Renovar votos es volver a vivir lo vivido. No es sólo ser feliz sino saber que lo hemos sido. Es reafirmar el compromiso de amor mutuo después de un largo viaje de ilusiones, alegrías, logros y promesas…algunas cumplidas otras por cumplirse.
Gabi siempre ha sido una mezcla fabulosa de silencios y azores. Luz en la tormenta. Manantial en el desierto. Es fascinante como cada día es capaz de sorprendernos con un sí cuando esperabas un no y viceversa. Es la magia de la mujer venezolana...
Renovar votos es volver a vivir lo vivido. No es sólo ser feliz sino saber que lo hemos sido. Es reafirmar el compromiso de amor mutuo después de un largo viaje de ilusiones, alegrías, logros y promesas…algunas cumplidas otras por cumplirse.
Después de más de treinta años casados y cuarenta juntos, ese amor agraciado de luz y pasión no desfallece, sino que encumbra sus expectativas. Es protegerse más, acompañarse más y disfrutar otra maravilla de la vida, que son los hijos de nuestros hijos. Verlos crecer [a los nietos] es reeditar cada mirada, cada sonrisa, cada primer paso que dieron nuestros hijos, lo cual se convierte en una emoción tan grande como el primer beso, la primera lágrima, la primera vez que dijeron mamá o papá.
Renovar votos es un momento de reflexión. Es revivir un viaje asombroso y misterioso a la vez, porque sin ser capaces de anticiparlo todo, la vida te sigue sorprendiendo, esplendorosamente. Renovar votos es reafirmar el compromiso de estar juntos en las buenas y en las malas, reafirmar el pacto de solidaridad, es recordar los momentos más especiales, vividos ¡y por vivir! Porque también es posible viajar y recordar el futuro cuando el pasado ha sido bueno, lleno de ilusión y esperanza. Los invito a un pequeño paseo por lo que ha sido y será, vivir Venezuela, siendo felices, y sabiéndolo [dixit Pérez Reverte]
Toda una vida compartida la podemos resumir en cinco palabras: amor, compromiso, celebración, gratitud y complicidad.
Celebrar es recordar, y recordar es vivir. Por favor acompáñenme por este “corto” viaje que alcanza más de tres décadas, de la mano de Dios, de nuestra fe, de la familia, de los amigos que son Uds. Apuesto que muchos han transitado el mismo camino.
Los recuerdos los abrazamos como joyas en la bruma…Cada risa, cada caricia, cada despedida o reencuentro, es una dulce espuma, que nos toca y se esfuma. Por eso hay que apreciar cada segundo. Recordar y recordar. Es un ritual de experiencias fecundas. Es volver a tomar la mano protectora de nuestros padres, el cobijo afectuoso de un profesor querido, la chiquillada compartida con el mejor amigo, la hermosa fatiga de llevar en los hombros a nuestros hijos.
Mi viaje-les cuento con suavidad-comenzó en la cantina de mi colegio, el Instituto Escuela. Siendo dos adolescentes, me impactó el desplazamiento, la sonrisa y la tierna mirada de una niña de poco hablar, pero mucho ver. Casi sin preguntarle, sentí en mi corazón que ella respondía que sí a cada antojo, a cada deseo. Mi querido Javier, el hermano varón que no nació de vientre común, sino que Dios me obsequió, fue el cupido. En ese momento comenzó a juntarse un destino, un amando aprendiendo, que aún no para. La conexión plena de dos vidas que se unen tanto en la pasión, como en la comprensión porque tus decisiones nunca serán acertadas si no vienen acompañadas de la absolución y la indulgencia del ser que amas y te más ama. Es perder la ruta cuando no cuentas con ese acto fraterno de remisión. Afortunadamente la complicidad con quien te redime y cuida, te hace salir del laberinto y encontrarle nuevamente en la salida, entre mieles, antorchas y jazmines.
Gabi siempre ha sido una mezcla fabulosa de silencios y azores. Luz en la tormenta. Manantial en el desierto. Es fascinante como cada día es capaz de sorprendernos con un sí cuando esperabas un no y viceversa. Es la magia de la mujer venezolana, desbordadamente intuitiva. Sabe estar donde quiere estar o marcharse [en silencio] si no le gusta, aun estando. En esta dimensión los hombres no podemos competir. Somos toscos, torpes. A partir de esta premisa, un hombre es exitoso porque al decir de mi hija Valeria, aprende a prestar atención a la mujer que te quiere, sin egoísmos y sin jactancia.
Ella había estudiado toda su vida en el colegio y yo también. Pero nunca nos conocimos […] Aquella luminosa mañana de Marzo de 1982, no quería bajar al recreo. Después del receso venía la clase de química, a cuyo profesor [Clavel] le tenía pavor. Aleatoriamente elegía a su víctima, para pasar[la] a la pizarra y pedir [le] síntesis complejas. Presentía que sería el elegido…Pero Javier-como siempre-me convenció. -Vamos [Nano], te voy a presentar a Gabi la grande. Había otra [Gaby] pequeña que le gustaba. Javier se las ingenió para asegurar el encuentro.
Después de aquella primera mirada dulce y confiada [como la heredada por mis hijas y ahora mi nieta] un mes más tarde le terminé declarando mi inocencia, decodificando [y conteniendo] los latidos de mi pecho. En momentos decisivos confieso que soy sumamente nervioso, así que [ella] sin esperar pedírselo, de pronto dijo SI…Luego vino un silencio estruendoso. Así aprendí a interpretar la quietud de su mirada. Ella me enseñó a calmar mi agitación con su sosegada comprensión. Es aprender a ver la luz que no quieres ver. Y brota, el si sucederá…
Desde aquella tarde de abril, no nos volvimos a separar. Nos graduamos de bachilleres, luego ella de arquitecto en la Universidad Simón Bolívar y yo abogado de la UCAB. Por cierto, cada día que salía de la universidad, la visitaba. Ella hacía sus maquetas mientras yo revisaba mis notas de Calamandrei o Jiménez de Azúa; Brewer Carías o Eloy Lares Martínez, sin perderme los magnacumlaudes apuntes de Juan Cristóbal y Donato. Sin ellos nadie se graduaba. Poco después de recibirme como abogado, nos casamos. Y al poco tiempo nacieron las cuatro bendiciones que Dios nos dio: Constanza, Valeria y los gemelos Juan Ignacio y Eduardo Andrés. Ellos hoy representan nuestro más hermoso sueño hecho realidad. Ahora son Valentina y José Antonio, nuestros primeros nietos. Dos corazones, dos ramas de amor bajo el cielo azul, que vienen a renovar este pacto sagrado de amor, compromiso, celebración, gratitud y complicidad.
Regresé del recreo alucinado, absolutamente prendado. ¿Amor a primera vista? Imposible. No lo valía. No hice nada de nada para merecerlo. Después de muchos años juntos he descubierto que las cosas siempre suceden como ella quiere. Su genialidad ha sido hacerme feliz y hacérmelo saber […] Minutos más tarde, pasó lo que tenía que pasar...
Clavel alzó su voz: -Viera al pizarrón. Yo aún levitaba como ángel pastoreando de nube en nube, impactado por aquel “recreo”. -Construya la síntesis de este compuesto Viera. -Si profesor, le contesté cuál gladiador desafiante, que quiere demostrar sus habilidades frente a la bestia y las gradas para ganarse la admiración de quien aún no conocía bien, ni estaba ahí.
Hice la síntesis más larga de mi vida. ¡Creo que ese día decidí estudiar derecho! No me cabía una ecuación más en el pizarrón. Pero lo logré. Clavel se acercó y me miró fijamente a mis ojos. Mi corazón volvía a desbordarse [como sucedió minutos antes en el recreo]. -Bien Viera. Ud. parece que está inspirado. Podía hacer lo mismo en tres líneas, pero lo consiguió en más de veinte. Pues nada, así es la vida. Algunos toman caminos largos y otros más cortos...¿Qué me habrá querido decir? No importaba. Mi mente seguía en otro sitio.
Sin embargo, ese ha sido mi destino. Siempre he llegado donde voy, por las rutas más largas ¡y más empinadas! Y lo he podido hacer gracias a su inspiración. Nuestras mujeres son entonces, sin duda alguna, nuestra mejor ecuación, nuestra “síntesis” de cada día, nuestro camino y nuestra llegada, donde la pizarra de la vida es escrita por la cal de nuestro amor. ¿Cómo no renovar ese deseo de escribir sobre ellas? Como dice la canción de nuestro Frank Quintero, sólo es química, química […] que consolida el universo, la ternura y la emoción en un nuevo juramento entre risas, auspicios y claveles…
Fue un día especial. Renovamos las promesas que hicimos hace años, y sumamos unas nuevas. Pedimos por Venezuela, por volver a la casa donde hicimos familia y fundamos hogar. Cada día a su lado ha sido un regalo que valoro y guardo en mi alforja, cálidamente. Como el primer sí, sin haberlo pedido..porque del mismo modo-sin pedirlo-nuestras madres con mucho amor, nos trajeron al mundo.
Renovando mis votos, prometo seguir amándote, apoyándote y creciendo contigo en este viaje llamado vida. Prometo seguir amando, apoyando y haciendo lo que esté a mi alcance para que este largo andar, termine donde comenzó: en la gracia, en el nido trepidante y en la belleza de nuestro querido país. Gracias por todo lo que eres y por todo lo que hemos construido juntos. Y como dijo Valeria: gracias por entendernos y llevarnos de la mano, a pesar de saber que la ruta no era la más corta. Ha llegado la hora de entenderte a ti, de prestarte atención, y decirle que sí al destino sin tener que pedirlo.
Venezuela está a la salida del laberinto, esperándonos para retomar las veredas de mieles, faroles y Jazmines, para ver la luz que no queremos ver. Oramos por todos aquellos que han sido felices y no lo sabían y por lo que quieren saberlo. Nuestras ofrendas de hoy son más para otros que para nosotros. Hemos compartido tantas alegrías, también amargas tristezas, superando desafíos, que ahora toca pedir por el bienestar, la luz y la prosperidad de esa gran y noble mujer llamada Venezuela. !Prestémosle atención!
[...] Javier, hermano querido que pronto te has marchado. Sigue descansando en paz. No están demás algunas travesuras en el cielo, para embarcar un nuevo viaje de absolución, redención, paz y renovación de votos.
¡Feliz día de las madres!
@ovierablanco