El mundo le teme al concepto revolucionar porque es crear una ruta distinta para hacer algo ya conocido, otros preferimos llamarlo como el acto por el cual decidimos salir de nuestra zona de confort para buscar aprender o crear algo nuevo a una realidad o situación actual conocida.
La mayoría se siente más cómoda con perfeccionar lo que ya existe, mejorar dentro de su zona de confort y buscar hacerlo cada día mejor. En mi opinión creo que los dos conceptos son válidos pero cada uno tiene su etapa y momento y este es el reto que enfrentan muchas compañías en el mundo de hoy 2016. Seguir perfeccionando lo que ya hacemos bien o revolucionar el mundo con un nuevo concepto.
Esta decisión es la que va a llevar a las empresas a marcar la diferencia y sobrevivir o dar ese gran salto. Las gigantes y exitosas corporaciones cuentan con recursos, pero son rígidas y muy lentas para tomar decisiones de esta índole mientras que los start ups son muy flexibles pero no cuentan con recursos.
Los que buscan revolucionar algo, generalmente tiene una visión a largo plazo y se enfrenta a muchas barreras negativas como, “ esto no va a funcionar”, “no va a resultar” etcétera, mientras que el que perfecciona busca resultados y reconocimiento casi de inmediato.
Para citar ejemplos de éxitos, fracasos y adaptación hay muchos, pero todos tienen los mismos patrones de gestión, de testarudez, de persistencia o necedad.
Uno de los ejemplos que más me gusta es el de Nokia y BlackBerry, compañías que dominaron sus mercados siendo muy exitosas, investigando para fabricar un celular cada vez mejor, pero que no vieron venir nunca la revolución que trajo consigo los teléfonos inteligentes. Kodak por ejemplo también fue víctima de las cámaras digitales y estas a su vez víctimas de los teléfonos inteligentes. El formato para escuchar y comprar música pasó por diferentes formatos, desde discos de acetato hasta la música digital. En fin, son muchos los ejemplos que nos hacen pensar que estamos ante una nueva revolución “industrial”.
Hoy por hoy, la inteligencia artificial está colaborando con reducir costos y tiempo en muchos aspectos de nuestras vidas como, consultas comunes de abogados, diagnóstico de enfermedades en pacientes, análisis críticos en la construcción de rascacielos y hasta las compañías automotrices como BMW están desarrollando una interface para construir vehículos inteligentes. En este sector, el automotriz, por ejemplo, las marcas tradicionales en su mayoría están luchando por tener un mejor auto, más eficiente, más seguro, más moderno. Sin embargo, empresas como Google y Tesla están tratando de fabricar una computadora con ruedas y tal vez para el 2026 ya hayan conseguido tener un ordenador rodante, confiable y hayan podido destrabar las leyes que por ahora restringen su masificación.
Todos estos avances no plantean un dilema. IBM y su supercomputadora Watson o las empresas que desarrollan software y ofrecen un servicio en línea, están reemplazando el trabajo de muchas personas. Pero ahora van a aparecer nuevas oportunidades laborales en nuevos campos. El reto es saber si la cantidad de puestos de trabajo reemplazados por la inteligencia artificial y las nuevas tendencias tecnológicas y de servicio va a ser igual a la cantidad de nuevos puestos de trabajo que pueden aparecer
La tendencia laboral está yendo al sector servicios, técnicos en computadoras, ya sea programando, manteniendo o usando las plataformas digitales. En el siglo XIX, los mecanismos de automóviles eran la novedad que sustituían a los cocheros y los animales de tiro. Entonces no existía ni siquiera la televisión, se iba al teatro para ver una obra.
Se crearon trabajos que sustituyeron a los existentes, como mecánicos, choferes, ingenieros, chapistas, dispensadores de combustible por una parte y técnicos de comunicaciones, fábricas de televisores, por otra. Hoy día la televisión va rumbo a ser fundamentalmente por internet, y los coches no necesitará ni combustible ni conductor. En pocas palabras en 20 años el mundo va a ser totalmente diferente al que conocemos hoy y ajeno al que conocimos en los años 80 y 90.
El futuro laboral para los jóvenes representa un reto y una gran oportunidad porque tienen un nuevo horizonte donde elegir en que quieren trabajar, desde donde y cuanto quieren ganar. Esto les da la capacidad de elegir y de poder marcar la diferencia en lo que se propongan.