hijos, por amor, deciden apoyar a sus padres. Lastimosamente, en muchas familias, cuando uno de los hijos empieza apoyar y pide a todos los demás hermanos que hagan lo mismo hay un recelo. En vez de, simplemente, apoyar a sus padres según su capacidad, presiona a los otros hermanos para que cooperen con la misma cantidad aunque ganen menos. Esto empieza una discusión bastante brava que puede hasta dividir una familia. Me he topado con parejas casadas donde él ganaba $1.600 al mes y quería estar mandando $700 a sus padres. En esta situación son los hijos los que terminan sin comer. Mi recomendación es: que si tienen la capacidad de apoyar a sus padres, háganlo. Platiquen esto con sus hermanos, pero no los obliguen. Permitan que la decisión de cooperar con el apoyo a sus padres la tomen ellos, de acuerdo a sus posibilidades.
Cuando se casaron se les dijo, dejarán a su padre y a su madre para convertirse en un solo ser, en una sola carne. Desde el momento que se casaron, ustedes son familia y sus padres, hermanos, tíos, primos y los 48 sobrinos pasaron a ser familiares. No tomen la decisión de apoyar a sus padres sin estar de acuerdo los dos; o, peor, no lo hagan a escondidas uno del otro. Recuerden, no importa quién gane el dinero, es “nuestro” dinero y con “nuestro” dinero apoyamos a “mis padres y a mis suegros”.
Este es un tema muy complicado, pero les puedo decir que, las familias que están de acuerdo en presupuestar el apoyo a los padres, lo disfrutan más porque no causa fricción en el matrimonio. Cuando se hace de esta manera, la bendición es recíproca entre los padres y los hijos.