El 30 de noviembre del 2024, Manuel de Jesús Guillén Esplugas murió en una prisión cubana, de acuerdo con la versión oficial, por asfixia debido a ahorcamiento. Sin embargo, el cuerpo de Manuel y sus ropas tenían signos de tortura, incluyendo fango en los zapatos y los pantalones mojados de orina. En el video que se volvió viral, su madre, Dania María Esplugas, afirma que su hijo fue asesinado por oficiales de la prisión. Cree que Manuel no murió por causa de un suicidio, como afirman las autoridades, sino que fue golpeado hasta la muerte, y su ahorcamiento fue una farsa para encubrir el abuso. Dania observó las marcas en su cuello, su espalda y sus brazos y concluyó que fue torturado y golpeado con un cinto militar y una tonfa antes de ser ahorcado.
Manuel de Jesús, de 27 años, fue arrestado el 17 de julio de 2021 por compartir videos de las protestas del 11 de julio en las redes sociales. Lo acusaron de desorden público, y vandalismo y fue condenado a 6 años en prisión, después de que permaneció detenido durante un año y medio sin ser llevado a juicio. Los esfuerzos de su madre de presentar un recurso de habeas corpus para lograr su libertad condicional fueron inútiles. Era un prisionero de conciencia.
En la prisión, Manuel enfrentó condiciones infrahumanas, que incluyen ser infectado por chinches y ratas, falta de asistencia médica para la escabiosis contraída durante su encierro, mala alimentación, y ser mantenido junto a criminales peligrosos. Su muerte en prisión atrajo la atención y los reportes sugieren que fue golpeado antes de morir. Algunos prisioneros sostienen que fue ahorcado por las autoridades, no porque se suicidó, como dicen oficialmente.
Este no es un caso aislado, sino parte de un patrón de abuso de la dictadura cubana que sistemáticamente viola las normas internacionales.
Christopher Simmons, un oficial de contrainteligencia retirado de la Agencia de Inteligencia de la Defensa, testificó ante el Congreso de Estados Unidos el 17 de mayo de 2012 y describió al régimen de La Habana de esta forma: “En muchos aspectos, Cuba puede ser caracterizada con precisión como una organización criminal violenta enmascarada como un gobierno. Los cinco servicios de inteligencia de la Isla no existen para proteger a la nación sino para asegurar la sobrevivencia del régimen.”
Y esto se aplica a la conducta de la dictadura en la isla, e internacionalmente, pero aquí nos enfocaremos en las prisiones.
El gobierno de Cuba ha bloqueado durante 64 años la entrada del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) a las prisiones cubanas. Ninguna visita ocurrió entre julio de 1959 y abril de 1988, y luego de las críticas internacionales, al CICR se le permitió acceso en 1988 y 1989. Sin embargo, no ha existido ninguna visita después de esta fecha. Esto es parecido a lo ocurrido en Beijing, con el reporte mundial de Human Rights Watch de 1999 , ambos países, Cuba y China han prohibido al CICR prestar ayuda humanitaria básica a los prisioneros.
Numerosos presos de conciencia han muerto en las cárceles cubanas mientras protestaban contra el maltrato de funcionarios gubernamentales, un patrón trágico que ha persistido durante décadas. Entre los casos más destacados se encuentran el del líder estudiantil Pedro Luis Boitel (1972), el defensor de derechos humanos Orlando Zapata Tamayo (2010), el miembro de la UNPACU Wilman Villar Mendoza (2012) y el preso político Yosvany Aróstegui Armenteros (2020). Estas muertes ponen de relieve la continua represión, los abusos a los derechos humanos que enfrentan los disidentes políticos en Cuba, y la ausencia de supervisión internacional.
Los presos políticos son especialmente atacados porque desde las cárceles siguen defendiendo los derechos humanos e informando sobre las condiciones de las prisiones y sobre el maltrato que sufren todos los presos por parte de los oficiales. Esto provoca una animosidad especial contra ellos por parte de los oficiales del régimen. Gracias a ellos, las organizaciones internacionales pueden informar, por ejemplo, que en los últimos dos años han muerto 72 presos cubanos bajo la custodia de las autoridades. Se trata de una cifra parcial, pero sin su valiente testimonio y su voluntad de denunciar, las malas condiciones de las prisiones y estas muertes serían desconocidas.
Se estima que el número total de presos políticos en Cuba durante los últimos 65 años asciende a cientos de miles, aunque el gobierno cubano no revela cifras oficiales.
El Centro Cultural Cubano de Nueva York te invita a conmemorar el día de los derechos humanos este martes 10 de diciembre de 2024 a las 7:00 pm en conversación sobre el legado del presidio político cubano en el contexto de los derechos humanos con William Navarrete y Janisset Rivero, autora de Cartas a Pedro, la novela inspirada en la vida de Pedro Luis Boitel, líder estudiantil cubano y preso de conciencia que murió en una prisión cubana luego de años de tortura por parte de funcionarios penitenciarios.
Manuel de Jesús Guillén Esplugas fue reprimido porque siguió denunciando las injusticias y las malas condiciones penitenciarias. Como también lo hizo Orlando Zapata Tamayo quien fue asesinado 14 años antes, siendo objeto de tratos crueles durante 7 años.
De acuerdo con Amnistía Internacional, el 20 de octubre de 2003, después de pedir atención médica, Orlando Zapata fue arrastrado por el suelo de la Prisión Combinado del Este, y fue golpeado por los guardias de la misma. Este ataque le dejó la espalda lacerada. A pesar del acoso que sufrió, logró sacar clandestinamente una carta desde la prisión después de estos hechos. La carta fue publicada en el 2004, donde Zapata se dirige a la oposición cubana:
"Queridos hermanos míos de la oposición interna de Cuba", escribió Zapata en su misiva, "tengo muchas cosas que decirles, pero no he querido hacerlo por papel y tinta, pues espero ir a ustedes un día cuando nuestra patria sea libre y sin dictadura castrista. Vivan los derechos humanos, con mi sangre les escribí, para que la guarden como parte del salvajismo de que somos víctima el presidio político Pedro Luis Boitel".
El sufrimiento y la eventual muerte de Pedro Luis Boitel en la prisión en mayo de 1972, la de Orlando Zapata Tamayo en la prisión en febrero de 2010, así como la de Manuel de Jesús Guillén Esplugas ahora, y de todos de los más durante más de 65 años exigen verdad y justicia para ellos, para sus familiares y para el futuro de una Cuba libre.
En este día internacional de los derechos humanos, digamos una oración por ellos y otras víctimas de la dictadura, y redoblemos nuestros esfuerzos para que se conozca la verdad y se haga justicia para estos y todos los mártires de la dictadura cubana.