martes 15  de  octubre 2024
Control Civil

Tamaño del Estado venezolano

Un Estado que gasta de manera ineficiente sus recursos jamás logrará un crecimiento sustentable a largo plazo
Diario las Américas | JUAN IGNACIO RIQUEZES
Por JUAN IGNACIO RIQUEZES

El tamaño del Estado se mide como la relación del valor del Gasto Público Nacional en proporción al Producto Interno Bruto (PIB) y aunque los economistas se dividen en distintas corrientes que abogan en favor de un menor o mayor tamaño para lograr crecimiento económico, todos coinciden en que un Estado que gasta de manera ineficiente sus recursos jamás logrará un crecimiento sustentable a largo plazo.

Para poder entender la dinámica del crecimiento del Gasto Público de los Estados, conviene pasearnos por las máximas de La ley de Wagner -Adolph Wagner (1835-1917)-. La Ley de Wagner establece que cuando las economías crecen y se diversifican, los ciudadanos requieren mayores servicios por parte del Estado, encaminados a la protección de derechos, a la solución de controversias y a la reducción de costos de transacción, lo que conlleva al incremento de la productividad, generándose una justa relación y un círculo virtuoso entre los niveles de ingreso del sector privado y el tamaño del sector público.

Los tipos de gasto que componen al Gasto Público son tan o más importantes que el tamaño del mismo. En este sentido, cabe destacar que la dedicación del Gasto Público hacia la inversión en educación o en infraestructura va a generar a largo plazo mucho más crecimiento económico sustentable que el subsidio a la gasolina, la adquisición de armamento o la compra de un avión presidencial.

Las maneras de gastar el dinero importan y mucho, especialmente cuando se trata de definir políticas públicas para un Estado como el venezolano, cuyos ingresos primordiales no se derivan del pago de impuestos por parte de sus ciudadanos y de sus empresas, sino por la venta de un recurso natural que la providencia, para bien o para mal, colocó en el subsuelo.

Aunque los economistas no han escrito ley alguna que ofrezca el tratamiento apropiado de una realidad inédita como la venezolana, cabe acá compartir la claridad con que el maestro Milton Friedman (1912-2006) distingue los cuatro tipos de gastos, a saber:

  • Gasto dinero mío en mi: Economizo y busco el máximo valor;
  • Gasto dinero mío en otros: Economizo pero no busco el máximo valor;
  • Gasto dinero de otros en mi: No economizo, pero busco el máximo valor; y,
  • Gasto dinero de otros en otros: No economizo ni busco el máximo valor.

Con base en esta distinción, podemos entender la razón principal por la cual el tamaño del Estado venezolano ha crecido tanto en las últimas décadas y porque los gobiernos venezolanos han sido tan ineficientes en la administración del gasto.

De acuerdo con estadísticas de la CEPAL y del FMI el Gasto Público venezolano ha crecido de un 28% del PIB en el año 2000 a un 41% del PIB en el año 2015. Con la corrupción galopante que mantiene gangrenada a la administración pública venezolana, bien cabe especular que por cada dólar que se vierte al Gasto Público, mucho menos de la cuarta parte redunda en beneficio de los ciudadanos.

En vista de que, por una parte, el dinero producto de la renta petrolera gastado por el gobierno venezolano parece no tener dolientes y de que, por la otra, su gestión de gasto es muy ineficiente y altamente corrupta, queda claro que a los ciudadanos nos conviene un Estado venezolano con el menor tamaño posible o, dicho de otro modo, “tanto Mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario” Konrad Adenauer (1876-1967).

Para mayor ahondamiento, hacemos nuestras las palabras de Carlos Alberto Montaner al decir que “Sí el Estado es malo, es preferible que sea pequeño. Sí es bueno, en cambio, podemos discutir el monto apropiado de los impuestos. Una persona responsable no le entrega una navaja a un mono borracho.”

En un futuro capítulo republicano el Estado venezolano debería descentralizarse y reducir su tamaño a su mínima expresión, transfiriendo todos los activos que no estén directamente relacionados con sus funciones básicas a un fideicomiso propiedad de los ciudadanos y que cada quien puedan disponer de una porción de la renta que éste genere para invertir en la educación y en la salud de ellos y de sus familias, como inversión o gasto privado y fuera del ámbito del control del Gasto Público del Estado. La propuesta de este Fideicomiso Nacional para el Futuro será desarrollado en próximas entregas.

Considerando que la inversión en educación y en salud sería sufragada, en buena medida, por cada ciudadano contra la renta de sus haberes en el Fideicomiso, la propuesta concreta de Control Civil es que el tamaño del Estado venezolano, medido como relación de su Gasto Público en proporción del PIB, se ubique por debajo del 20% (del PIB).

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@juanriquezes

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