Encender en ocasiones el televisor en las mañanas, la radio, leer algún medio de prensa local o recibir notificaciones de redes sociales, puede convertirse en algo abruptamente desestabilizante: asesinatos, asaltos, tiroteos, robos, vandalismo. Es cierto, quizás, que la denominada crónica roja vende, y capta la atención del televidente, oyente, lector, pero no deja de ser alarmante y menos se puede evadir ese cosquilleo de incertidumbre de que en algún momento se pudiera pasar del plano espectador al de víctima.
Todavía tengo en los ojos, la cabeza, el alma, el horrendo crimen ocurrido en febrero en Miami Lakes, cuando un padre asesinó a sus dos hijos y luego se quitó la vida. El agresor fue identificado como Humberto Tovar, de 41 años, y los menores como Valeria y Matías Tovar, de 12 y 10 años respectivamente. La noticia retumba como madre, como ciudadana, como mujer. Imaginar la tragedia es de por sí, algo indescriptible.
Las cifras de criminalidad en Miami-Dade, con sus altas y sus bajas, siguen generando preocupación. 2.7 millones de habitantes, 245 homicidios en 2021, si bien son 45 menos que en 2020, continúa enmudeciéndonos y generando esas emociones. Es necesario reconocer que esta disminución es inversamente proporcional a la tendencia nacional donde más de una docena de ciudades implantaron récords históricos de asesinatos. Sin embargo, no por estar mejor quiere decir que estamos bien.
El año pasado, a través del denominado plan Paz y Prosperidad del Condado se anunció un presupuesto de casi 8 millones de dólares para abordar durante dos años, la epidemia de violencia armada que se respira en las calles. Los comisionados condales aprobaron por unanimidad esta iniciativa. Los fondos, por su parte, provienen del nuevo acuerdo de derechos de nombre del condado para la arena del centro de Miami Heat.
En diciembre de 2022, se planea evaluar la efectividad del Plan para determinar hacia dónde deben ir las inversiones futuras.
No obstante, existen muchas lagunas aun para desentramar la cultura del crimen. Es posible fomentar la creación de iniciativas de reinserción, de formación y estímulo de oportunidades laborales y de superación para los jóvenes en medio de las comunidades más propensas al delito. De igual manera, estaría la capacitación de las fuerzas del orden y el respaldo a las mismas en medio de la comunidad y por instituciones.
Los índices de criminalidad son altos, no desaparecen los delitos de asalto sexual o los robos a la propiedad.
De hecho, este año, el Departamento de Policía de Miami-Dade recibió más de 2 millones de dólares para ayudar a combatir la trata de personas.
Florida se encuentra entre los cinco primeros estados en EEUU en tráfico de personas. En 2019, se contabilizaron 1.887 víctimas, 427 traficantes y 243 empresas relacionadas con este delito.
Miami-Dade es heterogéneo y multicultural, hacer de él un espacio mejor depende de nosotros como ciudadanos, de las fuerzas del orden y de los funcionarios electos.
*Aspirante a la Comisión de Miami-Dade por el distrito 12