LONDRES.- Portada del disco. (CORTESÍA)
LONDRES.- El disco, principalmente instrumental, carece de un carácter musical propio, aunque se percibe la energía tradicional de Pink Floyd
LONDRES.- Portada del disco. (CORTESÍA)
dpa
La buena noticia para los fans es que el nuevo disco de Pink Floyd, The Endless River, que sale a la venta el próximo lunes, suena en cada acorde a Pink Floyd. La mala noticia: está lejos de clásicos como The Dark Side Of The Moon u obras maestras conceptuales como The Wall.
David Gilmour y Nick Mason, los dos miembros que permanecen en la banda, honran con este nuevo disco al tecladista Rick Wright, un hombre talentoso y modesto que falleció en 2008 a causa de un cáncer. "'The Endless River es un tributo a Rick", dijo el baterista Mason. "Creo que este álbum es un buen reconocimiento a lo que hizo y cómo su interpretación representó el corazón del sonido de Pink Floyd".
La mítica banda británica ya había homenajeado previamente a uno de sus exmiembros con la composición Shine On You Crazy Diamond (incluida en el álbum Wish You Were Here, 1975), dedicada al cofundador de la banda Syd Barrett, a quien el consumo de drogas lo condujo a la locura y el aislamiento.
El discreto Wright estuvo prácticamente siempre a la sombra de Gilmour y de Roger Waters, quien incluso a fines de los 70 lo expulsó de la banda, aunque el tecladista hizo una contribución esencial al sonido del grupo y también compuso canciones notables como The Great Gig In The Sky.
Sin embargo, Wright siempre fue "subestimado, por la opinión pública, los medios de comunicación y antes también por nosotros, como debo decir con gran pesar", señaló Gilmour en una entrevista con la emisora BBC.
Años después de la partida de Waters de Pink Floyd, Gilmour y Mason volvieron a convocar a su antiguo compañero de banda Wright. Con él grabaron dos álbumes de estudio, el último de ellos The Division Bell, en 1994.
Hasta ahora se desconocía la gran cantidad de material producido en 1993 para ese disco. En secreto, Gilmour y Mason se dedicaron el año pasado a trabajar en su tesoro, volcándose a la que posiblemente sea la última placa de Pink Floyd con la participación de Wright.
"Escuchamos más de 20 horas de material en los que tocamos los tres juntos, y seleccionamos las partes en las que queríamos trabajar para el nuevo álbum", explicó Gilmour. El guitarrista y Mason agregaron nuevas partes, volvieron a interpretar otras y gracias a las modernas técnicas de estudio produjeron el disco.
Sin embargo, The Endless River, principalmente instrumental, carece de un carácter musical propio, aunque se percibe la energía tradicional de Pink Floyd. Se trata de una costosa producción, monstruosamente perfecta, como las que suele realizar la banda, en la que también trabaja, entre otros, Phil Manzanera.
Por eso, al escucharlo se tiene la sensación de que se abrió una puerta del estudio y se es testigo de una grabación inspirada y no de un álbum terminado. Excepto en el tema final, Louder Than Words, no hay una estructura tradicional de canciones. Falta la tensión que Pink Floyd alcanzó magistralmente en el pasado.
De todas maneras, The Endless River podrá alegrar a los fans de la mítica banda británica del rock solamente porque entremezcla una y otra vez referencias propias, que recuerdan a secuencias de sus 14 álbumes anteriores. Seguramente, la historia de la banda no deberá reescribirse tras The Endless River, pero sí se ampliará en un capítulo.
¿Será el último? Gilmour dijo hace poco a la BBC estar "bastante seguro" de que se trata del último disco de Pink Floyd. Incluso cuando en los archivos haya canciones inéditas, estas no son suficientemente buenas como para difundirlas, consideró recientemente Mason durante una entrega de premios.
De todas maneras, el baterista tampoco quiso ser concluyente. "Sólo espero que nunca digamos 'es imposible para nosotros volver a tocar juntos'", dijo en una reciente entrevista con dpa. "Pero yo en su lugar no iría comprando una entrada para el recital".