viernes 29  de  marzo 2024
OPINIÓN

¿Traición? ¿Qué traición?

Israel es el aliado más privilegiado por Estados Unidos. La última ayuda económica para Israel firmada por el presidente Obama hace unas semanas supera lo que esta gran nación dio a casi una veintena de estados en conjunto mediante el Plan Marshall
Diario las Américas | CÉSAR VIDAL
Por CÉSAR VIDAL

El Consejo de Seguridad de la ONU discutió hace unos días una resolución en la que se declaraba la ilegalidad de los asentamientos construidos por Israel en los territorios ocupados. A diferencia de lo sucedido en otras ocasiones, Estados Unidos no vetó la propuesta, sino que se abstuvo, lo que permitió que fuera aprobada por práctica unanimidad.

La respuesta del Gobierno presidido por Netanyahu fue acusar inmediatamente de traición a Estados Unidos y convocar a consultas a los embajadores en las naciones que votaron a favor.

Inmediatamente, han aparecido las voces que insisten en que Obama es musulmán, que odia a Israel y que ha traicionado a un aliado. Las dos primeras afirmaciones no se corresponden con la realidad, pero ¿ha habido una traición?

Más allá de la propaganda, los hechos objetivos resultan fáciles de establecer.

  • La resolución no dice nada que no se haya afirmado ya desde la ONU y otros organismos internacionales. Fundamentalmente, que Israel ocupa una serie de territorios desde 1967 y que, de acuerdo, con la IV convención de Ginebra, no puede ni establecer en esos territorios ocupados a sus nacionales ni expulsar a sus habitantes previos. El derecho internacional es tajante por más que Israel lleve desde 1967 realizando ambas conductas.
  • La resolución condena igualmente el terrorismo perpetrado por palestinos e incluso las provocaciones y la retórica que pueda contribuir a aumentar la violencia. En otras palabras, no es un texto contra Israel sino una propuesta de paz en la zona, indicando las conductas que ambas partes deben evitar.
  • Aunque es cierto que, por ejemplo, la Liga Antidifamación (ADL en inglés) ve con malos ojos la resolución, no es menos verdad que otros grupos judíos como American for Peace Now la han aplaudido señalando que es “pro-Israel en el sentido más profundo del término, apoyando la existencia y la seguridad de Israel, y oponiéndose a aquellos que sacrificarían ambas en el altar de los asentamientos por una agenda ideológica y expansionista”.
  • Guste o no, el establecimiento de nuevos asentamientos israelíes en los territorios ocupados constituye un obstáculo esencial para una solución pacífica del conflicto sobre la base de dos estados, precisamente la solución impulsada en 1947 por la ONU para dar nacimiento al estado de Israel.
  • Con resolución o sin ella, Israel es el aliado más privilegiado por Estados Unidos. La última ayuda económica para Israel firmada por el presidente Obama hace unas semanas supera lo que esta gran nación dio a casi una veintena de estados en conjunto mediante el Plan Marshall.

Es comprensible que Netanyahu - que acaba de impulsar una ley que aumentará los asentamientos y arrojará a millares de familias palestinas de los escasos territorios que conservan – considere que Estados Unidos lo ha traicionado.

A fin de cuentas, desde hace años lleva desarrollando una política que impedirá la futura creación de un estado palestino simplemente porque no quedará territorio para hacerlo viable. También se entiende que los partidarios de que Israel se anexione los territorios ocupados impidiendo la creación de un estado árabe estén irritados.

Sin embargo, los hechos son inamovibles. Ante una violación del derecho humanitario internacional prolongada durante más de medio siglo y que ha provocado condenas previas, ante una conducta que crea una continuación indefinida del conflicto y ante un comportamiento que es cuestionado incluso por buena parte de la opinión pública israelí, Estados Unidos NO ha apoyado la posición unánime de la comunidad internacional, pero se ha abstenido de contradecirla.

Lejos de tratarse de una traición, ha actuado de una manera moderada, demasiado moderada según consideran sus aliados transatlánticos.

Por añadidura, nada ha cambiado en el mundo real y, previsiblemente, no lo hará durante la presidencia de Trump. Seamos realistas y no esperemos ni paz ni justicia en Oriente Medio.

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