El régimen chavista, con todo el poder y el dinero que llegó a acumular en las últimas dos décadas, no pudo completar la instalación de su socialismo del siglo XXI en Venezuela. Su permanencia en el poder, soportado únicamente por las bayonetas, es ahora inviable y está a punto de colapsar.
La disyuntiva que tenemos enfrente como nación, no es si el régimen se va o se queda, sino más bien como se irá. Lo deseable sería que la salida del régimen sea lo más rápido y menos cruento posible, para lo cual conviene incrementarles el costo de quedarse y reducirles el costo de irse.
El tirano ya ni siquiera cuenta con una mayoría dentro de las fuerzas armadas, por lo que ha tenido que apelar a sus paramilitares colectivos para reprimir las cada vez más angustiadas y populares protestas, que a diario se suscitan a lo largo y ancho del territorio nacional, clamando por un cambio tanto de gobierno como de sistema.
La presión interna, acompañada de una cohesionada comunidad internacional decidida a lograr la eyección del régimen, está buscando generar el quiebre de los cuadros medios de las fuerzas armadas desde comienzos del presente año, pero los órganos de inteligencia de la dictadura, supervisados por fuerzas cubanas de ocupación, mantienen a la oficialidad y a la tropa sometidos al terror, bajo amenazas de tortura y asesinato.
Si bien las sanciones impuestas a los jerarcas de la tiranía, por una importante cantidad de países que apoyan un cambio político, han tenido un impacto significativo sobre la gobernabilidad del régimen, todavía quedan acciones por ejecutar que pueden afectarles aún más directamente a sus intereses y que coadyuvarían a lograr el tan deseado quiebre institucional.
Qué mejor manera de generar ese quiebre que lograr enfrentarlos entre ellos mediante la delación premiada. Hay que ir tras el botín de la tiranía (follow the money). Sabemos que todo funcionario corrupto tiene sus testaferros y que todo testaferro tiene a su lado personas que conocen la información, pues ofrezcamos incentivos tanto al testaferro que delate a su representado como al informante que ayude a lograr que se devuelvan a Venezuela los dineros y activos robados.
Los testaferros que durante los últimos años han tenido que estar corriendo entre distintas jurisdicciones para escapar de la persecución internacional y que como consecuencia de ello han estado obligados a mover a su familia de un país a otro y que, además, están observando como día a día va colapsando el régimen, seguro que van a considerar favorablemente allanarse a un esquema de delación premiada que les ofrezca incentivos.
La Asamblea Nacional pudiera promulgar de inmediato una Ley de Delación Premiada que ofrezca a los informantes una participación porcentual (por ejemplo: 20%) del botín recuperado, y si ese informante es además el testaferro, pudiera también ofrecerle beneficios procesales tales como la reducción significativa de la pena y la conversión de prisión en arresto domiciliario.
Dicha Ley de Delación Premiada bien podría funcionar en sincronía con la Convención de la Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y sus Protocolos, suscrita en Diciembre del 2000 en Palermo, Italia, de la cual Venezuela en un Estado Parte, a fin de que el órgano fiscal de cualquier otro Estado Parte pueda iniciar procesos judiciales de recuperación de activos para Venezuela, iniciados por delación de informantes o testaferros.
La Asamblea Nacional podría adicionalmente establecer en dicha ley, la facultad del Presidente Encargado de la República para constituir fideicomisos en cualesquiera de los Estados Parte del Convenio de Palermo, a fin de que a ellos sean transferidos los activos recuperados.
A Dios rogando y con el mazo dando…
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@juanriquezes