lunes 10  de  noviembre 2025
OPINIÓN

Una estrategia provida ganadora

Desde el día en que alguien filtró el fallo de la Corte Suprema en Dobbs vs. Jackson, los demócratas han proyectado una visión apocalíptica de cómo sería un futuro supuestamente provida

Diario las Américas | MARCO RUBIO
Por MARCO RUBIO

La mayor victoria del movimiento provida ha sido seguida por algunas de sus mayores derrotas.

Hace dos años, el aborto era legal en todos los estados de EEUU, pero un gran número de los estadounidenses se identifican como provida. Hoy, el régimen proaborto ha sido derrocado y 21 estados han aprobado protecciones para los no nacidos, pero el apoyo al aborto ha regresado en niveles récord. Mientras tanto, el lado provida ha perdido siete de las siete iniciativas electorales a nivel estatal: un historial perfecto de fracaso.

Algunos han respondido a estos reveses con silencio. Otros, han llegado a la conclusión que ser verdaderamente pro-vida es una posición perdedora, e instan a los republicanos a ser más bien proaborto. Otros más, han dejado todo en manos de los estados, alegando que el Congreso de EEUU debería mantenerse al margen de la lucha.

Pero si hay alguna razón para ser provida, es que un niño no nacido es un ser humano, con tanto derecho a la vida, la libertad y la felicidad como cualquier otro norteamericano. Y si eso es cierto, entonces ninguna de estas posiciones son sostenibles, porque cada una de estas posturas equivale a un abandono de nuestra Declaración, Constitución y la dignidad humana básica.

Dichas posturas también son insostenibles porque ignoran una de las principales razones de nuestra situación actual. Los estadounidenses han sido sometidos a la presión constante de una campaña mediática de la izquierda, una que es sostenida y calculada.

Desde el día en que alguien filtró el fallo de la Corte Suprema en Dobbs vs. Jackson, los demócratas han proyectado una visión apocalíptica de cómo sería un futuro supuestamente provida. Ellos han pintado a los republicanos como aliados de los violadores y abusadores de niños. Y tienen una campaña de desinformación que disque el restringir el aborto significa restringir los tratamientos para perdidas naturales, la muerte fetal y el embarazo ectópico.

Esto es una calumnia descarada y amarillista. Pero, trágicamente, ha resonado entre los votantes, e incluso entre algunos trabajadores de la salud que están mal informados. El movimiento provida se ha enfrentado a un grave problema de imagen con impactos políticos potencialmente devastadores para los no nacidos, y se nos acaba el tiempo para responder.

Esas son las malas noticias. La buena noticia es que tenemos una estrategia ganadora a la mano. Como ciudadanos provida, líderes de la sociedad civil y legisladores, deberíamos considerar tres pasos distintos, pero relacionados, para revertir el rumbo actual.

El primer paso es desarrollar y promover en voz alta una agenda compasiva y que sea profamilia.

Algunos norteamericanos se muestran reacios a apoyar las políticas provida porque les preocupa que ellos o las mujeres que conocen no reciban el apoyo adecuado si quedan embarazadas. Ellos no ven las decenas de miles de voluntarios y centros de embarazo que son el corazón palpitante del movimiento provida. En cambio, ven políticos que están dispuestos a limitar el aborto, pero mucho menos dispuestos a ayudar a las madres y a los bebés necesitados. La retórica torpe y la ideología austera refuerzan esta percepción, una percepción que los demócratas y sus amigos en los medios explotan alegremente.

Podemos cambiar esto adoptando una agenda que brinde ayuda generosa a las mujeres embarazadas y a sus hijos tanto nacidos como los no nacidos. Al hacerlo, debemos ser firmes en que esto no es una divergencia de los principios pro-vida, sino su cumplimiento. Lograr nuestro objetivo final de una “cultura de la vida” requiere más que restricciones al aborto: requiere apoyo adecuado para que las madres puedan rechazar el aborto y elegir la vida sin un autosacrificio heroico.

Mi legislación ofrece un ejemplo de cómo apoyar a las mujeres embarazadas y a sus hijos. Incluye una serie de reformas pro-familia y provida, desde una expansión del crédito tributario por hijos a una licencia parental remunerada garantizada y a una mejor aplicación de la manutención de los hijos. Los detalles pueden debatirse, pero este paquete sirve como un modelo útil por lo que nuestro partido debería luchar.

El segundo paso para cambiar la situación es responsabilizar a los demócratas por su extremismo.

Los demócratas apoyan el aborto financiado por nuestros contribuyentes, por cualquier motivo, hasta el momento del nacimiento y, en algunos casos, después del nacimiento. Esto no es una exageración. Citando a Abhi Rahman, Director Nacional de Comunicaciones del Comité de Campaña Legislativa Demócrata: “Una prohibición es una prohibición, punto…. No importa en qué semana intenten ponerla…”

La plataforma del Partido Demócrata es explícita sobre esta postura, y prácticamente todos los demócratas en el Congreso han votado por la llamada Ley de Protección de Salud de la Mujer, un proyecto de ley que eliminaría prácticamente todas las restricciones al aborto en todo EEUU.

Los demócratas también se resisten incluso a las protecciones más básicas para los bebés, como una legislación que exige que los abortistas brinden ayuda médica quirúrgica a los bebés que sobreviven a abortos.

Éstas son las posturas institucionales de la izquierda pro-aborto. Son supremamente injustos. Esto es ampliamente impopular. Sin embargo, la mayoría de los norteamericanos no tienen ni la menor idea que sus políticos creen estas cosas, porque los principales medios de comunicación literalmente se rechazan a cubrir el tema.

Si los demócratas van a tener que rendir cuentas por su extremismo, tendremos que hacerlo nosotros también. Deberíamos utilizar todas las herramientas a nuestra disposición para que los demócratas se vean obligados a responder en el Capitolio de EEUU, en sus distritos y en su estado a la pregunta: “¿Cuáles restricciones apoya usted para el aborto?”. Si los demócratas se ven obligados a hablar honestamente, perderán.

Finalmente, como personas que nos llamamos provida, debemos recordar que proteger a los seres humanos es el centro y el propósito de nuestro movimiento, y no podemos dejar de decirlo.

No es ningún secreto que los norteamericanos tienen diferentes puntos de vista sobre si limitar el aborto y cómo hacerlo. Los defensores de la vida deben dialogar con el público de manera pragmática, reconociendo que este debate pone en conflicto dos derechos: el derecho de las mujeres a controlar sus cuerpos y el derecho de cualquier persona de ser libre de violencia injusta. Tenemos que navegar terrenos difíciles con simpatía. Pero nunca debemos abandonar nuestra misión moral.

Otros países desarrollados tienen restricciones al aborto mucho más estrictas que el estado demócrata promedio. Suiza, por ejemplo, prohíbe abortos después de 12 semanas de gestación, con pocas excepciones, y exige que los médicos asesoren a las mujeres que buscan un aborto sobre los riesgos del procedimiento y las alternativas al mismo. Si los republicanos no pueden llegar al menos tan lejos como Europa en su intento de limitar el aborto, entonces habremos fallado a quienes nos eligieron y, lo que es más importante, habremos fallado a los norteamericanos no nacidos a quienes decimos defender.

Esto no quiere decir que las opciones que tenemos ante nosotros sean fáciles; son todo pero eso. Pero presentan una poderosa oportunidad para volver a enfocarnos y recordar quiénes somos.

Nuestro partido cree en la dignidad de la persona humana, la importancia de la familia y el derecho inalienable a la vida. No hay ninguna causa que una más perfectamente esas creencias y que motive más a los partidarios de nuestro partido que el movimiento provida. Tenemos el deber sagrado de defender el derecho a la vida de manera efectiva.

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