Esta semana los sondeos registran los últimos intentos de suicidio político de Donald Trump, favoreciendo a Hillary Clinton con al menos 8 puntos de ventaja sobre su rival republicano a nivel nacional y todo gracias a una serie de desafortunadas declaraciones, que han hecho pensar, una vez más, que el magnate neoyorquino pone especial interés para ignorar cualquier sabiduría que proviene de sus asesores de campaña.
Si Trump fuese cualquier otro candidato presidencial, los líderes de opinión se sentirían cómodos pronosticando que Hillary Clinton será la próxima presidente de Estados Unidos, sin embargo este no es el caso.
Y es que a pesar de sus extrañas observaciones, sobre por qué Estados Unidos no usa sus armas nucleares, su decisión de no apoyar la reelección de sus compañeros de partido, para luego rectificar, o su enfrentamiento con los padres musulmanes de un soldado estadounidense muerto por un terrorista suicida en Irak, Trump no se comporta como un candidato perdedor.
Aún con el fantasma de la abstención rondando la escena electoral y la aparición tardía de candidatos libertarios, su sólida postura antisistema y su pensamiento independiente y rebelde, parecen ser todavía populares entre muchos estadounidenses, especialmente entre los que viven lejos de Washington y ansían, desde hace tiempo, un cambio en el status quo que no llega.
No obstante, sus coloridas declaraciones proporcionan abundantes malentendidos, que alimentan los argumentos de aquellos que sostienen que Donald Trump no es digno de ser presidente de Estados Unidos.
Y la verdad es que a los ojos convencionales, Trump no ha ayudado mucho a su causa. En sus apariciones públicas da la impresión de que va improvisando sus puntos de vista, de acuerdo a los desafíos.
Así mismo, la actitud antagónica de Trump y su negativa a jugar el papel de candidato republicano modelo, está alienando a la jerarquía del partido, mientras él sigue siendo uno de los aspirantes presidenciales más polémicos e impredecibles en la memoria reciente.
Observadores políticos, como el ex-vocero en La Casa Blanca durante la administración de George W. Bush, Ari Fleischer, considera estos desencuentros con miembros de su partido como intentos para medir su poder e influencia. No obstante es un hecho que, a pesar de todas estas polémicas, Trump necesita el apoyo de la tolda republicana para conquistar la Casa Blanca.
Tal vez no da la importancia debida al hecho de representar a un partido que ha producido algunos de los presidentes más ilustres en la historia de Estados Unidos, como Abraham Lincoln, Dwight Eisenhower o Ronald Reagan, pero en todo caso, desde que empezó su campaña no ha dado muestras de ser una persona con gran sentido de la historia, exhibiendo en todo momento que sólo se representa así mismo y a sus ideas y que no acepta influencias de otros.
Los pronósticos electorales por ahora no parecen buenos para Trump pero tampoco para Clinton, quien aún no puede cantar victoria, independientemente de lo que digan las encuestas, porque Trump es un candidato de sorpresas, aun cuando varias figuras republicanas hayan anunciado que preferirían votar por ella.