No hay duda de que las numerosas víctimas de Jeffrey Epstein, el pederasta condenado, merecen justicia, compasión y apoyo.
En este punto, para que este escándalo desaparezca de la escena política, será necesario que se publiquen todos los archivos y documentos,
No hay duda de que las numerosas víctimas de Jeffrey Epstein, el pederasta condenado, merecen justicia, compasión y apoyo.
Sin embargo, las revelaciones a cuentagotas sobre los supuestos vínculos nocivos de Epstein con figuras prominentes de la sociedad nacional e internacional, incluido el presidente Donald Trump, están causando una distracción innecesaria sobre los asuntos más importantes del país como: mejorar la economía nacional, aumentar la creación de empleos, tomar decisiones sensatas y prácticas sobre los programas de salud y bienestar social así como lidiar con una agenda internacional bastante movida.
Y es que la saga Epstein, más allá de buscar impartir justicia, se ha politizado por completo.
Si bien esto no es inesperado, dadas las divisiones entre demócratas y republicanos en el Congreso, se está intensificando el ambiente tóxico, exacerbando las tensiones bipartidistas.
El presidente prometió durante su campaña presidencial que publicaría todos los archivos del caso; sin embargo, los comités del Congreso han publicado lotes irregulares de correos electrónicos y otras comunicaciones relacionadas con Epstein.
Pareciera información incompleta y sin contexto, que solo gira en torno a los mismos argumentos, sospechas y acusaciones.
La última publicación de 20.000 páginas de documentos del patrimonio del delincuente sexual contiene información muy similar a la de archivos anteriores: quiénes conocían a Epstein, cuánto tiempo lo conocían, si estaban al tanto de sus escandalosas relaciones con menores de edad y si habían visitado su isla privada, Little Saint James, en las Islas Vírgenes de Estados Unidos.
Tres correos electrónicos publicados por los demócratas del Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental de la Cámara de Representantes fueron enviados por Epstein a su estrecha colaboradora, Ghislaine Maxwell y a Michael Wolff, autor y columnista.
Wolff ha escrito cuatro libros sobre la presidencia de Trump; el más reciente, "Todo o nada: Cómo Trump reconquistó Estados Unidos", sobre la campaña presidencial de Trump de 2024.
Su primer libro “Fuego y Furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump” (2018) fue calificada por la Casa Blanca como, información falsa y difamatoria.
Maxwell, por su parte, cumple una condena de veinte años de prisión por su participación en el tráfico sexual de menores de edad de Epstein.
En un correo electrónico de enero de 2019, Epstein le dijo a Wolff que “por supuesto (Trump) sabía de las chicas, ya que le pidió (a Maxwell) que parara”.
En otro correo electrónico, de abril de 2011, Epstein le dijo a Maxwell que Trump “pasó horas en mi casa” con una de las víctimas de tráfico sexual, que luego se supo que era Virginia Giuffre, entonces de 17 años y quien se suicidó en abril pasado.
La Casa Blanca ha reaccionado a las últimas “revelaciones” recordando a los periodistas que Giuffre había declarado específicamente que, cuando conoció a Trump, inicialmente en el año 2000, él se había comportado de manera apropiada en todo momento, pero la publicación parcial de documentos solo alimenta insinuaciones y especulaciones.
En este punto, para que este escándalo desaparezca de la escena política, será necesario que se publiquen todos los archivos y documentos, sin embargo, en la actualidad, parece que todo el establishment de Washington está siendo chantajeado por este flujo constante de archivos de Epstein, un personaje despreciable, por lo cual, cuanto antes se sepa todo sobre él y sus crímenes, este bochornoso episodio podrá resolverse de una vez por todas.
