domingo 24  de  marzo 2024
OPINIÓN

Sobreviviendo los nuevos tiempos

Veinte años después de lucha contra el terrorismo y la captura de Osama Bin Laden, las tropas estadounidenses abandonaron ese país cerrando este extraordinario capítulo
Diario las Américas | SONIA SCHOTT
Por SONIA SCHOTT

Tanto por sus políticas como por su papel de líder del mundo libre, la seguridad de Estados Unidos siempre estará expuesta a enormes retos: internos y externos.

“En los próximos años, sea quien sea el presidente, Estados Unidos enfrentará cinco importantes desafíos de seguridad nacional: recuperación ante una pandemia, planificación de la deuda, calibrar el enfoque militarizado del mundo, el manejo de China y la captación de aliados”, señaló Kori Schake del centro de estudios American Enterprise Institute.

Así mismo, la presencia de milicianos en las protestas pro-justicia racial en 2020 en varias ciudades del país y su participación en el asalto al Capitolio en Washington, el 6 de enero de 2021, también provocaron preocupación.

Estos grupos han captado la atención pública y según Catrina Doxsse, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, “el movimiento de milicias moderno ha operado en Estados Unidos durante las últimas tres décadas, aunque la inspiración y métodos de estos grupos armados se remonta al menos a mediados del siglo XX”.

Como ejemplo, el atentado de Oklahoma en 1995, considerado el segundo ataque terrorista más grande en la historia estadounidense, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

“Once días después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el gobernador de Pensilvania, Tom Ridge, fue nombrado primer director de la Oficina de Seguridad Nacional en la Casa Blanca para supervisar y coordinar una estrategia nacional integral para proteger al país contra el terrorismo y responder a futuros ataques” recordó la página web del Departamento de Seguridad Nacional.

Veinte años después de lucha contra el terrorismo y la captura de Osama Bin Laden, el jefe del grupo terrorista islamista al-Qaeda y responsable de los ataques, que hasta su muerte fue protegido por los talibanes que controlaban Afganistán, las tropas estadounidenses abandonaron ese país cerrando este extraordinario capítulo.

La lucha por retirar a más de 100.000 afganos, 5.800 soldados estadounidenses y equipo militar dejará una imagen inolvidable de una superpotencia en retirada.

Los rusos y los británicos sufrieron la misma suerte en Afganistán en épocas anteriores.

Después del atentado suicida, que mató a 13 estadounidenses el jueves 19, la mayoría de ellos jóvenes marines, y 170 afganos en el aeropuerto internacional de Kabul, habrá recriminaciones de que la evacuación apresurada brindó a los extremistas la oportunidad para lanzar un ataque.

Y mientras esperamos ver si la decisión del presidente Joe Biden de sacar a todas las tropas de Afganistán afectará sus posibilidades de reelección en 2024, hay que decir que el ejército estadounidense completó una de las operaciones más notables de puente aéreo en la historia.

Aunque no todos los afganos ayudantes lograron irse, en cuestión de 17 días, cientos de transportes militares y vuelos fletados salieron de Kabul repletos de refugiados del país asiático.

Para Biden, esto podría eventualmente representar un éxito.

Al final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, luego de la división de Alemania y su capital Berlín, el gobierno soviético liderado por Josef Stalin intentó consolidar su control sobre la ciudad cortando todas las rutas terrestres y marítimas, para presionar a los aliados a evacuar sus zonas de influencia dejándolos sin electricidad, alimentos y carbón.

En esa ocasión, Estados Unidos y sus aliados iniciaron una operación a gran escala, no exenta de riesgo, al establecer un puente aéreo para ayudar a Berlín Occidental, aterrizando en el aeropuerto de la ciudad cada cuatro minutos, las veinticuatro horas del día, cargados con comida, ropa, agua, medicinas y combustible, logrando desafiar exitosamente el bloqueo soviético.

Sin embargo, ¿Qué pasa ahora? ¿Podrá la administración Biden dejar atrás la historia de Afganistán y volver a centrarse en el programa de infraestructura y economía y poner fin a la epidemia de COVID-19? ¿O las terribles escenas en el aeropuerto de Kabul obstaculizarán su agenda?

Quizás fue desafortunado que la vicepresidenta Kamala Harris siguiera adelante con su viaje al sudeste asiático, mientras se llevaban a cabo las evacuaciones, pero a pesar de la toma de Afganistán por los talibanes y la continua amenaza planteada por Isis y al-Qaeda, eventualmente puede haber una sensación de alivio de que la guerra más larga de Estados Unidos por fin terminó.

Biden lo espera.

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