La decisión del régimen de China comunista de violar arbitrariamente las regulaciones de la Organización Internacional de la Aviación Civil, evidencia que Xi Jinping se atribuye una autoridad imperial con la que busca imponer su “nuevo orden mundial”.
El pasado 30 de enero, la Administración de la Aeronáutica Civil de China anunció la revocación del acuerdo del 2015, entre Taiwán y China, que definió las rutas de vuelos M503, W122 y W123 en el estrecho que los separa.
La decisión china, unilateral y sin consultas, como acostumbraban en el pasado las potencias imperiales, no solamente pone en serio peligro la seguridad de la navegación aérea en la zona, sino que socava la paz y la estabilidad en la región.
Esta escalada parece ser parte de una creciente ofensiva de intimidación del régimen chino contra Taiwán usando incursiones militares aéreas y marítimas cada vez más agresivas que violan la zona de seguridad alrededor de la pequeña isla.
La Sección 4,2.6 del Manual de Tráfico Aéreo de la Organización de la Aeronáutica Civil estipula que los cambios en cualquier ruta aérea solamente pueden realizarse a través de coordinación entre las partes interesadas.
Sin embargo, el régimen chino ha ignorado los justos y legítimos reclamos de las autoridades taiwanesas de iniciar consultas para preservar la seguridad de la navegación aérea y cumplir con las normas de la aviación civil. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Taiwán ya emitió una nota de protesta y condena por la autoritaria e imperial imposición de China comunista.
En concordancia con la política conciliadora de Taiwán, el Ministerio de Exteriores taiwanés ha urgido a la comunidad internacional a que preste atención a estas acciones de Beijing y que exijan al régimen de China comunista cumplir con las regulaciones establecidas y negociar con Taiwán la activación de las nuevas rutas de vuelo. Si Beijing no lo hace, debe quedar constancia internacional de que el régimen de China tendrá toda la responsabilidad por las consecuencias que ocasione.
Es oportuno recordar que la segunda guerra mundial convenció a los principales líderes del mundo que para mantener la paz y evitar otra guerra más devastadora aún, se debía implementar un sistema de reglas y normas internacionales que regularan la conducta y acciones que todas las naciones, independientemente de su tamaño, debían cumplir y respetar. Bajo este igualitario concepto se creó una amplia red de instituciones internacionales que regulan las actividades e interacciones como: el comercio, la navegación aérea y marítima, los armamentos, el espacio extraterrestre, las telecomunicaciones, etc. Ese conjunto de instituciones y normas constituyen el orden mundial que, Xi Jinping y Vladimir Putin, se han comprometido a deshacer.
Esta acción arbitraria y violatoria de las regulaciones de la aviación civil muestra que Beijing ha comenzado a romper con este orden mundial que ha permitido al mundo librarse, hasta el día de hoy, de una tercera guerra mundial.
Luis Zúniga
Analista político y exdiplomático