El sábado, 12 de septiembre de 1998, el FBI desarticuló la red de espías cubanos más grande hasta ese momento en ser descubierta en los Estados Unidos. Diez cubanos fueron instruidos de cargos de espiar para el régimen cubano. La Habana se ha pasado los últimos 25 años distorsionando los hechos.
Según el Defense Human Resources Activity del Departamento de Defensa de EEUU, los diez miembros de la Red Avispa capturados fueron: “Gerardo Hernández, de 31 años (alias Manuel Viramontes), jefe de espionaje; Fernando González, de 33 años (alias Rubén Campa) y Ramón Labanino, de 30 años (alias Luis Medina), oficiales de la inteligencia cubana. Los otros siete eran agentes de rango intermedio que se reportaban a los tres agentes de alto rango: Antonio Guerrero, de 39 años, que desde su trabajo en el departamento de metalurgia vigilaba los aterrizajes de aviones de la Estación Aérea Naval de Boca Chica; Alejandro Alonso, de 39 años, piloto de barco; y René González, de 42 años, experto piloto aéreo y el único ciudadano cubano de los siete. Ambos se unieron a la organización de exiliados Movimiento Democracia para informar sobre sus actividades –todas pacíficas-, contra el régimen castrista. También eran parte de la red dos matrimonios, americanos ellos: Nilo y LLinda Hernández, de 44 y 41 años, respectivamente, y Joseph y Amarylis Santos, ambos de 39 años.
Un onceno espía, Juan Pablo Roque, también fue instruido de cargos y vinculado al derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate en 1996. Roque había huido a Cuba el día anterior al del ataque de los MiGs cubanos contra las avionetas de Hermanos, que causó la muerte de los cuatro pilotos. Tres espías más, identificados solo como “John Does”, fueron instruidos de cargos.
Cinco acusados – Alejandro Alonzo, Nilo y Linda Hernández, Joseph y Amarylis Santos- aceptaron negociar la condena y cooperar con la fiscalía. Estos cinco espías cubanos brindaron información sobre los otros cinco. Estos finalmente fueron llevados a juicio, donde se reveló que la red de espías estaba involucrada en actos de espionaje y terrorismo.
La Red Avispa llevó a cabo actos de espionaje: infiltró a dos grupos pacíficos de exiliados; proporcionó información que condujo al asesinato de Armando Alejandre, Carlos Costa, Mario de la Peña y Pablo Morales el 24 de febrero de 1996; hizo objeto de su espionaje a instalaciones militares estadounidenses; planificó el contrabando de armas y explosivos hacia Estados Unidos, y llevó a cabo otras acciones para sembrar divisiones, moldear la opinión pública e interferir en las elecciones del país.
La Red Avispa reunió información personal sobre oficiales del sector militar norteamericano, “compilando nombres, direcciones y récords médicos de oficiales de alto rango del Comando Sur de Estados Unidos al igual que de cientos de oficiales destacados en la Estación Naval de Boca Chica, en Cayo Hueso”.
Los espías recibieron órdenes de La Habana de prenderle fuego al hangar de un aeropuerto; cometer actos de sabotaje contra aviones, y de aterrorizar a un operativo de la Agencia Central de Inteligencia identificado como Jesús Cruza Flor, primero advirtiéndole que su “ejecución estaba cercana” y luego enviándole por correo una bomba a su residencia en Bal Harbour, Florida.
El 8 de junio de 2001, los cinco acusados de la Red Avispa que no habían negociado su posible condena fueron hallados culpables de todos los cargos. En diciembre de 2001, tres de los espías fueron sentenciados a cadena perpetua por conspirar para cometer actos de espionaje. Gerardo Hernández y Ramón Labanino, ambos ciudadanos cubanos, y Antonio Guerrero, ciudadano estadounidense, fueron sentenciados a cadena perpetua. Fernando González y René González, ambos ciudadanos cubanos, fueron sentenciados a 19 y a 10 años de prisión, respectivamente, por conspiración y por operar como agentes no-registrados de una potencia extranjera.
Los cinco que se declararon culpables de operar como agentes no-registrados de una potencia extranjera recibieron sentencias menos severas: Alejandro Alonso y Nilo y Linda Hernández fueron condenados a siete años de prisión; Joseph Santos a cuatro años, y Amarylis Santos a tres años y medio. Gerardo Hernández, el líder de la Red Avispa, fue hallado culpable de conspiración para cometer un asesinato y espionaje, y fue condenado a dos cadenas perpetuas.
El expresidente Barack Obama conmutó las dos cadenas perpetuas de Hernández el 17 de diciembre de 2014 como parte de las concesiones hechas al régimen cubano para tratar de normalizar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Una vez de regreso en Cuba, Hernández fue ascendido en abril de 2020 a vice coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), tarea que le permitiría vigilar cómo los comités de barrio espiaban al pueblo en la isla. También, el 17 de diciembre de 2020, fue nombrado por la dictadura castrista al Consejo de Estado, el cuerpo de 31 individuos que rige los destinos y el día-a-día de los cubanos. El 21 de mayo de 2023, Gerardo Hernández visitó Moscú y colocó un arreglo floral ante el monumento de Fidel Castro.
El libro Traición: Clinton, Castro y los Cinco Cubanos (2010), de Matt Lawrence y Thomas Van Hare, brinda un compendio de la evidencia. El libro expone los hechos sobre lo que sucedió y revela quién sabía previo al derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate y el asesinato de los cuatro pilotos. Tres de los pilotos eran ciudadanos estadounidenses y uno residente, y servían como voluntarios salvando vidas de balseros en el medio del océano. Lawrence, uno de los autores del libro, había volado varias misiones de rescate con Hermanos en calidad de voluntario.
El derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate el 24 de febrero de 1996, y el operativo de influencia que Ana Belén Montes llevaría a cabo exonerando al régimen cubano y culpando a sus víctimas, llamó la atención de los investigadores, y en septiembre de 2001, Montes fue arrestada por espiar para La Habana desde su delicado cargo en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, por sus siglas en inglés) del Pentágono. Esta historia también se explora en el libro de Lawrence y Van Hare.
El caso de la Red Avispa y su papel en la conspiración para derribar las avionetas de Hermanos al Rescate en 1996, al igual que su plan de aterrorizar y asesinar a un agente de la inteligencia de Estados Unidos ya jubilado, enfatiza una vez más la naturaleza terrorista de la dictadura cubana. Para lograr paz y reconciliación, el régimen de La Habana tendría que reconocer sus crímenes, arrepentirse de ellos y cesar de patrocinar y ejercer el terrorismo. Su continua actividad represiva en Venezuela y Nicaragua; su apoyo a la guerra en Ucrania, y su tendencia a asesinar disidentes pacíficos en Cuba demuestra que la dictadura cubana en la actualidad no tiene ningún interés en cambiar su conducta, ni en alcanzar una verdadera reconciliación, todo lo contrario. Cuba continuará comportándose como un estado proscrito a nivel internacional, al estilo de Corea del Norte.