Durante un reciente encuentro del Padre Luis Ugalde con voluntarios de Venamérica en la Universidad URBE de Miami, se realizó una evaluación sincera del avance de las fuerzas democráticas venezolanas, hacia el cese de la usurpación y la recuperación de la democracia.
A pesar del golpe anímico que para la inmensa mayoría de la población significa el criminal bloqueo de la ayuda humanitaria por parte del régimen, no puede dejar de advertirse que las fuerzas democráticas van muy bien y que el régimen va muy, pero muy mal, cuando se efectúa un inventario objetivo de indicadores tales como: el incremento del apoyo internacional al gobierno legítimo de Juan Guaidó, la protección de activos venezolanos en el exterior, la catarata de reconocimientos a Guaidó por parte de centenares de militares activos venezolanos, el nerviosismo del excanciller Arreaza pidiendo cacao en la ONU, el viraje del pollo Carvajal, el escape en vuelos fantasmas de los jerarcas del régimen con sus familiares y el siempre revelador carómetro oficial de la dictadura.
En ese encuentro se puso de relieve la importancia capital que para la recuperación de Venezuela tendrá la Sociedad Civil organizada.
Debemos comprender que esta crisis no sólo atañe a Venezuela, sino que se inscribe y forma parte de una confrontación mucho mayor, con alcance global. Nuestra crisis es sintomática de movimientos telúricos que se están dando a nivel mundial entre las placas tectónicas del liberalismo y del socialismo.
No se trata de una cuestión ideológica, sino más bien, pragmática. Veamos por qué.
En los 270 años que han transcurrido desde que Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu publicó su obra “El Espíritu de las Leyes” ha venido rigiendo, y hay que reconocer que con muy buenos resultados para la humanidad, su propuesta de separación de poderes como mecanismo de pesos y contrapesos (contra-balance) del poder.
Sin embargo, durante el último medio siglo las organizaciones políticas de casi todas las naciones del planeta han buscado desde el poder ejecutivo, y cada vez con mayor éxito, la manera de cooptar al resto de los poderes públicos, en primera instancia para evitar que los contrapesos institucionales limiten su gestión y luego para eternizarse en el poder.
El mismo Montesquieu, en la obra citada advertía que “todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo; él va hasta que encuentra límites. Para que no se pueda abusar del poder hace falta que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder”.
Pues ahora, luego de 270 años, con un mayor nivel educativo de la población y con el auge y el desarrollo de la tecnología de la información, la propuesta de Control Civil es revisitar el concepto de separación de poderes, actualizándolo con la incorporación de funciones de control y supervisión del desempeño de toda la gestión gubernamental, por parte de la Sociedad Civil organizada a la que llamaremos Poder Civil.
En el mismo sentido de la propuesta anterior, el desempeño del gobierno habrá de mejorar sustancialmente en la medida en que este se circunscriba al cumplimiento de las funciones esenciales del Estado, a saber: Seguridad, Justicia, Salud, Educación, Infraestructura y Promoción de Venezuela y de los venezolanos en el exterior.
Aprovechando que las instituciones han sido totalmente destruidas por la dictadura, la Sociedad Civil organizada y las Organizaciones Políticas deben sentarse a negociar un nuevo pacto social en el que se redefina la relación de los ciudadanos con el Estado, en el que el ciudadano se coloque al centro de toda la acción gubernamental, en el que el gobierno se abstenga de ejercer control sobre la actividad productiva, para dar paso a un país de propietarios y en el que se establezca un mecanismo eficiente para que el Poder Civil ejerza un control efectivo de toda la acción gubernamental.
Una vez recuperada la Libertad, si la sociedad venezolana alcanza la madurez suficiente para negociar, acordar e implantar ese nuevo pacto social, el resultado será el advenimiento de un nuevo modelo político, económico y social, que servirá de ejemplo para otras naciones que hoy sufren del desgaste del modelo o de un extravío ideológico similar al que mantuvo secuestrada a Venezuela durante las últimas dos décadas.
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@juanriquezes