lunes 11  de  noviembre 2024
OPINIÓN

Rescatar la sencillez y humildad

Con el consumismo se impuso la filosofía del tener sobre la del ser, sociedades que promueven necesidades no sólo esenciales en las personas, sino de estatus social
Diario las Américas | EUGENIO RODRÍGUEZ BALARI
Por EUGENIO RODRÍGUEZ BALARI

Las personas como seres pensantes nos diferenciamos de otras especies del planeta; poseemos posibilidades de aprendizaje, capacidad de observación, adquirimos educación o cultura y percibimos la influencia del medio social donde nos desenvolvemos.

Somos criaturas condicionadas por el sistema económico/social donde desarrollamos nuestras vidas.

Hoy los modelos de producción y consumo, se caracterizan por su mercantilismo; en su desarrollo han exacerbado el consumo y promovido el consumismo; son además los sistemas predominantes, cuya filosofía fomenta, irracionalmente, el consumo de bienes materiales y el individualismo en las personas.

Con el consumismo se impuso la filosofía del tener sobre la del ser, sociedades que promueven necesidades no sólo esenciales en las personas, sino de estatus social, promoviendo fundamentalmente, bienes que satisfagan a segmentos poblacionales de mayor poder adquisitivo.

Esos rasgos sobresalen en dichas sociedades, por la necesidad promovida de la distinción social; las sociedades de consumo se apoyan en los medios de comunicación, la publicidad y las modas, convertidas en sus más eficientes herramientas. A través de ellas se promueve el consumo necesario y el que no lo es, satisfaciendo necesidades esenciales y de estatus social.

La sociedad contemporánea ante tal diseño, no estimula ni promueve la sencillez, menos la humildad; con frecuencia olvida la ética o moral., por lo que dichos valores se han debilitado, o pasado a segundo o tercer plano.

No hay que sorprenderse, porque lo que se aprecia y ve, es sencillamente consecuencia de las características del sistema económico/social que predomina mundialmente.

El modelo consumista no cree en ambigüedades, ni medias tintas; sabe lo que quiere y lo promueve de modo claro, sin sonrojarse, timidez y menos analizar sus consecuencias.

Pero tal organización social deja secuelas, algunas de ellas debilitan los comportamientos sociales, las formas de relacionarnos y la necesaria solidaridad humana.

Digamos que el modelo corroe la modestia y humildad, diversos valores existenciales y éticos quedan relegados, dada la generalización de ideas dañinas que se promueven y el fuerte condicionamiento del medio social consumista.

La modestia y humildad son virtudes a rescatar en la contemporaneidad, porque el modelo mercantil consumista, conspira constante y abiertamente contra ellas.

Muchas gentes con poder o enriquecidas, se realizan con la ostentación de sus riquezas y hacen gala de vanidad e inmodestia, a veces de autoritarismo o prepotencia en sus comportamientos sociales; desafortunadamente igual sucede entre países, donde son frecuentes las amenazas de guerras, intimidaciones políticas, acciones punitivas, presiones, chantajes o medidas de castigo económicas/comerciales hacia otros, generalmente más débiles o menos poderosos.

Los países ricos tratan de controlarlo todo, imponer reglas de juego para favorecer sus intereses; procediendo constantemente para doblegar o revertir los intentos de resistencia de las naciones pobres o en vías de desarrollo, que exploran caminos de cambios para salirse de la opresión y explotación universal.

Al valorar lo que sucede desde el sector empresarial transnacional, se aprecia la influencia de esas empresas; convirtiéndose en poderosos agentes de la globalización económica, al menos en la esfera del comercio y las finanzas.

Se ha intentado concentrar la producción, él comercio y las finanzas por el mundo, se ramificaron sus misiones (fortaleciéndose el poder económico transnacional); sin embargo, hoy se manifiestan poderosas corrientes aislacionistas, que conspiran contra esas fuerzas, aunque aún sean inciertas sus perspectivas.

Las empresas transnacionales a la hora de establecer sus políticas y proyectar nuevos intereses o inversiones, no se caracterizan por su sencillez o solidaridad, procediendo por lo general con arrogancia, presionando a otros competidores o países; y en ocasiones, con cierta cuota de impunidad o violencia, imponiendo sus reglas del juego.

Los medios de comunicación, la publicidad y las modas, han promovido los valores de las sociedades de consumo y el consumismo; por ello la sencillez y humildad en las relaciones sociales han desaparecido.

Han sido años, décadas, en que se ha dicho a las personas (directa o indirectamente); hay que diferenciarse de los que menos tienen (el mercado lo resuelve todo); porque productores y comerciantes al tenerlo estratificado y segmentado lo dominan exhaustivamente.

La estratificación del mercado orienta a los productores y comerciantes, a saber quiénes son los pobres, los que tienen algo más y donde están los ricos o más ricos.

La influencia del mercado basada en el consumo y la exacerbación de éste (se ejerce en todas partes); promoviendo como filosofía de vida, que tener más significa subir en la escala social, ser más importante y considerarse o ser considerado, individuo más reconocido en el rango social; lo que promueve vanidad y no humildad ni sencillez.

Concluyendo, el modelo de producción y consumo, en ciertos casos más exacerbado que en otros; promueve la economía mercantil consumista, la que no se caracteriza por promover la racionalidad económica, ni en el uso de los recursos naturales; tampoco por la modestia, humildad, o equidad social.

Su aceptación se ha hecho común, a no ser la situación se haga irresistible, o alcance niveles de intolerancia social o ambiental; donde los efectos que ocasione lo conviertan, definitivamente, en un sistema corrosivo que desestabilice el futuro de la sociedad humana.

El Papa Benedicto XVI apeló a eliminar el orgullo, la vanidad y seguir el camino de la humildad; Francisco también lo ha dicho y exhortado a apartarse de la arrogancia y violencia; de la búsqueda del éxito a todo precio, de la apariencia sobre la esencia y las posesiones materiales o el dinero, cómo únicas aspiraciones de la vida contemporánea.

La humildad virtud humana, no recibe elogios ni promoción, sino menosprecio; al identificársele con timidez, incompetencia, o actitudes de indiferencia.

Sin embargo, la sencillez y humildad son virtudes que revelan lo que poseemos en el corazón, y humilde es aquel, qué despreciando los honores y glorias del mundo, procede en la sociedad humana con sus mejores sentimientos y valores.

Significativamente, una buena parte de las personas pobres son humildes, porque al parecer la pobreza los hace más humanos, sencillos, accesibles y solidarios socialmente.

Saquemos conclusiones y aprendamos de la sencillez y humildad y les aseguro, se sentirán mejores seres humanos.

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