La política puede estar llena de sorpresas y por eso ni tan siquiera los analistas más agudos pueden aventurarse a predecir el resultado final de una inminente elección general.
Una de las razones es que un pronóstico puede perder validez en un instante ante cualquier acontecimiento. Un gran incidente internacional o una crisis interna pueden cambiar la intención de voto en el último minuto.
¿Qué más inesperado que la nominación de Donald Trump?
Como imprevisible también fue el breve golpe de estado en Turquía, centro estratégico del suministro de petróleo y gas natural que puso casi en jaque a su aliados Estados Unidos y la OTAN en la lucha contra el terrorismo en el Medio Oriente, y aunque superado el momento, las complicaciones para Washington seguirán si el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, continúa consolidando su poder a costa de sacrificar la democracia.
También fue notorio el impactante ataque terrorista en Niza, en Francia, que puso las banderas a media asta en Washington. Este puede ser un buen ejemplo de cómo muchos ciudadanos del mundo, incluyendo a los votantes estadounidenses, se sienten cada vez más vulnerables y amenazados por estos abominables sucesos.
Esta violencia política, que busca atención a través del miedo, ya no parece responder solamente a la planificación de una organización con sede en algún país lejano, como fue la preparación de los ataques el 11 de septiembre de 2001, sino que ahora comienzan a ser perpetrados por “lobos solitarios” que son motivados espontáneamente para matar a tantas personas como sea posible, antes de que cumplan su destino inevitable a manos de las fuerzas policiales.
Gran Bretaña ya tiene nueva primer ministro en Theresa May, mientras David Cameron ya es historia y el Reino Unido se prepara para salir de la Unión Europea.
Por eso, una oportuna pregunta es ¿quién estará mejor capacitado para responder a un acto violento inesperado o dramático, similar al de Niza, que afecte a Estados Unidos: ¿Hillary Clinton o Donald Trump?
Nadie puede estar seguro todavía,pero es un tema que estará en la mente de los electores, durante los próximos cuatro meses, antes de las elecciones finales.
Una sorpresa política para Trump llegó la semana pasada cuando la jueza de la Corte Suprema, Ruth Bader Ginsburg, lo criticó abiertamente en una entrevista publicada por The New York Times, cuando dijo que ella no podía imaginarse lo que sería Estados Unidos con un Trump como presidente, a quien además tachó de falso.
Aunque ella seguramente se hizo eco de muchos estadounidenses, que también están en ascuas por la misma razón, esto no significa que esos comentarios ayudarían a Clinton llegar a la Casa Blanca, por el contrario, las observaciones de la magistrada Ginsburg ayudaron seguramente a Trump, luego de que ella tuvo que disculparse en público por emitir un juicio poco objetivo.
Las observaciones de la jueza no cambiarán significativamente la intención de los votantes, pero lo que sí podría influenciar son más eventos negativos o ataques durante el verano, tanto en Estados Unidos como en otra parte del mundo, lo que proporcionaría al electorado no sólo los argumentos de la razón, sino una fuerte promesa emocional de liderazgo para proteger al país y al mundo desde la Casa Blanca.
