Sus comienzos como comisionado en West Miami, presidente de la Cámara de Representantes de Florida y desde 2010 en el Senado como miembro principal del Comité de Relaciones Exteriores, sin olvidar su candidatura presidencial durante las primarias republicanas en 2016, sin duda facilitaron la confirmación en el Congreso de Marco Rubio, como el 72 secretario de Estado.
Como senador, Rubio siempre tuvo en su agenda a Cuba y Venezuela.
Cuando Hugo Chávez falleció, en 2013, Rubio dijo "El pueblo venezolano ahora tiene la oportunidad de pasar página en uno de los períodos más oscuros de su historia y embarcarse en un nuevo camino, aunque difícil, para restaurar el estado de derecho, los principios democráticos, la seguridad y el sistema de libre empresa en una nación que merece mucho más que el desastre socialista de los últimos 14 años".
Venezuela es todavía una tarea pendiente.
Con esa vasta experiencia política ahora, deberá operar los aspectos más controversiales de política exterior del presidente Donald Trump.
Sus prioridades pasan por: hacer más seguro, fuerte y próspero a Estados Unidos, lo cual “requerirá reemplazar algunas prioridades, restar importancia a algunas cuestiones y eliminar algunas prácticas”, según ha dicho.
Rubio se inauguró con un viaje por Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana con el tema de las deportaciones en su portafolio.
La visita a Panamá, para hablar sobre el Canal de Panamá y la indeseable influencia china, no estuvo exenta de contratiempos.
Mientras el Departamento de Estado informaba que “los barcos de Estados Unidos ahora pueden transitar por el Canal de Panamá sin pagar tarifas” el presidente, panameño, José Raúl Mulino, lo negaba.
Rubio, desde Republica Dominicana, aclaró. “Yo encuentro absurdo que debamos pagar una remuneración por transitar una zona que estamos obligados a proteger en momentos de conflicto”.
Desde entonces, ha habido una oleada de anuncios desde la Casa Blanca.
El más controvertido fue la sugerencia de Trump, durante la visita a Washington del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu de que Estados Unidos tomaría el control de Gaza para reconstruir y transformar el territorio en un destino turístico mientras dos millones de palestinos serian reubicadas entre Egipto y Jordania.
Tanto Rubio como la Casa Blanca trataron de poner esas declaraciones en contexto, al precisar que el plan sólo implicaría la reubicación temporal de la población palestina, insinuando que una vez que Gaza fuera reconstruida, podrían regresar.
Rubio viaja está semana a Israel, Emiratos Árabes Unidos, Catar y Arabia Saudita, después de asistir a la Conferencia de Seguridad de Múnich, Alemania, para convencer a Egipto, Jordania, Arabia Saudita, los estados del Golfo y a la comunidad internacional, de que es en interés de los palestinos, el abandonar Gaza.
Sin embargo, el mayor desafío será persuadir a países claves como Arabia Saudita.
El gobierno saudí apoya la solución de dos Estados que consiste en asignar el territorio del antiguo mandato británico de Palestina al oeste del río Jordán, para la creación de dos Estados separados e independientes: el Estado de Israel y el Estado de Palestina.
Trump busca que Arabia Saudita firme un acuerdo histórico de relaciones diplomáticas con Israel, pero los saudíes sostienen que eso sólo sería posible si Israel acepta la solución de dos Estados.
Ni Israel ni Trump parecen estar interesados en apoyar esa propuesta que fue respaldada por el expresidente Joe Biden.
Tampoco ninguno de los aliados de Estados Unidos ha respaldado hasta ahora la idea de Trump en Gaza, pero los desafíos pendientes no terminan ahí.
El presidente sigue interesado en comprar Groenlandia, otro objetivo que Rubio y sus funcionarios tendrán que negociar.
Por si eso no fuera suficiente, la Agencia Estadounidense de Ayuda Internacional (USAID) cierra sus puertas dejando en un limbo a miles de empleados. Rubio es ahora su director interino.
USAID representó el “poder blando” estadounidense, administrando ayuda humanitaria en el mundo, pero Trump, aconsejado por Elon Musk, considera que la agencia no está a la altura de sus prioridades calificándola de fraude.
Trump anuncio además nuevos aranceles del 25% sobre las importaciones de acero y aluminio, y de “aranceles recíprocos” añadiendo aún más tensión a la agenda de Rubio.