Esta historia es re, non verbis (de hecho, no de palabra). Una bala en la sien hizo cae su cuerpo inerte. Mas la bala traidora no pudo detener a la justicia; y el hombre justo, al final triunfo. Esta historia es en pleno siglo XXI, en la Argentina castrokirchnerista, cuando el fiscal Alberto Nisman había terminado la investigación de una largo y turbio proceso, enmascarador de los asesinos que participaron en el acto terrorista contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994, en el que murieron 85 personas.
El fiscal Nisman obtuvo todas las pruebas. El 22 de enero de 2015 exponía su denuncia frente a la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, horas antes fue balado en su casa, en el barrio Puerto Madero, uno de los más elegantes de la ciudad de Buenos Aire, Argentina.
La muerte extrajudicial del fiscal Alberto Nisman es una mancha bochornosa que pesa sobre la democracia argentina. Las evidencias concretas del fiscal Nisman vinculaban a la entonces presidenta Cristina Kirchner, su canciller Héctor Timerman y a otros funcionarios de su gobierno con el Memorando de Entendimiento con Irán, que pretendía encubrir la participación del régimen iraní y su títere perverso el movimiento terrorista Hezbolá en la causa AMIA.
Dos días antes de su muerte, el fiscal argentino Nisman realizó una entrevista con la Agencia Judía de Noticias (AJN), el 16 de enero de 2015, de poseer pruebas contundentes para revelar y cerrar el caso. A continuación la declaración:
"Ojalá todos los ciudadanos, los 40 millones, puedan escuchar y ver la prueba que yo tengo entre mis manos. Para darse cuenta ellos solos, para que nadie les cuente 'pasó blanco o pasó negro'. Pero en lo personal que es lo que a vos te interesa, obviamente que la situación no es fácil: decirle a tu hija prepárate porque vas a escuchar de tu padre cosas que jamás en tu vida escuchaste de ninguna persona. Voy a parecer el peor monstruo que hay en la tierra.
Primero, yo asumo todas las responsabilidades y, además, pecaría de inocente y sería mentira si digo no imaginé lo que iba a pasar, porque yo sabía que esto iba a pasar.
Sabía que pase lo que pase yo esto lo tenía que hacer. Yo no podía guardarme esta prueba, por mí y por la ciudadanía. Y bueno, saldré como saldré. Con que se sepa la verdad, ya el futuro mío no tiene. Mi futuro ya no es importante en todo esto.
Es que tenía dos posibilidades: o me iba antes de hacerlo y no lo hacía, o lo hacía. Irme, antes de hacerlo, era mostrarse un cagón, y no lo iba a hacer absolutamente nadie. No se puede permitir esto. Todos saben lo que hicieron, lo que todos no saben o que deben estar rompiéndose la cabeza, es hasta qué punto de información tengo yo, hasta dónde llega, ¿entendés?".
Estas palabras no son de un suicida, sino de un profesional apegado a la justicia y la verdad, la valentía de un hombre de profunda estirpe patriótica y democrática; que prefirió continuar en el caso hasta revelar todos los acontecimientos sin claudicar ante la corrupción de gente poderosa perteneciente al Estado.
La expresidenta Cristina, durante su mandato, cometió varios delitos que fueron imposibles de investigar por las presiones de su ejecutivo, fueron golpes bajos a la democracia. Las tres causas pendientes son: la del Dólar Futuro, donde por manipulación gubernamental se deprecio el dólar arbitrariamente por beneficios personales; la de los Hoteles, empresas de Cristina que lavó dinero con contratistas estatales; y el caso de la AMIA. Por esta última está en prisión preventiva la expresidenta Kirchner, en espera ser encarcelada cuando se le suspenda su fuero senatorial.
La nación de Argentina, en esta circunstancia, tiene una buena oportunidad de salirse de su conducta tercermundista e investigar y condenar a todos esos jueces o fiscales, políticos y funcionarios administrativos corruptos para hacer justo e independizar en la práctica al poder judicial y ser paradigma de estado de derecho en una verdadera democracia. Ya muchos países latinoamericanos están dando esos pasos, en especial Perú y Brasil.
Por supuesto, el legado de Nisma es importante, un seguro fiable de futuro, que enriquece beneficiosamente a la democracia y a la humanidad; por lo que lo deseamos para nuestra patria libre. De hecho, en estos momentos, los cubanos debemos seguir ese paradigma de dignidad, valor y rebeldía ante las injusticias del fiscal Alberto Nisma; y entonces, se allanará el camino hacia la democracia y la libertad en Cuba.