Un triste contraste

Por eso no deja de impresionar el reciente estudio de la consultora inglesa Knight Frank, que revela que Miami está en el sexto puesto entre todas las ciudades del planeta en el rubro de la mayor cantidad individual de riquezas. Es, en otras palabras, un paraíso para los millonarios del orbe.

Pero los contrastes son tremendamente marcados. Así como nos pasan Lamborghinis o Ferraris por las calles, en el parpadeo siguiente nos encontramos con mendigos pidiendo dinero. No son meras sensaciones, también existen los números para avalarlo tal como lo señala el coeficiente de Gini, que determina la desigualdad en los centros urbanos, y que sitúa a Miami con la tercera peor ubicación en el país.

El glamour de los centros comerciales, las celebridades, las playas y los vehículos costosos es quizás lo más visible de Miami, pero está lejos de determinar el verdadero sentir de la ciudad, aunque desafortunadamente terminan generando un impacto negativo en la comunidad, y al final nos toca acostumbrarnos a pagar más por nuestras viviendas, o nuestros seguros que el promedio del país.

Nuestra tarea es que Miami sea algo más que un oasis de millonarios, algo más que fama y dinero. Debemos convertirla en una ciudad con una mejor calidad de vida para todos, y no sólo para un pequeño grupo. Impulsemos el bienestar de todos.