Las interminables, pero sobre todo sesudas deliberaciones de la plana mayor del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, se detuvieron en seco. Una voz, bronca, metálica, la más preclara –sobre todo– impuso su ley en la plenaria (si esa es, la más preclara, cómo serán las otras).
El pesimismo, flotaba en el ambiente.
—¡Camarados y camarudas! La única fórmula pa’ salir del tremendo ¡p…! en que estamos metidos, es comisionar a un guisador de calibre, pa´ que viaje, de inmediato, a Cabo Verde, les moje, bien mojadas, las manos a los jueces y fiscales del caso, al presidente, ministros, hasta a los policías de rolito y ¡santo remedio! ¡Libertad plena para el camarado preso! Tan, güeno ese hombre. Una vida suministrándoles comida a los niñitos probes –podrida o no apta para humanos, pero ¿y qué más pueden aspirar?– y ahora, preso. No hay derecho.
—¡Propongo, que el enviado especial internacional del guiso, plenipotenciario y hasta interplanetario sea, el “Iluminado de El FURRIAL”, el guisador con más millaje de prostíbulo en todos los prostíbulos roboLucionarios –soltó a gañote limpio, otro de los deliberantes–.
De inmediato, estalló la algarabía, la euforia, la francachela (pases de perico incluidos), la renovada fe en el porvenir roboLucionario, al coro de: “¡Corruptos, unidos/ jamás serán vencidos! Y ¡pa´gozá!”.
La “Misión, Guiso en Cabo Verde” fue accidentada desde un principio. El primer encontronazo con la cruda realidad, ocurrió a causa de la imposibilidad –anímica en específico– del hipotético misionero. Desde que EEUU le puso precio a su captura a, “El Iluminado”, se le observa nerviosillo, más enano –moral, en particular– sin sus arrestos de guapo. En el punto más crítico del “Síndrome de Playa Seca”, padecimiento maníaco-depresivo que se manifiesta en la fobia a todo cuerpo de agua: desde las poéticas olas marinas, hasta las inocentes, poncheras de peltre, bacinillas, pasando por duchas, lavamanos, bidés –no tan inocentes–. Al prócer, referido, se le ha metido en la cabeza que de toda profundidad acuosa puede emerger un buzo y ¡Zas! en un calabozo VIP de la Base de Guantánamo ¿Y sus captores? ¡Millonarios, gozando una ola y parte de la otra!
—¿Sobrevolar, yo, el Océano Atlántico? ¿A ver si me ponen los ganchos? ¡Qué va, oh!
La inesperada negativa les cayó como balde de agua helada a los camarados que se trasladaron hasta el refugio antiatómico –a 100 metros de profundidad, secreto, enclavado en el Fuerte Militar Tiuna, residencia familiar, oficina parlamentaria, gallera, estudio de TV, garçoniere, apartamento de fin de semana– a participarle a “El Iluminado” que la continuidad de la RoboLución pendía de su arrojo. Negativa inesperada, repetimos. Primero, por el legendario valor y escaso instinto de conservación de “El Iluminado”. Punto. Segundo: Porque, el guiso, para los roboLucionarios, es la única pócima milagrosa contra todo mal. Negárselo a la RoboLucion, en momentos como el presente, equivaldría a su asfixia mecánica. Punto y coma. Tercero: porque los roboLucionarios, dan por sentado que, como ellos, todo el mundo es narcoguisador, incluidas las autoridades de Cabo Verde. Cuarto y último: que “El Iluminado” cobra coima hasta por pestañear. Su negativa a no intervenir, a lo James Bond, en la susodicha Misión lo relegaba a lo nunca visto: la imposibilidad de sus mordidas, cual packman, ñac-ñac-ñac, a los fondos del hipotético soborno en masa.
Cuando le avisaron que, en el portón de la penitenciaría de Cabo Verde, estaba el suplente o pinch hitter, de “El Iluminado”, solicitando visitarlo, el prisionero sintió que un escalofrío le recorría el espinazo: “¿Ayudarme? Seguro que viene a exigirme, ‘por si acaso’, las claves de mis cuentas bancarias, pa’ vaciarlas, de lo de ellos y de lo que no es de ellos ¿Qué van a correr con los costos de mis abogados? No, gracias. ¿Acaso, no presencié, yo, con estos ojos que han de comerse los gusanos que, con ese cuento chino, tiraron a los mismísimos sobrinos, por el acantilado de 18 años de condena? Esa gente lo que busca es silenciarme per sécula seculorum. Para que no celebre cambalache, plea guilty o sapeo, a lo barranquillero, con la DEA, el FBI, la CIA. ¡Ni loco!, que, para mi posible fuga, voy a contar con esas complicidades! Ellos, lo saben: por salvar mi pellejo, los delataré uno a uno, por narcochoros, sin que me tiemble la voz. A mi compatriota cucuteño, de primero. Vale todo a cambio de recibir condena light. ¡Carcelero, carcelero! Señor carcelero, dígale, por favor, al individuo que está preguntando por mí, que salí a dar un paseo y que regresó el año que viene. Pero que no se crea muy listo: Que me deje con usted, los lingotes de oro –tintos en sangre de niños del “Arco Minero”– que le entregaron para mis ‘relaciones públicas’ en Cabo Verde”.
@omarestacio