Aunque aún faltan dos años para la contienda presidencial, ya es claro que el único gran desafío de campaña, para cualquier probable candidato demócrata, se llama Donald Trump.
Aunque aún faltan dos años para la contienda presidencial, ya es claro que el único gran desafío de campaña, para cualquier probable candidato demócrata, se llama Donald Trump.
Es indudable que el magnate se ha convertido en un fenómeno tanto en la política estadounidense, como en el escenario mundial.
Sus acometidas al “establishment” de Washington, sus polémicos y provocativos tuits o bien, los constantes cambios en su gabinete, que dan cuenta de más funcionarios despedidos que en cualquier otra administración y denotan un estilo sui generis de gobernar.
En política exterior, por ejemplo, el mandatario, a contracorriente, lanzó una guerra comercial contra China, retiró a Estados Unidos de los acuerdos sobre el cambio climático y del pacto nuclear con Irán, impuso sanciones a Rusia por interferir en las elecciones de 2016 y abrió la puerta a la desnuclearización en la península coreana, valiéndose de un acercamiento más personal con Kim Jong-un, el gobernante de Corea del Norte.
Sin embargo, será Trump, el personaje, por encima de una propuesta diferente a su plan de Gobierno, lo que dominará la estrategia electoral de los candidatos presidenciales demócratas en 2020.
Este liderazgo desenfadado y personalista que no muestra compasión para desprestigiar a sus oponentes, atacar al Departamento de Justicia, los jueces o el Congreso, proporcionará material suficiente a sus oponentes políticos para criticar al Presidente y ofrecer a cambio menos confrontación dentro de un nuevo gobierno.
El funeral de George H.W. Bush la semana pasada fue una buena oportunidad para recordar un era de la política estadounidense que fue muy diferente. Tanto republicanos como demócratas elogiaron al fallecido mandatario por su coraje, su sencillez y su habilidad diplomático para comunicar, tejer alianzas y buscar mayor influencia en la escena global.
Es cierto también que el mundo ha cambiado dramáticamente desde esa época, convirtiéndose en un escenario más impredecible y potencialmente más peligroso, donde Estados Unidos enfrenta rivales de cuidado, tanto en el plano militar como en el económico.
Ante este panorama de incertidumbre y cambios en la escena internacional, sería poco conveniente que las elecciones presidenciales se centraran solo en la figura de Trump.
En cambio, la política exterior de la Casa Blanca hacia China, Rusia, Corea del Norte e Irán, los cuatro países que representan un mayor desafío para Estados Unidos, así como problemas internos clave como la inmigración, la reforma de salud o el cambio climático, deberían ser la prioridad de la agenda democrática para definir la bitácora política .
Por lo pronto, con el tiempo que resta de esta Administración, existe una posibilidad real de confrontación con Rusia, luego de que su líder Vladimir Putin decidió asumir riesgos que representan un desafío a la paz mundial.
El ataque a tres embarcaciones ucranianas en el mar de Azov, frente a Crimea, y la detención de sus tripulaciones demostraron que Moscú está decidido a continuar desplegando su ofensiva en contra de la vecina Ucrania.
Su anexión de Crimea en 2014 se llevó a cabo sin que Occidente pusiera algún tipo de resistencia, que tan solo recurrió a la imposición de sanciones.
¿Qué sucedería si Putin decidiera emprender más acciones militares contra Ucrania?. Ya hay 1.200 soldados regulares rusos en la región de Donbass. Entonces, ¿Cuál sería la respuesta de Trump?
Es cierto que el mandatario estadounidense ha demostrado que está listo para tomar decisiones difíciles y el líder ruso parece haber tomado nota de ello.
Hace unos días, durante la cumbre del G20 en Buenos Aires, a Putin se le preguntó si Trump había sido lo suficientemente "cuidadoso" al hablar con él en medio de las tensiones bilaterales. Putin respondió que no creía que Trump se cuidara de nada y que era una persona de experiencia.
“Él es un adulto” dijo Putin a los medios.
Por el bien de todos, esperemos que Putin haya aprendido a respetar a Trump y lo piense dos veces antes de lanzarse a una nueva acción en Ucrania.
Pero, estando así las cosas, el reto para los demócratas será encontrar un candidato presidencial que no solo sea un oponente para Trump, sino alguien lo suficientemente firme para disuadir a Putin u otros líderes mundiales, cuando caigan en la tentación de amenazar los intereses y la seguridad de Estados Unidos y el mundo.